Mar 17.07.2007
rosario

CORREO

Autoridad

Con el arribo de la democracia en 1983 nos encontramos con un fuerte cuestionamiento a la autoridad. Los padres, maestros, políticos, jueces eran cuestionados y podían ser tildados de autoritarios, ante un atisbo de ejercicio de autoridad. Esta importante palabrita (autoridad) no sólo se puso en cuestión, que eso sería sano, sino que se puso en crisis. Poner en cuestión la autoridad hubiera significado, posiblemente, un mejoramiento del nivel de los que la ejercían. Se hubiera puesto el punto en que había que prepararse para hacerse cargo por el conocimiento, la adultez, la capacitación, el temple o poder manifestar su incapacidad para ejercerla y pedir ayuda. Sin embargo ya no se sabía si los chicos tenían la autoridad (tanto en familia como en la escuela), si los resabios de militares que podían tomar cuarteles tenían la autoridad, si los políticos podían vendernos que el pueblo la recuperaba. Se convirtió en: ¡a mí no me vas a mandar! y la autoridad, la necesaria, se diluyó. Y eso tuvo graves consecuencias. No es un tema menor. Así como por no reaccionar en los momentos adecuados, en un sano ejercicio de la democracia, permitimos ser mandados por incapaces, deshonestos, autoritarios, inescrupulosos o prepotentes; por favorecer el "viva la pepa", dejamos muchas generaciones en el camino y mucho dolor en el corazón. La demanda y la reacción son sanas, pero siempre demandando racionalmente y sin perjudicar a los iguales. Alguien tiene que hacerse cargo, para que no haya desbordes, para que no entremos a tener derechos porque se los quitamos a los demás. Para que, equitativamente, conformemos una sociedad, una familia, una escuela, que nos permita vivir en un país donde no se tergiversen los roles, que cada uno debe ejercer. En un ambiente tan imprevisible e indeterminado, damos caldo de cultivo a una agresividad que no contenemos y que todos padecemos. Si la autoridad no se ejerce sanamente y en los momentos adecuados, se vuelve en contra. ¿No es autoritarismo el que tienen los piqueteros con este sistema de reclamo? ¡El no dejarnos transitar libremente como establece la Constitución no avasalla un derecho para lograr otro? ¿Es represión o ejercicio de autoridad lo que tiene que darnos las máximas autoridad provincial en resguardo de todos y cada uno de los habitantes de esta querida Santa Fe? ¿O tenemos que pensar que el caos y el desmadre se permite por razones políticas? ¿El Gobernador podrá demostrar tener su autoridad para solucionarnos este problema a los rosarinos de la mejor manera posible?. Dios y la Patria se lo van a agradecer.

Stella Maris Coniglio

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