El cartel de una vaca sonriendo llama la atención de cualquier transeúnte. Allí está ella, en tonos de blanco y negro, queriendo decir algo sobre una pared cualquiera de Rosario. Debajo de esa imagen una frase refiere a los derechos de los animales y una pregunta salta a la vista: Si no hace falta matar para alimentarse, entonces, para qué hacerlo? Quizás sea por costumbre o educación elegir qué poner sobre la mesa, sin embargo quienes optan por ser veganos van más allá y aseguran que se trata de una cuestión ética que no se limita a la alimentación.

Carolina es vegana hace diez años, para ella representa "una expresión coherente del respeto hacia los animales", es decir que "no es tanto elegir un producto determinado y evitar otros" sino que implica tener una actitud consciente. En rigor, los veganos rechazan los productos que provienen de la explotación o la experimentación animal, como la carne, los huevos, la leche y la miel; pero también se oponen a los espectáculos donde se utilizan animales para el entretenimiento (circos, corridas o riñas) y a los "trabajos forzados como el caso de la tracción a sangre" en la que se emplean generalmente caballos.

Estos principios distinguen a los veganos de los vegetarianos, término que únicamente refiere a la dieta de acuerdo a la definición establecida en 1847 por la Vegetarian Society. Las motivaciones pueden ser de índole ética, de salud, económica o religiosa. En todos los casos, son promovidas por la Unión Vegetariana Internacional, una organización no lucrativa que fue fundada en 1908 en Alemania y que desde 2000 cuenta como miembro a la Unión Vegetariana Argentina. También existen entidades veganas en diferentes países como Igualdad Animal en España o Elige Veganismo en Chile; y Argentina no es ajena a este fenómeno.

Para informar sobre este estilo de vida y generar algún cambio en la sociedad, Carolina impulsa diferentes acciones junto a sus compañeros de Especismo Cero, una organización que llegó hace varios años al país y tuvo su primera sede en San Juan. "Nos enfocamos en informar sobre lo que es el especismo, que es la discriminación que se hace de las otras especies, cuáles son las consecuencias y qué alternativas hay", explicó, y dijo que están trabajando en la ciudad hace dos años. "Al principio éramos dos, pero cada vez somos más y nos vamos dando cuenta de que cada vez hay más personas que están interesadas en hacer activismo", subrayó.

En ese marco es que realizan degustaciones gratuitas en lugares públicos, donde además de compartir recetas de cocina reparten folletería y despejan las dudas de quienes se acerquen. "Las personas siempre son receptivas, tienen muchas preguntas. Es una oportunidad para que la gente pruebe la comida vegana", remarcó al respecto. Entre los principales prejuicios con los que se encuentran en estas actividades mencionó la creencia de que la comida vegana no tiene todos los nutrientes necesarios o que no es rica. "Creen qué sólo comés frutas y verduras pero no es tan así, se pueden hacer comidas elaboradas, podés comer una ensalada o una torta bañada en chocolate con dulce de leche de soja", describió.

En cuanto a los beneficios, apuntó que "si bien es una dieta muy sana, es importante hacerlo por los animales, porque tienen la capacidad de sentir y merecen consideración". Resaltó asimismo la necesidad de incorporar nuevos hábitos cotidianos, ya que desde la infancia se aprende "que hay algunos animales que podés tener en tu casa, que van a ser tu compañía", y que hay otros para el consumo. "Si respetás a los animales sabés que no es coherente seguir participando de su explotación, sino que elegís otra opción y una vez que ya estás segura de que es lo correcto es mucho más fácil seguir", sentenció.

El aumento de veganos y vegetarianos va acompañado del surgimiento de diversas propuestas: en toda la ciudad hay esparcidas dietéticas y locales del rubro, además se pueden conseguir algunas mercaderías en los supermercados. También se expande la venta a domicilio de bolsones con frutas y verduras, los emprendimientos de comida casera y los talleres culinarios. Una iniciativa que apunta a esta demanda nació hace un año en la esquina de Pueyrredón y San Lorenzo.

Sobre la mesa, un despliegue de bolsas con semillas y frascos con dulces dan la bienvenida a los clientes, una melodía que parecer ser bossa nova llega desde el patio donde estás dispuestas algunas mesas. "Empezamos este proyecto por una cuestión de un grupo de amigos que quiere hacer algo en común, como una forma de ganarse la vida y también de promover este estilo de vida", contó Franco, uno de los socios del mercado.

Si bien el local es principalmente vegetariano también está abocado al veganismo. "Nos pareció que no estaba satisfecha la demanda de un lugar donde puedan ir a comer y conseguir este tipo de productos", relató. De todos modos, señaló que este emprendimiento requiere de ciertas precauciones: "Nosotros somos bastante cuidadosos, por ejemplo no compramos suplementos dietarios que tengan cápsulas de queratina porque están hechos con cuero o huesos de vaca. Uno piensa que es fácil pero no, llevar una dietética como esta lleva mucho trabajo y muchas personas distintas a las que uno les pide las cosas, es bastante complicado".

Respecto a la dieta enfatizó que se trata "sólo de un cambio de costumbre, uno aprende de vuelta y no te lleva tanto tiempo". De hecho, hace cuatro años que es vegetariano por decisión personal, "por una creencia de que en definitiva si uno come algo que ha sufrido y está muerto, no es lo mismo que comer algo que está vivo".

-¿Cambió algo en tu organismo desde entonces?

-Sí, por supuesto. No sé hasta dónde es una cuestión psicológica y hasta dónde es una cuestión química, pero yo creo que en definitiva tienen que ver las dos cosas.