CORREO
Mi primer profesor de computación fue torturado por los militares. Había quedado muy mal. Estaba depresivo y a menudo debíamos parar la clase para que pudiera tranquilizarse.
Conocí a varias personas que fueron secuestradas y torturadas por el ejército en la etapa del proceso. Muchas de esas personas a las que tengo afecto.
Digo esto siendo el ahijado del Coronel Larrabure.
Me resulta extraña la actitud que existe en nuestro país de negar la verdad. Tenía siete años cuando desde mi cama escuché lo que creía eran fuegos artificiales y después supe eran tiros, uno de ellos perforó la puerta de mi casa.
Como a mi padrino, a mí no me interesa la política. Estoy preocupado por el hombre actual de la Argentina. Como dije antes, es asombroso ver como los japoneses a quienes los estadounidenses les mataron miles de personas con dos bombas atómicas, en menos de diez años estaban asociados y lograron dejar de lado sus diferencias.
Es triste para mí al menos que se niegue que hubo desaparecidos y también es muy triste que se niegue que hubo militares muertos y torturados.
Es triste que un país esté tan atrasado en tantos aspectos y que no puedan reconciliarse sus habitantes, negando de un lado y del otro atrocidades de ambos lados.
Sin dudas, lo que pasó en los años setenta, el proceso, fue algo terrible, para todos nosotros, para los argentinos, quienes a diferencia de aquellos países en donde la prosperidad crece, seguimos hundiéndonos en un pantano del pasado, que no debe ser olvidado ni negado por ambos lados.
Por mí parte, solo diré que espero que la cordura reine entre nosotros.
Jorge Meza
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