SOCIEDAD › VIAJES. DOS ROSARINOS ATRAVESARON AMéRICA LATINA EN MOTO EN HOMENAJE A LA REVOLUCIóN CUBANA.
Freddy Sciarratta y Lisandro López salieron el 29 de noviembre, en una
Yamaha Virago bautizada Perla Negra, para llegar al acto central en Santiago de Cuba. Fueron de los pocos compatriotas invitados. Y mucho más: los recibió el ecuatoriano Rafael Correa, activaron por el Sí en Venezuela
y dejaron su impronta en un mural en La Habana. Hitos de un viaje inolvidable.
› Por Sonia Tessa
"Seamos libres y lo demás no importa nada". La pequeña bandera con la frase de San Martín, la cara del Che y la identificación de su grupo político (El Movimiento Rosario) fue la ofrenda de los rosarinos Freddy Sciarratta y Lisandro López a Cristina Fernández de Kirchner, el 20 de enero, cuando la presidenta visitó Cuba. La foto de esa entrega recorrió el mundo, recogida por las agencias internacionales. Y la pancarta era toda una declaración de principios. Estaban ahí por la voluntad de ser libres. El viaje había nacido como un sueño. "¿Y si vamos a Cuba a los actos por el 50 aniversario de la Revolución?", le dijo Lisandro a Freddy a mediados de noviembre. Sin ataduras laborales o materiales, ahí nomás comenzaron a hacer realidad el sueño. Lo primero fue acondicionar la Yamaha Virago 250, bautizada como Perla Negra. Los dos viajeros se definen como militantes revolucionarios, como un "artista popular" y un "comunicador popular", que crearon El Movimiento convencidos de que la política se hace poniendo el cuerpo. El 29 de noviembre pasado salieron de Rosario con poca plata y una confianza ciega en que la solidaridad de los pueblos los llevaría justo al lugar que soñaban. Partieron con la idea de unir América Latina y llegaron a destino: fueron dos de los selectos invitados al acto central del 1° de enero. Pero vivieron mucho más, en su búsqueda del socialismo del siglo 21. Con sus murales apelaron al impacto y la comunicación. Aseguran que no se propusieron hacer el viaje del Che, pero en todos lados los recibieron como si así fuera.
"Elegimos la ruta del desierto, nos desviamos mil kilómetros por Chile para garantizar que no lloviera y llegar, porque teníamos el tiempo justo. Por Brasil era más rápido pero las lluvias no nos iban a dejar avanzar. Sabíamos que si la moto llegaba a Mendoza, íbamos a llegar a Ecuador, porque si hacía mil kilómetros, podía hacer 7.000. Y contábamos con que en Ecuador sería todo más fácil por la afinidad política con Cuba", dice Freddy ahora, sentado en una mesa del bar El Cairo, todavía excitado por la magnitud de lo que lograron. La moto los acompañó: hizo 12.000 kilómetros y se rompió a la vuelta, en Córdoba y Teniente Agnetta, a dos cuadras de la casa del amigo que los recibiría en casa.
Con Lisandro se atropellan para hablar de la experiencia extraordinaria que los llevó a conocer a situaciones insospechadas. "Nosotros estábamos en búsqueda", subraya Lisandro. "Hicimos un viaje totalmente irreal. Si vos tenés la determinación de hacer algo que no hizo nadie, te pasan cosas que no le pasaron a nadie", reflexiona Freddy. Una de las tantas paradas fantásticas de ese viaje fue la invitación al Enlace 100 del programa de radio del presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien los presentó como "dos rosarinos que están emulando al Che". Ni lerdos ni perezosos, le regalaron a Correa una bandera en la que habían pintado la frase de convocatoria de Fidel Castro para el Festival de la Juventud que se realizó en 1997 en Cuba, del que Lisandro participó cuando tenía 16 años. "Por la solidaridad antiimperialista, la paz, la amistad, la juventud y la alegría de nuestros pueblos", dice la enorme pancarta amarilla que recibió Correa, encantado. La apelación a la alegría fue un agregado de los dos muralistas. "Así es, la revolución debe ser con alegría", dijo Correa. La grabación puede verse en YouTube, con sólo poner "Lisandro y Freddy".
Cada día anduvieron en moto desde la mañana hasta que cayera el sol, y pararon adonde los encontrara la noche. Siempre entre risas, canciones y la infaltable cerveza. En el álbum de fotos hay registro de las marcas de cada país. "Aunque hubo momentos muy duros, casi nunca nos faltó para una cerveza, o un ron", dicen ahora, entre risas. "Todo el viaje lo disfrutamos", agregan. Es que Freddy y Lisandro hacen del encuentro con amigos y la cerveza un culto cotidiano, estén donde estén. Al haber ido pueblo por pueblo, conocieron gente de toda América Latina.
El efusivo recibimiento de Ecuador se repitió en Cuba. La llegada a la isla había sido precedida por una nota en Telesur -también disponible en YouTube- que les hizo el 24 de diciembre el corresponsal en Ecuador, Christian Salas. Además de difundir su aventura, Salas fue la llave para llegar a Cuba y les cuidó la moto durante su ausencia. La jefa de Telesur en Ecuador, María Augusta, hizo la gestión con el embajador de Venezuela en Ecuador, Oscar Nievas. Así estuvieron los dos pasajes en avión para llegar a la isla. El 27 de diciembre estaban ahí, tan cerca del sueño, pero sin la invitación para el acto. Los medios cubanos los recibieron con toda pompa. El 31 de diciembre a la tarde les hicieron una entrevista para la televisión nacional cubana. Eran los rosarinos que habían cruzado América Latina en moto, como el guerrillero heroico. Con los últimos pesos que tenían se compraron un pasaje desde La Habana a Santiago de Cuba. Viajaron 1.000 kilómetros parados. "Cuando llegamos no teníamos nada. Estábamos dispuestos a dormir en la calle. No teníamos ningún problema", dicen ahora. Pero lo cierto es que fueron alojados en el hotel del Partido Comunista Cubano, donde recibieron el afecto de los empleados. La ropa era siempre la misma. Hasta el mismo día del acto reinó la incertidumbre, pero no se quedaron quietos. Recién supieron que el sueño sería realidad dos horas antes. Recibieron dos invitaciones que Lisandro muestra con orgullo. Todo había valido la pena: se sentaron en la tercera fila del acto cultural oficial, donde esperaban -como los 3.000 presentes- escuchar a Fidel Castro. "Lo único malo del viaje fue que no pudimos conocer a Fidel", expresan, sin lamentaciones. Fueron muy pocos los argentinos que ingresaron a esa celebración y ellos, encima, fueron aplaudidos. Ese momento fue de tal magnitud que para Freddy "no se puede narrar" y a Lisandro le pareció "una película".
"Los cubanos siempre han vivido los actos heroicos, por eso valoraron tanto que nosotros hayamos ido en moto, con sacrificio, sin plata", reflexiona Freddy sobre la experiencia cubana, que no se agotó en el acto. Por el contrario, vivieron en la casa de una argentina residente desde hace décadas en Cuba, la médica pediatra Mercedes Alifano, que junto a sus hijos Raúl y Gabriela los recibieron con espíritu solidario. Freddy se ufana de haber pintado en jardines de infantes cubanos. "Ellos nos daban comida y ron. Eramos plenamente felices", afirma. El trabajo más significativo lo hicieron cerca de la plaza de la Revolución, en Paseo y 31. "Hicimos un mural de 60 metros. Pintamos desde las 6 de la tarde hasta las 4.30 de la madrugada, y siempre bajo la lluvia", relata Freddy. La leyenda del mural se arroga una representación: "Revolución Cubana, gracias por existir y resistir, el pueblo argentino".
El viaje y su inagotable empuje, esa visión de la política como acontecimiento, sorpresa y oportunidad para la comunicación, les permitió acercarse a la presidenta Cristina Fernández, el 20 de enero, con la bandera que habían pintado en Perú. La frase de San Martín también era oportuna: ese día la mandataria inauguraba la cátedra Libertador José de San Martín en la Universidad de Cuba. "Fue impresionante, porque además, era la primera visita de un presidente argentino a Cuba en 25 años", subraya Freddy.
La vuelta empezó en Venezuela, con cuya revolución bolivariana se sienten totalmente identificados. En todo el viaje, que duró 4 meses, no pararon de pintar murales, y hacer lo que les apasiona: empaparse en los cambios sociales de Latinoamérica. Generar impacto mediático por la magnitud de la aventura. Y aprovecharlo para lanzar sus consignas. A Venezuela llegaron en el avión presidencial. A Freddy aún lo emociona recordar cuando la azafata dijo "Usted vuela en las alas de la Revolución". Arribaron al país en plena ebullición. Se conectaron con Alí Rodríguez Araque, ministro de Economía de Venezuela. Activaron por el Sí en el referéndum revocatorio del 16 de febrero, que concluyó con la victoria de Hugo Chavez. El mural en el histórico puente Llaguno da testimonio de esa participación. Para ellos, la comunicación es el eje de la actividad política. "Es como les dice Chavez a los militantes. El les pregunta qué hicieron en el día. Y cuando terminan de contarle de las acciones políticas, les vuelve a preguntar si lo difundieron. Si la respuesta es no, les dice que lo hecho no sirvió para nada, porque la comunicación lo multiplica". Por eso se definen como comunicadores populares. Así hicieron todo el viaje. "Siempre teníamos un arsenal militante, que eran las banderas que hacíamos, y los elementos para hacer otras", dice Freddy.
Se reencontraron con la moto en Ecuador, donde Christian Salas tenía la Perla Negra a buen resguardo. Con todas las emociones a cuestas, decidieron terminar el viaje con el mismo simbolismo de todo el recorrido. "A la vuelta, pasamos por Bolivia por una cuestión de estrategia política, significaba unir todos los pueblos que están en el camino del socialismo. Pasamos frío, sufrimos con la moto por el camino de ripio, pero valió la pena", agrega. Y entraron a la Argentina por La Quiaca. Les quedaban 12 pesos, que optaron por dividir: 7 para un porrón bien frío, como no habían podido conseguir en el resto de los países. Y los otros 5 para nafta. Así fue que debieron empujar la moto un kilómetro en San Salvador de Jujuy para visitar la organización Tupac Amarú, que conduce Milagros Sala. Allí quedó otra mural, en la escuela para adultos Germán Abdala. El apoyo de esta organización les permitió llegar a Rosario. "En la Argentina, lo que está en línea con el socialismo del siglo 21 es la Tupac Amarú. Ellos cuentan con los mismos recursos del Estado que muchas otras organizaciones, pero hacen las cosas, tienen escuelas, construyen viviendas, centros de salud, tienen ambulancias", dice Freddy.
En la charla telefónica previa, Freddy había expresado su desencanto por la vuelta. "Venimos con tanto entusiasmo, y acá nos encontramos con todos los que quieren hacer carrera política. No piensan en el bienestar de la gente, sino en la política como un comercio", se despacha Freddy apenas empieza la nota. "Venís acá y ves toda la corruptela, la politiquería", apoya Lisandro.
Aunque no vivieron el auge de los movimientos revolucionarios de la Argentina, ellos militaron desde jóvenes en espacios que se identificaban con las experiencias de los años 70. Con distintas extracciones -Freddy es peronista, Lisandro es marxista- desde 2005 comparten el espacio político El Movimiento Rosario. Lisandro tiene 28 años, y desde adolescente militó en distintos grupos, como el Frente Santiago Pampillón autónomo y el Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón. Es comunicador. Hasta su partida trabajó en la FM Aire Libre, y también en el programa Tardes Nuestras, del Hospital Agudo Avila. Por su parte, Freddy tiene 40, es un talentoso artista, autor intelectual y ejecutor de murales callejeros rosarinos como el de Presidente Roca y Salta, en homenaje a los desaparecidos, y desde adolescente forma parte del Peronismo Revolucionario, identificado con Mario Firmenich.
Su pequeño grupo político nació con una impronta medioambiental porque apoyó activamente la lucha de Gualeguaychú contra Botnia. Ellos se enorgullecen porque "el Movimiento no se detiene nunca". Para ellos, la política es repentismo, intervenciones. "Queremos impulsar desde nuestras acciones cotidianas otra historia, romper con la política de mierda", dice Lisandro. Freddy agrega: "Nuestra agrupación se inscribe en el peronismo de izquierda. Yo entiendo al peronismo como socialismo". Para Lisandro es muy importante decir que el viaje tuvo que ver con el "sentido de momento histórico" que según Fidel Castro debe tener la Revolución, "además de altruismo, honradez, solidaridad y cambiar todo lo que deba ser cambiado", recita. Para Freddy, que se define como ateo, los "acompañó el fuego sagrado del Che", y prefiere subrayar sus deseos: "Queremos que Argentina entre en el proyecto del socialismo del siglo 21". Para eso recorrieron 12.000 kilómetros en moto. "En línea con lo que hacemos siempre: militar, hacer comunicación y viajar", dice Lisandro.
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