CORREO
Participé junto a muchos compañeros de los llamados "Talleres de los hijos de desaparecidos, asesinados y exiliados". Estos talleres comenzaron a funcionar en 1984 con el advenimiento de la democracia y fueron llevados adelante hasta los años 90. Creo que en este momento, en el que sentirse parte participando de lugares de aprendizaje e intercambio es tan difícil, sería muy importante poder reencontrarnos con todos aquellos quienes empezamos ese camino con sólo 8 o incluso menos años, como la Choy. Hoy muchos somos adultos y algunos padres, y nos gustaría poder mostrarle a nuestros hijos que no nos han vencido, que juntos podemos hacer este recorrido, enseñarles que las banderas que nos dejaron nuestros viejos todavía están de pie. Mediante estas palabras, quiero convocar a esta generación, también hecha trozos, a reconstruir ese espacio, por nuestros viejos, por nuestros hijos y sobre todo, porque muchas veces nosotros mismos nos sentimos muy solos. Los talleres se desarrollaban a nivel nacional, en cada provincia y ciudad. Recuerdo que había uno en La Plata que se llamaba "Amistad", el de Córdoba era "Cortazar", y había muchos más. En Rosario íbamos los sábados por la tarde, haciendo memoria, se me viene a la mente el viejo local del PI donde elegimos el nombre taller: "Había una vez..." era en calle Entre Ríos y Catamarca; después pasamos por la facultad de Bellas Artes, por la calle Mendoza donde hicimos la mejor obra de teatro "La cenicienta y la maquina del tiempo..." y casi llegando al fin del camino en el local de Familiares y la APDH en calle Buenos Aires y 9 de Julio, cuánta gente pasó, cuántos quedamos...los talleristas: Cristina Solano, Cristina Pérez, Diego Matos, Soledad Larguía, Daniel Michelli, Claudio Chacón, Teresita, Cecilia, y muchos otros de los que no logro acordarme, pero seguramente muchos de mis compañeros sí lo harán. Esta carta es sólo para poder buscarnos y encontrarnos, pero también para ver cómo la vida que ha sido tan dura con nosotros, tuvo muchos momentos de felicidad... Que nos quitaron a nuestros padres pero seguimos acá poniendo el pecho, después de 33 años esperando los juicios, estos juicios que nosotros tendríamos que haber visto cuando éramos niños, y no ahora con nuestros hijos, sus nietos. Juntémonos, riamos y seamos por un rato niños, aquellos niños a quienes nos reunieron para explicarnos qué eran los desaparecidos, qué era lo que había pasado con nuestros familiares. Encontrémonos para explicarles también a nuestros hijos quiénes han sido sus abuelos, tíos... Esta convocatoria está hecha, te invito a vos y a quien sepas que haya participado de ellos, del taller "Había una vez..." para empezar nuevamente este cuento.
Paula Vanina Luna
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