CORREO
Coincido con el planteo y análisis formulado por el arquitecto Juan Carlos Sarrabayrouse del martes 17 en la sección Carta de Lectores de Rosario/12, con referencia a la propuesta de construir más playas de estacionamiento subterráneas que plantea el gobierno municipal, en modo alguno constituyen solución al problema del tránsito vehicular de la ciudad y la calidad de vida de los rosarinos.
Desde que estoy estudiando e investigando las trabas que la propia municipalidad le ha venido poniendo al crecimiento de nuestra ciudad por falta de un serio, responsable y despolitizado proyecto de transporte urbano de pasajeros, compruebo que la ausencia de una carrera de ingeniería ferroviaria en nuestras unidades académicas ha conspirado contra la búsqueda de soluciones prácticas, duraderas y de futuro.
El hecho de prescindir en esos estudios del uso de sistemas de transportes alternativos para facilitar el desplazamiento de la gente a los centros de consumo origina que se haya distorsionado el sistema comercial de la ciudad y los comerciantes vean competencias desleales por parte de las grandes cadenas, los grandes centros comerciales y nuestras tradicionales calles San Luis, San Juan, Corrientes, etc. muestren crecientes números de carteles de "se alquila" o "liquidación por cierre", junto a un profundo deterioro edilicio y ornamental y el clásico peatón de nuestra clase media sin auto, ha desaparecido.
Pero volviendo al tema de las cocheras subterráneas, eso traerá aparejado un crecimiento del uso del automóvil particular y se contrapone a las tendencias que a nivel mundial manifiestan las grandes ciudades, las que tratan de reducir la contaminación ambiental a partir de las restricciones al ingreso de los automóviles y es muy común dejar los autos en "estacionamientos periféricos" y usar tren,. subte, etc. para los desplazamientos internos.
A nadie en el distrito federal de México o en San Pablo (Brasil) se le ocurriría pensar en este tipo de propuestas y por el contrario tratan de controlar las emisiones de gases con mayores restricciones, al punto tal que alternan por el número de patente par e impar el acceso a determinadas áreas.
Ya acostumbrados a que nuestros gobiernos municipales improvisen permanentemente sobre los problemas urbanísticos, edilicios y de los servicios, con costos que pagamos todos, este proyecto del actual, es uno más de los desatinos producto del desconocimiento de las reales necesidades de los rosarinos.
Señor intendente, ¿Qué se modificó para dar marcha atrás y liberar los accesos? ¿Acaso el humo que despiden ahora es perfumado, con aires a brisas marinas y sin problemas para nuestros castigados pulmones?
Angel M. Contestí
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