PSICOLOGíA › SEMINARIO TITULADO "DEL SER Y LA SEXUACIóN"
› Por María Cristina De Biasi*
Con Freud, y más allá de Freud, Lacan produce una puesta a punto conceptual de la hipótesis del inconciente enlazándola de un modo decisivo al orden del lenguaje. Pero esto no significa que el inconciente sea sólo palabras. Por el contrario, que esté estructurado como un lenguaje supone una hiancia en relación al mismo: algo escapará definitivamente al orden de la palabra. ¿A qué remite esa hiancia, ese agujero? Freud lo llamó el deseo indestructible; ombligo del sueño, pero también de toda palabra que en su dimensión equívoca implique al sujeto en su decir.
La novedad del inconciente freudiano es indisociable de este otro hallazgo: no hay nada de natural para el ser que habla en cuanto a la sexualidad noción, por lo demás, que no se reduce a lo genital. El orden del deseo no se constituye ni se orienta de acuerdo a ningún parámetro instintivo o biológico. Si hay un saber que se articula al deseo nada tiene que ver con el saber no sabido del instinto, o con una información genética, sino con un saber no sabido y que se articula en la palabra: a eso llamamos el saber del inconciente.
¿O acaso creemos en serio que se habría encontrado el gen de la agresividad, o el gen que produciría la imagen del doble, o el componente que revelaría la química del amor y el deseo? Los avances de la ciencia no dejan de alimentar ficciones. Pero, aún así, en lo que compete a la ciencia misma y sus loables descubrimientos, a los que nada hay que objetar, ellos nunca dirán nada del enigma del deseo. Es algo que por naturaleza le escapa. Enigma del deseo que se articula a los interrogantes que un sujeto se hace en torno a sí mismo, y lo hace desde sus padecimientos. Sus síntomas, sus inhibiciones y sus angustias nos hablan de eso. El analista sabe que por ese sesgo dicho sujeto, de algún modo, defiende el deseo; y un psicoanálisis precisamente es la apuesta a encontrar otro camino, y no ese, para el deseo.
El enigma del deseo se nutre de otros dos no menos fundamentales: ¿qué es la paternidad? ¿Qué es la feminidad? Preguntas que reverberaron en Freud a partir de la escucha de sus pacientes. Preguntas que retoma Lacan, y que retornan una y otra vez bajo diversos modos. Preguntas que nos anotician, más allá de sus atolladeros neuróticos, de una verdad de estructura. La verdad, dice Lacan en algún lugar, tiene estructura de enigma. Y de este enigma depende en el ser que habla su lazo siempre problemático con la sexualidad. ¿Cómo accede un sujeto a su identificación sexuada? ¿Cómo accede un sujeto a su lugar de padre? ¿Qué es la función materna? ¿Qué implica la vía perversa del deseo? Son estos, entre otros, los interrogantes que nos proponemos transitar, a lo largo de este período 2009, en el Seminario "Del ser y la sexuación".
*Psicoanalista. Ver AgendaPsi.
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