Dom 29.11.2015
rosario

CONTRATAPA

Vivan las cadenas

› Por Javier Chiabrando

Qué semana de locos. Me la pasé revolviendo baúles buscando fotos de algún tío, abuelo o bisabuelo radical. Todos somos radicales, ya se sabe. Todos lo fuimos. Y lo volveremos a ser si es necesario. Todos fuimos alfonsinistas, o pondremos la foto de don Raúl en el perfil del Facebook. Todo sea por conseguir trabajo. O no perderlo. Al fin encontré fotos de unos primos apoyando a Braden, a la libertadora, a los conservadores, a los milicos, a Alfonsín, contra Alfonsín, a las Madres, contra las Madres, a De La Rúa y en contra. Y hasta había un primo que manejaba helicópteros. Lo que es el destino.

Abandoné ese camino (como un buen radical) y me dediqué a sacarme una foto con un orondo globo amarillo como un PRO de la primera hora. Un desastre. El amarillo de los globos que venden en la esquina de mi casa no era amarillo felicidad. Y el globo no apuntaba hacia el cielo. ¿Cómo hacen para que los globos estén erectos de amor? La foto quedó así: yo con un globo que serpenteaba entre mis pies, con la palabra PRO escrita con fibrón. Parecía una propaganda de remedios contra la disfunción eréctil.

Vencido por la realidad, me dije que mi destino no es acomodarme a los nuevos tiempos sino resistir. Tampoco era justo que además de todo lo que pasó este país, y lo que va a pasar, se viera privado de la pluma ácida y certera de este servidor. Así que me dije: Chiabrando, hora de hacer tu trabajo: romperle las pelotas a los que se lo merecen y cercenar al argentino nuestro de cada día.

Conclusión primera: un argentino es capaz de votar contra sus propios intereses con tal de tener razón. Votar a alguien que les prometió ajuste y aumento de tarifas es de masoquistas. Y hasta me dieron ganas de probar el masoquismo. Quién sabe si la felicidad no está en recibir latigazos en el culo. "Vivan las cadenas", gritaban los españoles cuando Fernando VII volvió al poder luego de un período de dominación napoleónica. Acá es similar: "viva el ajuste, viva el aumento; vivan las cadenas que ya nos sometieron. Con tal de sacarme al peronismo de encima, cualquier cosa, incluso latigazos en el culo".

Otra conclusión: apenas hubo festejos, más allá del entorno de los candidatos y alguna que otra caravana. Los votaron trece millones de personas y festejaron cien o doscientos mil. Cualquier analogía con la soledad de los espacios públicos cuando votaron el segundo mandato del Turco que lo Reparió no es casual. Está en la naturaleza de la clase media pedir por derechos por los que no luchó (a lo sumo una caceroleada inorgánica). Así se siente cómoda. Y en caso de necesidad, puede negar haber estado ahí, haberlo votado.

Este supuesto logro político no es mérito de la militancia de los que se sentían estafados: es mérito de los medios, de un ecuatoriano y de otros poderosos. La clase media -me refiero a la zona rica del país e incluye piojos resucitados que hasta ayer eran pobres y el kirchnerismo salvó- es una claque que ni salió a festejar su triunfo. Los peronchos hubieran cantado hasta la madrugada. Pero la clase media no se sentía parte del éxito. Se sentía espectadora. Porque saben que les puede salir mal, como le salió mal el voto cuota del Turco. Y por la dudas no militan su suerte.

Curiosamente, Argentina se ha vuelto un país más simple de pensar. La corrupción salió del temario y a medio país no les importó votar a un tipo corrupto y procesado. Es que la corrupción peronista es mala y la del PRO es buena. Sólo así es posible entenderlo. Y saldrán del temario otros temas: los qom, la inseguridad (que ya no estará en la tapa de los diarios ni en el prime time de TN), la inflación que se desinflará de tanto no mencionarla.

Argentina entra en la etapa de "es el país de Borges y Maradona, pero también el de Macri". Ya empezamos a sentir la vergüenza ajena de imaginarlo hablando en un foro internacional o en la ONU, sentándose a dirimir cuestiones geopolíticas con líderes que apenas dudás te la ponen. Andá a hablarle de felicidad a la Merkel, que no sonríe desde que cayó el muro de Berlín.

¿Qué síndrome explica que uno elija de presidente a un tipo al que no se le puede admirar desde ningún lado? No es carismático (lo dijo Aguinis en el País), apenas se le entiende cuando habla, parece no tener ideas porque no las expresa, no tiene un modelo de país en la cabeza porque nunca dijo tenerlo, y que, como diría Don Segundo Sombra, "parece medio pavote, ¿no?". Aun así, con todo eso, procesado y corrupto, medio país lo eligió presidente. El peronismo es tan malo que la vacuna es de esas que te tiran a la cama con doscientos grados de fiebre y te la dan en una pichicata grande como un termo de mate. Y después, latigazos para todos y todas.

Siempre pensé que hay un gran sector de la población que le tiene miedo a las ideas que nos diferencian. Pero me equivoqué. A los radicales no les importan que los macristas piensen diferente, ni a los reaccionarios les molestan las ideas de los radicales. Así se reúnen idearos de derecha y de cierta izquierda sin ninguna culpa. Y el ideario de la clase media ("me importo yo") no choca con los otros. Excepto con el ideario del peronismo. Las ideas peronistas siguen causando reacción en medio país. ¿Qué síndrome explica esto? ¿La siempre elemental cita al gorilismo?

Y el argentino es generoso. Es capaz de votar en contra de sí mismo para favorecer a otro sector. Cuando devalúen y le saquen las retenciones al campo (si lo logran), dos acciones que van a acostar a medio país, la gente que votó a Macri se va sentir feliz de que lo esquilmen para favorecer al campo. ¿Se va sentir feliz? Bueno, el campo somos todos, le recordarán, y quizá algunos lo crean, por un tiempo.

Y con el ajuste y la devaluación, medio país votó cosas que ignora. Las ignora porque Macri no se las dijo. Las ignora porque no le importan. Las ignora porque quiere ignorarlas. Por ejemplo, el embate que habrá para "pacificar el país" u "olvidar el pasado", ya agitado por La Nación. Medio país votó, sin saberlo, sin importarle, sin querer saberlo, por la libertad de torturadores, cierres de causas importantes o claves de la historia argentina, y un largo etcétera. ¡Vivan las cadenas!

Resumiendo: por simple antiperonismo o por creerle a los que venden espejitos de colores, votaron ajuste, devaluación, aumento de tarifas, un presidente procesado, nuevos desempleados, libertad de torturadores, genuflexión antes los organismos internacionales, pago a los buitres, corrupción PRO, y siguen las firmas. Demasiado para tener que explicar. Ahora que lo veo escrito me digo: con razón no salieron a festejar. A lo sumo una copa de Moscato en la sobremesa. ¿Cuánto van a demorar en decir: roban pero hacen? ¿Cuánto en decir roban pero ni siquiera hacen?

Medio país vota un cambio hacia vaya uno a saber dónde, y la otra mitad se pone en la vereda de enfrente, a la espera, con los dientes apretados y el facón debajo del poncho. Uno puede olvidar lo que le toca en suerte. Doce millones no olvidan. No olvidan a los que traicionaron. No olvidan a los que se burlaron de los muertos, de los que mintieron, de los que se enriquecieron mientras les vendían honestidad a los pobres. Y no olvidará que para salvar el país votaron a un tipo corrupto y procesado.

Y no vale salirse de la foto ni retirarse de la política porque la historia no se borra con el codo. Sanz, Carrió, entre otros, tendrán el lugar que la historia les dé, aunque en la televisión se diga lo contrario. Piñera fue el salvavidas de la derecha chilena y hoy se cuentan chistes sobre su estupidez en los jardines de infantes. Rajoy es uno de los hombres más poderosos del mundo y no lo respetan ni sus edecanes. A la historia se accede también con esos antecedentes, que no se borran con liquid ni deletes.

Estamos en el comienzo de un proceso histórico y no hay que sacarle los ojos de encima. Un gobierno nuevo, sin experiencia, sin cuadros propios para llenar los miles de casilleros que necesita, con los radicales que tarde o temprano van a defeccionar o a traicionar, con un líder demasiado Forrest Gump, ¿viste?, con causas abiertas, con medio país esperando que patine, con el peronismo esperando cobrarse las mil y una bajezas. Alquile balcones, doña. Hágase fuerte. No vale votar y luego apagar la radio. Y no vale rajarse a Europa, que está que arde.

En lo personal, me siento algo liberado, porque ya no voy a tener que andar defendiendo a nadie, con lo difícil que resulta, sino maltratando al poder, como han hechos grandes plumas: Sarmiento, Pérez Reverte, Aguinis (que te recontra, Marcos). No se imaginan lo liberador que resulta. Ahora los dejo, que tengo que tapar, como si de una mantita se tratase, un pequeño silo bolsa que me armé en el fondo del patio, con soja que fui comprando de a puñaditos. Y ya mandé a averiguar cuánto me saldría una máquina de fabricar globos. Y hasta capaz que me tomo un cursito de manejar helicópteros.

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