Mar 19.08.2008
rosario

CORREO

Educación

Días atrás el Ministerio de Educación lanzó con bombos y platillos el programa "Mirada Maestra", que consiste en un "Pasaporte Cultural" para cada docente que se inscribe y que lo acredita para transitar por diferentes espacios que, según versa el sitio web oficial, "están especialmente pensados para ella/él". Una muestra más de la incapacidad de quienes dirigen la cartera educativa para resolver cuestiones de fondo.

En uno de sus "ejes revolucionarios", el programa beneficia a los docentes con talleres de malabares y acrobacia, teatro, merengue, videoarte, entre otras cosas. En uno de estos cursos, se proclama como objetivo central brindar a los docentes "una posibilidad creativa que los abstraiga de los problemas". El mensaje es: ya que no tenemos intención de solucionar los inconvenientes que viven a diario, por lo menos les damos cursos que los entretengan y los ayuden a "olvidarse" de la realidad. Aunque pensándolo bien, a los docentes santafesinos no les vendría mal algún curso de malabarismo, para saber cómo atender a tantos alumnos a la vez ante la falta de cargos. Tampoco habría que descartar el curso de yoga, que los ayudaría a soportar los hechos de violencia. Más que importante puede ser el taller de teatro, que les daría herramientas para "actuar" de psicólogo, asistente social, psicopedagogo; ante la ausencia de equipos interdisciplinarios. También el taller de pan es una buena opción, para tener otra entrada que les ayude a llegar a fin de mes. Y, por supuesto, el curso de humor, para interpretar y encontrarle el verdadero sentido a las políticas educativas actuales.

También este programa prevé descuentos para los docentes en las entradas a espectáculos. Más que un pasaporte cultural, esto es un pasaporte de la pobreza y la indignidad. Los educadores no necesitan descuentos en la entrada al cine, sino un salario digno que les permita pagarla íntegramente como el resto de los ciudadanos. No se pretende un "subsidio estatal" para acceder a la cultura, se necesita que se valore la cultura que transmiten los educadores a través de un proyecto serio de recomposición salarial. Una vez más nos quieren conformar con las migajas de un sistema que tiene a la educación en los últimos lugares.

Como conclusión sólo me queda plantear algunas preguntas: ¿Se consultó a los docentes antes de lanzar este programa? ¿No son los beneficiarios los que deberían opinar previamente? ¿Contempla este programa las necesidades reales de los educadores santafesinos? Si no es así, ¿por qué se invierte parte del presupuesto educativo en esto? ¿No sería útil este fondo para, por ejemplo, mejorar salarios? ¿Esto es lo que pensaron en ocho meses de gestión?

Profesor Julio Armando

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