CORREO
Durante las primeras décadas del siglo XX los campos, pueblos y ciudades de la Pampa Gringa fueron recorridos por hombres de recia figura, que con sus dichos y sus guitarras aportaban al despertar de las conciencias. Señalando con milongas y huellas las injusticias sociales, denunciando las penurias de los cosecheros del maíz, de peones de las estibas. Estos hombres ayudaron a organizar sindicatos, bibliotecas populares, sociedades de resistencia, cuadros filodramáticos. Al decir del Martín Fierro de Hernández cantaban opinando. Eran los payadores anarquistas, en las letras de las canciones aparecían ideas de solidaridad, de fraternidad, de denuncia de los atropellos. Algunos fueron muy célebres y populares como Martín Castro, otros hoy poco recordados como Luis Acosta García, nacido en Coronel Dorrego (Provincia de Buenos Aires) en 1897, autor de la "Milonga de Juancho el desertor", del "Ave María gauchesco" y de "Dios te salve m'hijo", obra de plena actualidad, ya que cuenta la muerte de un joven inocente por una reyerta de caudillos. El gran Agustín Magaldi musicalizó algunos temas del payador libertario. Acosta García recorrió el país con su guitarra y sus palabras sentidas que hacían vibrar a los proletarios, las madres sufrientes y los peones ninguneados. Hace setenta años cerraba sus ojos este cantor popular, cuyos restos descansan en Rosario. Aquel de quien dijera el inolvidable Atahualpa Yupanqui que "anduvo por todas partes y en ninguna se quedó."
Carlos A. Solero
[email protected]¡Qué protector es el Estado! Casi que es como una madre. Hace muchos años, la nuestra nos mandaba al almacén a comprar lo que se necesitaba en cantidad y calidad. Por supuesto que el comerciante daba 450 gramos por 500, al mismo precio. ¡Qué coincidencia con lo actual! Pero ahora el Estado, protegiendo nuestra salud y mejorando la estética, impide vender cosas sueltas. Ni hablemos sobre los precios. La rebaja del 15% es en bolsas de harina de 5 kilos, azúcar que no endulza y sal que no sala.
Hoy estamos mas sanitos pero más débiles ya que no todos pueden comprar cosas para dejar en la alacena por tiempo indefinido. ¿Cómo hemos llegado a esta edad comiendo productos que venían al por mayor y quien fraccionaba era el almacenero? ¡Bien por el Estado y la Bromatología! ¡Qué es eso de tener ciudadanos fuera de peso! ¿Cuánto hace que otro ministro nos puso a dieta? Y nosotros, desagradecidos, solo hemos pensando que nos mataban de hambre. ¡Que tontería! ¿Hay coherencia en esto? Claro que uno se olvida, de ¿donde la hay?
Juan R. Bell
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