CORREO
Carta a la intendenta
Somos nosotros, como se dice en política, "la pesada herencia" que le ha dejado a usted el intendente saliente. Somos una piedrita, quizá pequeña, en el zapato de esta bonita y moderna ciudad. Somos los de allá, del norte. Del territorio decimos nosotros. Somos nosotros unos bichos raros, que por buena o mala suerte (usted sabrá) nacimos y crecimos en esta ciudad, e intentamos hacer algo distinto.
Sabrá usted qué pesada es esa herencia que le han dejado. Sabrá usted que hoy la ciudad, aunque "se ve mejor", no se siente más justa. Sabrá también que durante la larga noche neoliberal, en medio de la eterna guerra por la tierra, se pusieron de moda, en las grandes y prósperas ciudades, los barrios privados. Y debe saber que fueron muchas, por no decir todas, las ciudades de América Latina, donde los gobiernos locales avalaron, se sumaron a la moda y se llenaron, casi de repente, de inmensos castillos feudales las grandes ciudades liberales. Tamaña contradicción, usted que es socialista sabrá.
Bueno, eso es lo que pasó en todos lados y también acá. Y quizá por eso es que nos encaprichamos con eso de no seguir perdiendo. Y por eso ponemos nuestros cuerpos, que es lo único que tenemos los que no tenemos ni queremos nada, para frenar las topadoras y evitar el desastre. La privatización. Los monopolios. Las corporaciones.
Eso es lo que venimos haciendo, con relativo éxito, durante los últimos 6 años. Y fue quizá también eso, lo que no le gustó del todo al intendente saliente. Y quizá por eso es que se ha enojado con nosotros, y por eso tal vez hace ya 2 largos años que cortó el diálogo.
Estamos dispuestos a volver a empezar. Sin olvidar, por supuesto. Pero dispuestos a pensar que lo que pasó, fue ya lo peor que podía pasar desde el partido de la rosa. Y bueno, acá estamos, dándole la bienvenida a la ciudad que se ve mejor, pero no se siente más justa. Quizá sea ese el desafío, ¿no?
Que aquí estamos a esperas de ser convocados a sentarnos en una mesa a debatir y a encontrar alternativas y, si se puede, soluciones al conflicto más largo, más genuino y más esperanzador que recuerde la ciudad de Rosario en los últimos tiempos. Y que no confundimos sentarnos a debatir con sentarnos a claudicar o a aceptar. A debatir. A eso es a lo que estamos dispuestos. Esperamos encontrar en su gobierno la misma predisposición, porque como decimos siempre, el tiempo lo complica todo. Del otro lado hay inmensos intereses que a todo están dispuestos para no perder sus privilegios.
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