CONTRATAPA
› Por Sonia Catela *
Para declararle que asumo su defensa sin ambages, a partir de mi monolítica seguridad en su inocencia. Me entristecen los infundios que se desparraman como espuma, (en el Club, Matienzo aseguró que la renuncia de usted se halla ya sobre el escritorio de Dorrego) y las calumnias, que atacan desde su cargo público a su estado de mujer casada, aunque nadie exhiba prueba tangible que la comprometa. Si tuvieran algo... Conque afirman (imaginan) haberla sorprendido en el dormitorio del hotel "Astor", con nuestro colega y archienemigo Renzi, en situación equívoca...
Mi estimada, discúlpeme que hoy, cuando nos cruzamos en el pasillo de la gobernación, no haya podido manifestarle mis sentimientos; pese al apuro, corroboré el llamativo cambio que acababa de notar en usted en las cámaras televisivas: faltan, en sus lóbulos, los famosos aros con que la condecoró la embajada cubana. Me llamó la atención, puesto que jamás se desprende de ellos, desde aquel acto de reconocimiento de los isleños. Deberá reintegrarlos a su sitio, seguramente ya lo ha hecho. Porque si exhibieran una prueba, algo significativo... Pero se asilan tras habladurías. Nada menos que un affaire pasional con Renzi, ese mal bicho. Qué necedad. No sería usted tan estúpida. Realmente aplaudo su coraje para enfrentar este enojoso escándalo. Sin pruebas, que no las hay, o al menos, no aparecen, tal como veo la cosa el asunto se diluirá en el fragor de la campaña. Matienzo aseguró que el gobernador bufaba... y que no se conformará sino con la renuncia de usted. Tratan de bajarle la moral, Adriana. Por supuesto que preveo una cierta sorpresa de su parte ante estas manifestaciones de solidaridad de mi parte, ya que en apariencia nunca hemos mantenido posturas políticas demasiado afines, más bien la confrontación fue nuestro signo. Pero aliento admiración hacia usted, inconfesa aunque no reticente. Insisto: ¿por qué se quitó los famosos aros? Refuerzan su personalidad, no sólo su alineamiento diplomático. En cuanto al gobernador, entrará en razones en cuanto se convenza de que nuestros adversarios no cuentan con prueba alguna... Imagínese si tuvieran una foto... O uno de los célebres pendientes de los que tanto se ha habla. Y el canalla de Renzi no colabora en este asunto, créame. Era de esperar. Trata de llevar agua para su molino. Cuando Matienzo le preguntó dónde había pernoctado, esbozó su famosa frase cínica, "tuve una noche con perras". Si alguien mantuviera en su poder uno de sus pendientes... con las piedritas que cruzan en bandas el esmalte, y la inscripción al reverso, octubre del 2006... ¿ésa fue la fecha de la ceremonia, verdad? Aun nosotros, los del ala más conservadora del partido, nos sentimos ligeramente envanecidos por aquella distinción. Y ahora, esta indecencia. Que en la habitación 347 del Astor había tantos condones, (una mano los fotografió, claro; pero pueden pertenecer a cualquiera) que equis botellas de chandon, su champagne predilecto (ridícula coincidencia, a quién no le gusta el chandon), que prendas íntimas sucias, que el abandono precipitado por las escaleras de incendio. Y que su famoso aro se hallaba enganchado en la almohada. El noticiero afirma que usted dará una conferencia de prensa a las cinco. Colóquese en sus orejas su distintivo personal y aniquile los rumores de un plumazo. Le haré llegar esta nota a las... tres y media. Ahora apenas pasan de las tres. Depende totalmente de usted. Hemos enfrentado demasiados encontronazos y disensos, derivados de su testarudez, de su empecinamiento. Pero tales diferencias pueden saldarse. Usted sabrá qué decide. Vea, al arito se le ha saltado una piedra en una de las bandas del adorno. Acabo de advertirlo. Se ve que cedió el engarce, no me animo a intentar arreglarlo con mis manos, puede quebrarse el metal. Deberá reponer la piedrita, si es que también la extravió. Yo puedo encargarme de eso, luego. Y hay que componerle los tornillos con que usted se los ajusta a los lóbulos, o volverá a sufrir el mismo percance, que se le enganchen en otra almohada... Usted decide si a las cinco, en la conferencia de prensa, adelanta su irreversible renuncia, con las implicancias que esto acarreará en su vida pública y privada, o si a las cuatro nos encontramos para charlar de temas personales y políticos, y concertar una alianza en ambos flancos, Adriana. Infiero que habrá advertido usted la admiración que le profeso, en todos los órdenes en que un hombre puede relacionarse con una mujer. Admitirá que no me ha facilitado mi labor parlamentaria, que por el contrario, se ha mostrado dura y presuntuosa. Todo ello puede ser reparado en estas circunstancias. Me encantará servirla sabiendo como sé, que usted es una mujer de palabra. Y de dimensiones humanas, cosa que no pude vislumbrar sino a partir de su desliz. En la emergencia, le he conseguido un tornillito de repuesto a su aro, para que pueda ostentarlo durante la conferencia de prensa y así acallar rumores. En cuanto a nuestra charla, la espero en la terraza del Holiday, solitaria a esa hora de siesta. De usted depende. (Sepa disculpar la ausencia de firma, innecesaria desde ya dadas las circunstancias). Rendido a sus pies.
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