SOCIEDAD › A 20 AÑOS DE LA LUCHA DE EMPALME GRANEROS CONTRA LA INUNDACION
Símbolo de la tozudes de todo un barrio para enfrentarse tanto a las
adversidades de la naturaleza como a las trabas del poder político, a los 82 años de edad Leonildo Foresto recuerda lúcidamente la gesta de Numain, es decir de miles de vecinos.
› Por Sonia Tessa
"Foresto, nunca más inundaciones", le gritó una vecina, subida a una silla, hace casi 20 años. Fue durante la asamblea fundacional de Nunca Más Inundaciones, con 3000 asistentes, pocos días después de la crecida del arroyo Ludueña, la más grande vivida por los habitantes de Empalme Graneros. Estaban todos embarrados. "Muchos gritaban, era inmanejable. Pero yo decía que había que dejar que se sacaran la bronca", cuenta ahora el presidente de aquella asamblea, Leonildo Foresto, que se tomó en serio el pedido. El barrio había sufrido nueve inundaciones en 36 años, pero en la madrugada del 24 de abril de 1986, cuando el agua estaba llegando, su compañero de ruta, Domingo Polichiso, se paró en la puerta de su casa y lo miró fijo durante algunos minutos. "Esta va a ser la más grande de todas", le dijo. El agua llegó intempestivamente, aunque ellos tenían un sistema de alarma con los pueblos de la cuenca del arroyo. Afectó 20 mil viviendas, a 80 mil personas. Después vinieron los nueve años de lucha. Primero por las obras más urgentes hasta llegar al corolario, el 4 de diciembre de 1995, cuando se inauguró la represa que les permitió dejar de mirar al cielo cada vez que llovía. "Cada obra que se realice se debe a la unidad del pueblo de Empalme Graneros", decía por entonces un cartel de chapa al lado de la vía firmado por Numain.
La unidad fue el único requisito que puso Foresto para formar parte de la comisión que se iba a crear. Decía que si se desintegraba el reclamo en distintas agrupaciones, perderían el tiempo. Así que junto a Polichiso convocaron en la misma comisión al histórico dirigente comunista Virginio Ottone, al sacerdote Agustín Gullian y a los jóvenes como Osvaldo "Lalín" Ortolani. "¿Junto con el cura? Me van a echar del partido", se quejaba Ottone cuando lo llamaron, pero luego "se hicieron amigos", recuerda Foresto con algo de nostalgia. Para que no hubiera roces, la comisión tuvo dos presidentes, Polichiso y Ortolani. Foresto era el secretario. Durante diez años se reunieron todos los miércoles, con lluvia, sol, frío, calor o apagones.
Formaron una comisión de 20 personas que se convirtieron en expertas en Hidráulica, con el aporte del director municipal del área, Hugo Orsolini. No se cansaron de golpear puertas, convocar a reuniones, exigir a las autoridades el dinero para las obras, resistir las iniciativas que pusieran en jaque la transparencia de la construcción. En el medio, sufrieron los embates de la hiperinflación y las consecuentes interrupciones de la represa que pararía al Ludueña.
En abril de 1986, Ortolani tenía 27 años y era propietario de una casa de electrodomésticos que en pocas horas recibió dos metros de agua. "Hasta aquella inundación éramos totalmente ignorantes de si podía venir o no, estábamos marcando con un palito, no veíamos más allá de nuestro mundo, que era muy chiquito. A partir de ahí tuvimos que empezar a aprender hidráulica, a confrontar elementos, a aplaudir a los que estaban haciendo las cosas bien y enfrentar a los que miraban para el otro lado", recuerda Ortolani, que desde entonces fue vecinalista para siempre.
"No sabíamos que estábamos haciendo algo tan trascendente. Lo hacíamos porque teníamos que hacerlo. Pero hace poco tiempo, después de las inundaciones de Santa Fe, me invitaron al Concejo de esa ciudad, y cuando anunciaron mi nombre todos los asistentes se pararon para aplaudir la lucha de Empalme Graneros. Yo creo que la clave fue la unidad", desgrana Foresto con una lucidez envidiable. Tiene 82 años y sigue con proyectos. Su propio abuelo fue presidente comunal de Chañar Ladeado a los 80, así que no le parece raro.
Y así como el lente de las fotos debe ajustarse a una medida exacta, 20 años son los suficientes para mirar con exactitud el proceso que se inició con aquellas inundaciones. Foresto recuerda todavía el día -30 de abril de 1986- que alrededor de mil vecinos fueron a las vías del Ferrocarril para reclamar que las autoridades de Ferrocarriles Argentinos los atendieran. Empezaron con una protesta simbólica, pero muchos llevaban picos y palas, así que terminaron rompiendo tres rieles, lo que impidió el paso de trenes por esas vías durante tres días. Lograron que les construyeran 12 alcantarillas para abrir el terraplén, que hasta entonces hacía de dique de contención del agua.
Fue sólo una de las primeras obras. "Nosotros no íbamos sólo con los reclamos. Llevábamos el pedido y las respuestas. Así, en lo inmediato, apenas terminaron las inundaciones, pedimos lo más urgente -rememora Foresto-. Logramos la limpieza de los tubos aliviadores, así como el cambio de los chapones del Aliviador número 2 para hacerlos de material, el acondicionamiento de las cunetas, el dragado del arroyo y la limpieza de los tubos. Todo eso formaba el primer tramo de los pedidos. Sin dejar de apuntar a la solución definitiva, que era la represa". El viejo vecinalista también reconoce al ex vicegobernador de la provincia Gualberto Venesia, cuya participación fue permanente y esencial para destrabar algunos momentos álgidos de las discusiones.
Con los años, en la provincia hubo otras inundaciones. Las de Cañada de Gómez en noviembre de 2000 y las de Santa Fe en abril de 2003 le dejaron una huella. Sobre la última, considera que "hubo negligencia de las autoridades". Y muestra la nota que se publicó en Rosario/12 el 18 de mayo de ese año, donde aconsejaba a los inundados de la capital provincial: "Les diría que no aflojen, que los gobierno juegan con el cansancio. Saben que después cada uno vuelve a su vida cotidiana y la lucha se diluye. Tienen que seguir peleando".
Y aunque está orgulloso de la lucha que desarrollaron, Foresto no se engaña. "Cuando por ahí me dicen Nunca más Inundaciones, les contesto que no se apuren. Cambió mucho el clima y no sé lo que podría ocurrir si llueven 300 milímetros en dos o tres horas, como pasó en Cañada de Gómez", dice con realismo.
En todos los casos, el remedio será la presencia de un grupo de hombre con los ideales, la tozudez y el compromiso que tuvieron aquellos de Numain. Sus primeros afiches, con los que empapelaron la ciudad en 1986, -siempre sin aporte económico de ninguna entidad oficial- decían "Señor gobernador de la provincia, señor intendente de Rosario, señores concejales, Ferrocarriles Argentinos: hay accidentes que se pueden evitar ejerciendo el poder con honestidad y responsabilidad". Las fotos de la calle Juan José Paso totalmente inundada cerraban el mensaje escrito en letras negras. Y otro, en letras rojas, decía "Nunca más permitiremos perder el sacrificio de toda una vida".
Los afiches y otros recuerdos de aquella lucha, como fotos de la época y recortes de diarios estarán disponibles para todos los interesados en revisar una parte de la historia popular de la ciudad. La cita es mañana a partir de las 17 en la que fue sede de muchas asambleas de aquella época, el club La Gloria (Juan José Paso al 2700). "Los hijos de quienes fuimos jóvenes entonces fueron los que volantearon el barrio convocando a la gente, y ayudaron a hacer el video que se verá en el acto", cierra el círculo Ortolani.
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