CONTRATAPA
› Por Beatriz G. Suárez
"Habrá una escritura de lo no escrito.
Algún día esto llegará. Una escritura breve,
sin gramática, una escritura
Hecha solo de palabras.
Palabras sin gramática de apoyo. Perdidas.
Allá, escritas. Y enseguida abandonadas."
Margarite Duras
Con arena ardiente de un Virreinato muy difícil.
Con dominios españoles entrelazados a llagas y tinieblas. Con locura de algunos, temple de otros, frío y pequeños fragmentos de un mundo sin teléfono.
Con un grupo de criollos nacidos del fuego y una cuota de ansia de lo que pudiera mirarse y olerse como propio.
Con la caída del poder central que todo pedía, en un tierno abanico de conquistas y bastantes melodías del infierno.
Con Cisneros corriendo en la precariedad de una tragedia previsible, con esclavos del Río de la Palta y el color de lo destituido.
Con un 22 de mayo iniciando un Cabildo Abierto más poético que político, con espejismos, disolviendo lágrimas en nunca.
Con una soledad enorme de ser latinos y no serlo, de observar en Europa una única posibilidad para la existencia. Con el sentimiento de ser un poco indios, Cornelios y Saavedras.
Con objetivos de un nuevo gobierno que resbalaba y deseaba entre dioses espléndidos que nos veían libres.
Llenando cuencos de sueños, cambios, aceite caliente, galeras, y necesidad de saber ¿de qué se trata?.
Con el Alto Perú, la Banda Oriental, porteños desarraigados, mate caliente y habitaciones sin salida.
Con remolinos de adioses, padres de la patria, costumbres de reuniones clandestinas y naufragios varios.
Con escarapelas a pleno despertar, el corazón saliendo, el pasar de los muros, la primera junta que no fue primera jaula.
Con la pesadumbre del duelo por la madre española que tuvo que volverse. Dejando algunos hijos.
Con sacrificios, renuncias a la pertenencia mayúscula de algunas Coronas.
Con un tatuaje que explicó la salida de una infancia tremenda, dominada por otros.
Con arena en la distancia y una República bebé nacida sin talismanes de la buena suerte.
Con tumbas y cortejos y gente gritando "viva" sin saber el alcance cierto de la tormenta.
Eso sí: sin pereza. Sin lexotanil. Con olor a país. En matrimonio estrecho de la ética y un descenso del olvido.
Más despiertos que nunca.
Con luz que no era eléctrica, ni la Epe era nada.
Ni el mensaje. Solo el texto.
La oración inaugural de aquellos pocos reunidos en asamblea.
Con el ataúd y a su vez la esperanza. Las grandes nostalgias, los desgarros, la inmensa lona de los años descubierta por el afán de desatarse.
Con locro pobre y la palabra jamás perdida.
Con envoltura de leyes y luminarias.
Con un porvenir que no es el de la hambruna cotidiana. No.
Con perfume argentino.
Se hicieron un día la revolución y la patria.
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