CORREO
La debida administración y disposición de los bienes públicos encomendados es deber fundamental del gobernante. Debe preservar el bien común con una equilibrada imposición de cargas, protegiendo a los sectores más débiles y afectados en el devenir de las fluctuaciones económicas.
Es inadmisible que el intendente Miguel Lifschitz, luego de someter a la ciudadanía a tremendos aumentos de todo tipo en la recaudación municipal, admita ahora que la Municipalidad está en el borde del colapso financiero, sin autocríticas del plan de inversión y su destino; de la ejecución del presupuesto 2008 o de la previsión presupuestaria.
Siempre la culpa está afuera: la cuestión de los subsidios, la baja coparticipación, y ahora, la crisis de Wall Street.
Nunca lo vimos ofrecer una mirada sincera y tratar de abordar la baja calidad de administración o el despilfarro de los dineros de todos, unidireccionados sólo a la ciudad de los bulevares.
Lo más censurable es, entonces, hacia dónde destina hoy la carga del desfinanciamiento: a los trabajadores y sus salarios.
Ya inició esta conceptualización de ajuste, cuando en el marco del convenio colectivo de los recolectores, sentenció la rescisión de los contratos con las firmas cuyos trabajadores opten por el de camioneros.
Ni hablar del permanente trabajo en negro y de las contrataciones de personal que terminaron en cesantías en masa.
Ahora enfrenta el justo reclamo de actualización salarial del gremio municipal, agrediéndolos como insaciables termitas que provocarán la ruina de los rosarinos. "En un frasco", dice el intendente Lifschitz, cuando lo que todos venimos señalando hace años es que "el frasco" era la ciudad virtual que vendía.
Corre presuroso a sentar a la mesa a organismos patronales y economistas, en su mayoría, exponentes y gurúes del más obsecado neoliberalismo, en busca de consejo, como en los 90. Pero se niega a sentarse con la CGT, con el gremio municipal, con organizaciones de usuarios o vecinos.
Flaco favor hace al gobierno provincial este intendente, siendo Rosario la "ciudad ejemplo".
Y en un grado sumo de irresponsabilidad funcional, el intendente Lifschitz no habla de previsión ni de fondos de emergencia para afrontar el "país que se viene". Habla de proyectos de concreción em 5 ó 10 años, como el "Puerto de la Música". Es la selección de la prioridad lo que lo convierte en censurable y hasta injusto.
Gerardo Rico
Diputado Provincial
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