CORREO
Plaza San Martín, ocupada. Plaza blanca, nombrada por el artista. Plaza movilizada. Alfombra verde con arabescos de diferentes colores, en las banderas de los distintos gremios y las innumerables instituciones que invadieron el miércoles 17 de marzo. Columnas de docentes movilizados, irritados, cansados de la sordera del gobierno provincial que ante el reclamo salarial ofrece migajas amargas para servir en la mesa del trabajador de la educación.
Porque no olvidemos que un maestro es también un padre, una madre de familia y como trabajador tiene derecho a un salario digno, tan digno como el que gana el padre que en la puerta de los colegios privados aprieta a las autoridades, para depositar a su hijo en la escuela como si fuera un objeto, una mercancía. Porque paga, cree que con su abultada cuota, paga el salario de los docentes, cuando es el Estado, en su mayoría quien subsidia, en parte, cuando no totalmente, los recursos para esos sueldos.
Será el Bicentenario, que nos predispone, será la revisión de la historia, la que nos alcanza, será un pasado dividido o un futuro de lucha en conjunto, lo que hizo posible esta plaza histórica.
Dos columnas, Amsafé y Sadop convergen en un punto y recorren juntas varios metros, con verdadera alegría, solidariamente, hasta detenerse frente al escenario, que tiene de espaldas la sede de gobierno.
Cada punto, cada línea, con su curva y contracurva dibuja el apretado arabesco, cada hombre o mujer que participa en el diseño de esta alfombra, sabe que puede volar, abandonar los límites, componer una realidad distinta.
Esta plaza movilizada es una alfombra mágica.
El diseño urbanístico de esta manzana, con su centro y sus rayos, sus diagonales y perpendiculares ofrece el soporte ideal para dar vida a una obra, que vive y dice en canciones de protesta, que vive y dice con una energía contagiosa, por que estábamos todos, los de primaria, de secundaria, la nocturna, de adultos, terciaria, pública y privada, la especial, los docentes universitarios, los no docentes, los de la salud, todos los trabajadores del estado provincial.
Serán 30 mil razones para luchar, para pintar un cuadro con pinturas, la naranja, la violeta, la celeste, con colores rojos, verdes, con el blanco. Una plaza, un cuadro, un fondo, mil figuras, una escuela, mil razones, una idea, mil acciones.
Sí, las cosas están así, no son así, no para siempre, pueden cambiar.
Diana Ivern
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