Mar 17.07.2007
rosario

CONTRATAPA

La Protesta

› Por Carlos A. Solero *

Fundado en 1897, por dos proletarios Gregorio Inglán Lafargue y Antonio Pellicer Paraire, el periódico anarquista La Protesta siempre fue mucho más que una publicación. Fue un ámbito de iniciativas de organización para la lucha, un frente de confluencia de escritores, periodistas y una incandescente llama productora de ideas a la que nadie pudo ni puede detener.

Nacido como La Protesta Humana, el médico irlandés Juan Creaghe, antiguo editor de El Perseguido, compró nuevas máquinas que permitieron ampliar la tirada y le cambió el nombre para tornarlo más fácil al pregón de los canillitas, más de una vez efectuaba la distribución personalmente en su mateo para evitar las requisas de "orden social".

En la huelga de inquilinos de 1907, La Protesta fue el vocero de los desheredados, maltratados por las clases dominantes y sus lacayos de sotana y uniforme.

Los talleres de La Protesta padecieron múltiples atentados en las cruentas jornadas de huelga. A pesar de esto siempre salía puntualmente publicado por la valiente e ingeniosa labor de sus editores.

En la huelga de 1909, recordada por la masacre de obreros llevada adelante por la soldadesca de Figueroa Alcorta, su sala sirvió para el velatorio del marítimo Juan Ocampo, asesinado por las fuerzas policiales al mando del Coronel Ramón Falcón.

Escribieron en las páginas de La Protesta: Eduardo Gilimón, Alberto Ghiraldo, Florencio Sánchez, Rodolfo González Pacheco, Virginia Volten, entre otros.

La Protesta tuvo diversas etapas quizás la más prolífica fue bajo la dirección de Emilio López Arango y Diego Abad de Santillán, con dos ediciones diarias, de mañana La Protesta y por la tarde el vespertino La Batalla. Un suplemento semanal y otro quincenal con notas sobre anarquismo y sus tendencias, literatura latinoamericana y universal, sociología, filosofía y psicología. Además una editorial que publicaba libros y folletos de Bakunin, Proudhon, Malatesta, Luiggi Fabbri,etc.

La Protesta polemizaba con el periódico Cúlmine de Di Giovanni, sobre cuestiones tácticas de la lucha social, medios y fines. El uso de la violencia en las luchas de masas, los atentados, etc.

Desde La Protesta se denunciaron las matanzas de la semana de enero de 1919, las huelgas contra La Forestal, La Patagonia Trágica y los fusilamientos de 1500 obreros a manos de los esbirros de Varela y Anaya, enviados por Yrigoyen. Propulsaba la campaña pro liberación de Sacco y Vanzzetti.

Con el advenimiento en 1930 de la dictadura uriburista, en primer término y luego la década infame y la andanada fascistoide del 43, las dificultades de edición crecieron las persecuciones a los militantes ácratas, espaciaban las salidas del periódico.

El gobierno peronista con su férrea censura atacó a la prensa revolucionaria y La Protesta no fue la excepción. Luego la heroica huelga de los obreros navales, hallará a La Protesta junto a los trabajadores enfrentando a capitalistas y dictadores.

La década del 60, fue un renacer de polémicas ideológicas y acciones. Por aquel tiempo escribían en las columnas de La Protesta: Angel Cappelletti, Oscar y César Milstein, Eduardo Colombo, Herbert Marcuse.

Al finalizar al década del 70 un grupo de jóvenes extasiados con la lucha armada promueve un debate al interior de la publicación anarquista, pero el Grupo Editor marca con claridad la línea anarquista en desacuerdo con la vía del foco guevarista y la confluencia con las tendencias autoritarias del socialismo.

La Protesta denuncia las maniobras de la dictadura de Lanusse y alerta sobre la masacre en ciernes de la mano de la maquinaria estatal, los burócratas sindicales y las fuerzas armadas.

Un editorial de La Protesta de junio de 1976, titulado "Nosotros acusamos" elabora un certero y dramático análisis de coyuntura, denuncia la represión militar, los secuestros, torturas y desapariciones.

La noche negra se abate sobre la región con secuela de horror y espanto.

En junio de 1982, reaparece La Protesta, denunciando los asesinatos de Cambiasso y Pereyra Rossi, sigue hasta nuestros días la lucha y la prédica el insobornable paladín libertario, del vocero de los oprimidos que hace historia con sus páginas rojinegras, sin concesiones ni medias tintas con debates e ideas polémicas y reflexión en pro de una sociedad anarquista, sin explotación ni injusticias: socialista y libertaria.

* Miembro de la Biblioteca y Archivo Histórico Social "Alberto Ghiraldo". [email protected]

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