CORREO
En agosto de 1928, fueron ejecutados en la silla eléctrica de una prisión norteamericana dos obreros italianos de ideología anarquista, militantes obreros eran: Sacco y Vanzetti. Desde la oscuridad a que el sistema de los poderosos, el capitalismo, condena a los que luchan por abolir la explotación sus nombres saltaron trágicamente a la primera plana.
El advenimiento de una de las cíclicas crisis económicas en EEUU acrecentó las persecuciones contra los activistas obreros de tendencia socialista, principalmente los de origen italiano y particularmente los anarquistas.
En efecto, Andrea Salcedo fue detenido y poco después arrojado de un edificio estatal por esbirros policiales. Nicolás Sacco proveniente de Sicilia (Italia) y Bartolomeo Vanzetti, nacido en Villafaletto al norte de la península, pertenecían al grupo de ácratas que junto a Salcedo, hicieron campaña contra la leva forzada de inmigrantes.
Los soplones de uniforme les tendieron una emboscada en el tren, los detuvieron y los acusaron de asalto a mano armada.
Nunca pudieron probar la culpabilidad de los obreros libertarios, el proceso judicial fue una farsa que evidenció el odio de clase de los funcionarios judiciales y la corrupción del gobernador y otros burócratas.
En realidad, los juzgaron y condenaron por sus ideas y prácticas de anarquistas. Durante el juicio, el fiscal le reprochó a Nicolás Sacco haber viajado a México para no ser alistado y enviado a la Primera Guerra Mundial, no defender al país que lo asilaba. Con la claridad y calma que caracteriza a las personas cabales, Sacco le respondió desde sus convicciones opuestas al militarismo y las guerras con los principios del internacionalismo proletario, opuestos al nacionalismo burgués y el belicismo.
En diversas ciudades del mundo y durante casi una década miles de obreros clamaron por su libertad, no pudieron evitar el crimen terrorista de Estado. Aun muertos Sacco y Vanzetti se transformaron en símbolo de la lucha por una sociedad sin injusticias, sin amos, sin jerarcas ni patriarcas.
A sesenta años, la heroica resistencia y la lucha de Sacco y Vanzetti nos interpela para continuar en la brega cotidiana de las luchas populares, en un mundo plagado de la soberbia imperialista de los Estados y de miserias materiales y morales.
Carlos A. Solero
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