CORREO
Dice un viejo adagio que " el hablar es plata y el callar es oro", mucho se habló y analizó sobre lo que ocurrió es las elecciones para constituyentes en Misiones. Aclarando que los que iban como favoritos gastaron mucha plata del pueblo Argentino y especialmente del de Misiones en una elección que creían ganada de antemano hablando y discurseando por todo en territorio de la provincia para convencer al electorado. El espíritu del creador de la democracia moderna Rousseau que demostró que el poder no esta en Dios sino en el pueblo al parecer se hizo presente en las urnas. El concepto nazi fascista del poder durante el siglo XX sostenía que situaciones extraordinarias requieren de hombres extraordinarios para solucionarlas, la historia demostró lo desacertado de esa teoría poniendo en evidencia que ante situaciones traumáticas de desgracias colectivas, crisis o conmoción se requieren hombres o mujeres comunes para enfrentan y solucionar esas desgracias o problemas. El cura Piña un hombre común con una gran vocación de servicio hacia el pueblo respaldado en los valores de la verdad y la justicia del humanismo cristiano y su valor ético con todo el aparato político en su contra se mantuvo fiel a sus principios ante el ataque de tanta depravación de los corruptos que querían seguir perpetuándose en el poder. El silencio de los que perdieron es oro para el pueblo argentino por que por un tiempo aunque más no sea nos libraremos de esos discursos de barricada y de esas exposiciones mediáticas de la mayoría de los políticos que en vez de ocuparse de los problemas del pueblo para lo cual han sido elegidos se la pasan de campaña en campaña con vistas a perpetuarse en el poder sin solucionarle los problemas a la gente.
Ricardo Carreño
A Héctor Paruzzo
¿A cuántos rescataste Juan?
¿A cuántos le diste un nombre al bautizarlos?
Tus pasos, tu bolso con papeles
llenos de otras vidas;
(nunca la tuya).
Tu voz, fatigada de antiguos griegos,
tus gestos de Egeo y Paraná.
Hoy también
tu cabeza reposa en una fuente
pero no por el capricho de una danza,
sino por tu propia ofrenda
a cuanta alma olvidada hubo.
Ya cuando te conocí
eras velero de distancias,
el rostro de islas
de unas vasta Oceanía,
el náufrago del saludo eventual
y del eterno comienzo.
Sigues..., aun te sigo viendo:
Mochila a un costado,
tus ojos llenos de asombros
y una sombra blanca
siguiendo tus pasos.
Levis Bartolozzi
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