PSICOLOGíA › PUNTO CLAVE EN LOS GESTOS DEL PAPA FRANCISCO
› Por Sergio Zabalza*
Ahora que se acaba de cumplir un año desde que Jorge Bergoglio asumiera como nuevo jefe de la iglesia católica, se hace interesante recordar el reportaje que Jacques Alain Miller concediera a la revista Le Point en el año 2009. En el mismo, el psicoanalista francés reflexionaba acerca de los obstáculos que el entonces Benedicto XVI encontraba para llevar adelante su función como Papa. Decía Miller: "El problema no es que haya cambiado, sino más bien que permaneció siendo lo que era. Visiblemente, no tomó la medida de la función. Vuelto Papa no se despojó del viejo. (...) este hombre honesto está enfermo de la verdad. Bajo el pretexto de que la Verdad sería Una y eterna, la toma al pie de la letra y quiere decirla toda entera, anunciar la Buena Nueva como un teorema. Desconoce la lección de Loyola: que toda verdad, incluso La Verdad, pasa mejor entre líneas; que no hay que pregonarla, asestarla, sino insinuarla, hacerla amable; que ella no debe enunciarse en todos lados, en todo momento, y a todos, del mismo modo; que es el auditor quien, en definitiva, decide el sentido del discurso que se le dirige".
Tras destacar que Benedicto estaba en camino de convertirse en el primer Papa ridículo de la historia, la entrevista terminaba con la siguiente pregunta: "La puja tendrá un límite". Miller respondió: "El próximo pontificado. Un Papa que esté al corriente, un orador".
La marcha de los acontecimientos indicó que Miller estaba en lo cierto. Benedicto XVI demostró que su enfermedad por la Verdad no le impedía advertir el derrumbe que se avecinaba. Su renuncia permitió el acceso al pontificado del cardenal argentino Jorge Bergoglio, quien sí parece haber tomado medida de la función. Es que también acertó Miller con la mención de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas. Bergoglio pertenece a esa orden e insinúa haber aprendido la lección de su legendario maestro.
En efecto, como ejemplo basta mencionar que durante el debate por la ley del matrimonio igualitario en Argentina, el entonces cardenal convocó a una "guerra de Dios" con el fin de oponerse al proyecto que finalmente terminó siendo aprobado por el parlamento argentino.
En cambio, ya como Francisco I, Bergoglio sorprendió al mundo con sus respetuosas --entre otras- declaraciones hacia los homosexuales y sus comprensivos comentarios para con las mujeres que abortan. El tiempo dirá si los gestos de Francisco I se traducen en actos concretos de cambio. Por ahora, destacamos el valor que para la salud de los semblantes cobra esta nueva posición ante la verdad, sin mayúsculas.
*Psicoanalista. La entrevista a Miller completa en: http://www.blogelp.com/index.php/un_papa_enfermo_de_la_verdad_jacques_ala
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