CONTRATAPA
› Por Beatriz G. Suárez *
A Rodrigo Sánchez Almeyra
"...Ese sitio imantado deja escapar a veces sus mezquinos tesoros..."
Olga Orozco. "Con esta boca, en este mundo".
El cirujano ingresa al cuerpo, bucea en el interior como si fuese, por un instante, a conocer con sus pincitas, las mínimas partículas, las pruebas rastrilladas de lo humano.
Abre cueros, la escena aferrada de un alguien a la vida, el lugar por donde viaja la glucosa destinada a la hoguera final pero también la angustia o la preocupación en claves de exilio celular.
Con gesto recortado y un equipo de jóvenes notables lleva su gorra protectora hasta el dolor insoportable y la persona sometida más que en la guerra o tal vez como un niño queda librada al azar de sus movimientos.
Entre tormentas de ácidos y pabellones estrechos coronarios, entonces, opera.
El cirujano llega a saber de los ratones más hondos, los secretos, indaga y saca la vesícula biliar y junto a ella kilos de esperanza. Allí frente a la verdadera vida es el dueño de todo.
Nosotros los comunes, miramos su rostro inteligente bajo los efectos de necesarios narcóticos y él, soberano de quirófano cuadrado, da lecciones de fe en una iglesia de creencias envidiable.
El cirujano: cree.
Yo quiero preguntarle si cuando abrió mi organismo encontró palabras, dichos inmóviles de temblores profundos, si halló acaso páginas del diccionario que me dejó tiesa en algún cólico de espanto; preguntarle qué vio cuando el laparoscopio ingresaba en lo más mío y a la vez me dejaba afuera con su rumor indiscreto.
Anudada en serpientes, desparramada por semillas indescifrables he sido intervenida por siglos de historia y microbiología, una señal de que la cirugía ya no profana cuerpos ni sobrepasa el alma para ofenderla.
Piedras de ágata amplían el margen y agradezco poder seguir organizada con algún órgano menos. Esos que les eran necesarios a hombres anteriores, el apéndice. Y haberme quedado con los imprescindibles, la dignidad por ejemplo.
El cirujano habita la gran contradicción del ser, consistir en materia o expandirse en ideas y maquinaciones.
De todas formas es un hombre y habrá sabido que entre tanta litiasis había emociones, amparos, amistad, permanencia y llanto.
El cirujano desasido de todo y aún en el coro universal que hacen las viseras entiende que a su sabiduría la guió mi talismán, ese que, aún ignorante de betametasona, manejó la ausencia cuando estuve en sus manos.
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