Jean Paul Sartre decía que si bien como seres humanos padecemos con la muerte la descomposición física, en realidad hay una trascendencia y esa trascendencia es la continuidad en cada uno de los que nos conocieron, nos amaron, con quienes compartimos, luchas, sueños, etc. Ya no está entre nosotros Rubén Naranjo, el profesor de arte, el propulsor y defensor de la Biblioteca Vigil, el hacedor de libros maravillosos, el pensador lúcido con quien intercambiamos opiniones y a veces confrontábamos, siempre con firmeza, con nobleza de acción y espíritu. Rubén quien cuando algunos optaban por la cómoda obsecuencia y el servilismo enfrentaba a los verdugos civiles y militares y además se preparaba para librar nuevas batallas por la cultura y la educación popular y entonces nos hizo conocer al altruísta Janusz Korzack, ese admirable maestro polaco al que Rubén retrato en un entrañable libro.

Juntos trabajamos los jóvenes con Rubén Naranjo en plena dictadura con las Madres y Abuelas de Plaza 25 de Mayo, juntos desde el Centro de Estudios Sociales Rafael Barreto, la Biblioteca Ghiraldo y la Biblioteca Storni, coordinadas con otras instituciones impulsamos la nominación de una calle en zona Sur con el nombre de Korzack, víctima junto a sus alumnos de la barbarie nazi.

Rubén ya no nos dirá sus palabras precisas, no gozaremos ya de sus carcajadas irónicas frente al absurdo y la desmesura del poder, su sonrisa bondadosa y su mano cálida ya no se apoyarán en nuestros hombros. Ya no, pero percibimos y sabemos que cada niño, cada joven, cada ser sufriente con los que convivió e interactuó lleva grabada la marca de su humanismo socialista.

Como dijera Bertolt Brecha hay hombres que luchan todos los días y son los fundamentales, son indispensables, Rubén Naranjo era uno de ellos.

Carlos A. Solero