CORREO
Juicios
Ante el editorial No más venganza del diario La Nación, en el que deliberadamente se desvirtúan los objetivos de la larga lucha de gran parte de la sociedad, a través de los organismos de derechos humanos. Lucha que colocó frente a los tribunales a muchos responsables de delitos de lesa humanidad perpetrados durante el terrorismo de Estado y que clama por memoria, verdad y justicia, valores que quienes avalan dicho editorial nunca han querido reconocer.
Recordamos que fue política pública en nuestro país la desaparición forzada de personas, la aplicación sistemática de la tortura en centros clandestinos y "legales" de detención, el robo de bebés, el saqueo de bienes y la imposición de políticas de hambre y exclusión.
Pero nuestro pueblo logró reconvertir esa vergonzante política pública en verdaderos procesos de verdad y justicia.
Tenemos el privilegio y el orgullo de ser el primer estado democrático del mundo en juzgar un genocidio dentro de sus fronteras y con los jueces naturales, hecho inédito para el derecho internacional. No se crearon tribunales especiales ni procedimientos ad hoc. Nuestros juicios multiplicados a lo largo y ancho del país son estudiados a nivel global. Siguiendo los mandatos de nuestra Constitución Nacional y los más altos estándares del derecho internacional, el reclamo histórico de juicio y castigo atravesó las puertas de los tribunales federales de todo el país para convertirse en servicio de justicia.
La calidad de estos juicios es reconocida mundialmente. Es un logro que pertenece al pueblo argentino. Los procesos impecables, el respeto irrestricto del derecho de defensa en juicio y aun los absueltos luego de los mismos, abonan esta afirmación.
La verdad y la justicia son patrimonio del pueblo argentino, como lo dijera el presidente de la Corte Suprema Nacional Ricardo Lorenzetti, y forman parte del "contrato social de los argentinos".
La Corte Interamericana de DDHH en el año 1992 ordenó al Estado Argentino investigar estos crímenes, sancionar a los responsables y reparar a sus víctimas. En cumplimiento de esa premisa, estamos en condiciones de afirmar que la justicia no es negociable. Que es impensable una sociedad democrática en el siglo XXI basada en la impunidad de los crímenes aberrantes contra la humanidad.
No hubo un solo hecho de venganza privada a cuatro décadas de los hechos hoy enjuiciados. Creemos en la justicia y no en la venganza, creemos en un futuro con memoria.
Museo de la Memoria
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