Televisión

Si vamos a seguir padeciendo la barrabravización del fútbol, la pimpinelización de la política; la tinellización de los sueños, el doblaje al inglés mercantil del relato público; la catalinización del espectáculo; la clientelización de la ciudadanía; la deslealtad comercial; la chichización y maurovialización del debate; la demonización o chorrificación del pibe pobre; la chiquitalegrandización del periodismo; la timba massmediática permanente; el premio a la pavada y la ningunización del arte, la cultura y la educación; la mercantilización de la religión; la publicidad encubierta y el pornshop descubierto; la decadencia vip de Susana Giménez; la sobreoferta de terapia breve y soluciones mágicas; la blooperización del humor; la sobresaturación de shows de música norteamericana y el cine trash norteamericano y la falta de cine de otros países; el sensacionalismo, la catastrofización y el morbo sangriento en la Crónica; la vidriera irrespetuosa de los cambalaches; el calentamiento global y el pseudo ambientalismo; la robotización de la infancia; la electrodomestización del amor familiar; la zulmalobatización de la alegría; la ricardofortificación en sobredósis narciso esquizoide, la cultura del tetra, del paco y del éxtasis y el desaliento a la escolaridad y al trabajo y salario dignos; y la marianogrondonización de la filosofía.

¿Para qué queremos 3D?

¿Para qué querríamos mejor imagen y mejor sonido?

¿Para qué queremos televisión digital?

Rubén Vedovaldi