Jue 24.07.2008
rosario

PSICOLOGíA › UNA REFLEXIóN SOBRE LOS SINGULARES LOS LAZOS QUE GENERA LA AMISTAD

La valentía de tener amigos

Aristóteles, y mucho después Atahualpa Yupanqui, afirmaron que un amigo es otro yo. Y Lacan consideró que se trata de una osadía, la de "soportar la intolerable relación con el Ser Supremo". El devenir histórico de este vínculo.

› Por José Manuel Ramírez*

Ya ha transcurrido el día que elegimos para festejar la amistad. ¿Qué amor tan singular es el de la amistad, el que se profesan los amigos? Esa necesidad de amigos, de contar con otro o con otros con quienes compartir las dichas, y los afectos más diversos. Además, qué singular es este afecto que trasciende las distancias, los enojos, y a veces quizás hasta los desaires. Con qué facilidad los amigos pueden olvidar, o mejor no prestar atención a los malos momentos, en el nombre de la amistad. ¿Puede haber hechos que arrasen con la amistad, es posible tal fenómeno? En qué clase de circunstancias eso puede ocurrir. Qué hecho tan penoso e irreversible puede producir esa consecuencia. La relación del afecto en la amistad indudablemente es de la misma tela que el amor de transferencia en el análisis sólo que, valga la aclaración, dicho afecto se neutraliza en la reciprocidad (Gerard Pommier). Es lógico entonces que sufra sus mismas vicisitudes.

Atahualpa Yupanqui decía, como él sólo podía hacerlo, que el amigo es uno mismo en la piel de otro. Borges se preguntaba cómo a él no se le había ocurrido decir algo así, a lo cual Yupanqui le contestó: "Porque usted no es paisano". Sin dudar hablaba del amigo que está en un lugar muy especial en la vida de alguien. Hace allí un uso de la palabra amigo, que bueno, no es posible de aplicar a todas las relaciones. Esto la gente suele distinguirlo, a nadie se le escapa cuando se refieren a la diferencia entre el amigo íntimo, y los amigos en un sentido amplio. Pero valga aclarar que los amigos en este último sentido no son menos amigos por eso, esa diferencia no es una diferencia en cuanto a mejor o peor.

Si nos remontamos en el tiempo descubrimos que ya en Aristóteles la cuestión de la amistad ocupaba sus enseñanzas peripatéticas. Además de parecerle la amistad "como el lazo propio de las ciudades", lo cual es toda una definición pues implica una concepción ética en la que lo social es un bien, un bien que luego hará a la política. Como bien destaca Philippe Julien (Litoral nº10), al afirmar que es por esa relación consecuente que a los capítulos destinados a la amistad en la "Etica a Nicómaco" les suceda la "Política" en Aristóteles. La importancia de ese lazo en dicha ética social determina el vínculo cívico (entre los hombres) y se extiende al vínculo conyugal, estableciendo dos objetivos: ayuda mutua y procreación. El sexo queda afuera de dicha ética social en esas relaciones establecidas así.

Dice Aristóteles como Atahualpa que un amigo es otro yo, hasta allí se remonta esa idea. Y Lacan que ha dicho que el "yo es otro" nos dice en su Seminario Aún que el vínculo de amistad (philia) implica "la valentía para soportar la intolerable relación con el Ser Supremo". El reconocimiento y la consiguiente elección de los amigos por su alma es el resultado de esta necesidad de no caer bajo esa aspiración exigente del Ser Supremo, de esa aspiración de alcanzar el bien supremo fuera del sexo.

Un fenómeno bastante frecuente y extendido hoy día es acerca de la enorme importancia que los adolescentes y jóvenes dan a los grupos de amigos, en muchos casos es fácilmente comprobable que sustituyen lo familiar, se constituyen en grupos fraternos, en hermandades, en almas gemelas que acompañan en la dicha y en el desasosiego. Son interesantes esos grupos, sólo pareciera que tienen el riesgo de -por un efecto de inercia resistencial- impedir o alejar cada vez más el "encuentro con el otro sexo", con lo cual no me refiero a las refriegas más o menos frecuentes, ni al toco y me voy, sino al encuentro con lo que está fuera, el sexo, el otro sexo, la mujer, tanto en hombres como en mujeres.

Hoy se trata tan sólo de festejar ese amor de amistad por sobre las otras consideraciones más o menos ciertas pero que pueden empañar ese festejo. Llorar por los amigos perdidos, por los que no pudimos comprender o no nos comprendieron. Alegrarnos por los amigos que vendrán o que vuelvan.

Para cerrar ﷓o para abrir﷓ (como más le guste al amigo lector), la cita de una poesía de Hamlet Lima Quintana llamada "Teoría de los buenos deseos": "Que no te falte tiempo/ para comer con los amigos/ partir el pan, /reconocerse en las miradas. Deseo que la noche/ se te transforme en música/ y la mesa en un largo/ sonido de campanas. Que nada te desvíe, /que nada te disturbe/ que siempre tengas algo/ de hoy para mañana/ y que lo sepas dar/ para regar las plantas/ para cortar la leña,/ para encender el fuego,/ para ganar la lucha,/ para que tengas paz./ que es la grave tarea/ que me he impuesto esta noche/ hermano mío.

*Coordinación Psicología Rosario/12. [email protected]

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