PSICOLOGíA › ADELA FRYD DISERTA EN LA EOL ROSARIO SOBRE "LOS NIñOS AMOS"
La psicoanalista de la Escuela de Orientación Lacaniana de Buenos Aires encontró frecuentemente en la clínica a niños con "una inflación yoica y un culto a ese yo que se emparenta casi con la locura yoica". Claves para pensar las intervenciones.
"Los niños amos: paradigmas clínicos", es el título de la conferencia que brindará mañana, a las 19.30, en EOL Rosario, la psicoanalista Adela Fryd de la Escuela de Orientación Lacaniana de Buenos Aires.
--A qué se refiere con Niños Amos?
--La casuística que se nos presenta muy frecuentemente en esta época me llevó a ubicar una posición de niños que, presentando modalidades con diverso compromiso o gravedad, evidencian una tiranía dominante. Niños que imponen sus normas: Yo soy yo, tomame como soy porque yo soy así. Hay en ellos una inflación yoica y un culto a ese yo que se emparenta casi con la locura yoica. Desde los que pretenden la plenitud del robot hasta el niño amo con pasajes al acto perversos que llegan a la criminalidad. Destacar qué es este niño amo, aunque plantee diferencias en las estructuras, refiere a elementos en común. En la clínica es frecuente encontrarnos con niños que son más amos que sus padres, que parecieran tener ellos el poder, ubicándose con una paridad asombrosa frente a cualquier autoridad. Sujetos que ya desde los dos, tres años parece que no responden a nadie pero quieren ser reconocidos por el Otro y por los otros que los rodean. Creen poseer una autonomía, comandar su elección, funcionando como niños solos que hacen lo que quieren. Se presentan marchando así y apareciendo como si nadie los pudiera parar Por qué tratar de ubicarlos? Justamente por una manera de instalarse en su posición narcisista y, por otro, lado también es necesario para nosotros diferenciarlos de otras estructuras, por ejemplo de un niño psicótico. Justamente porque, aunque el lazo con el Otro se hace complejo y difícil, no es que están fuera del discurso del Otro.
--Carácter fue una de las formas del mismo Freud para hablar de la persistencia de algo más allá del síntoma. Se puede hablar del carácter de estos niños?
--Es muy interesante el planteo porque remite a lo que Freud trabaja cuando habla del tema del carácter, un instrumento conceptual para extender la neurosis más allá del síntoma. El lo introduce cuando la patología se presentaba afectando el comportamiento del sujeto y el conjunto de su vida. Es importante porque Freud llama carácter a lo que el sujeto no satisface con el síntoma. Lo hace aparecer como un modo de satisfacción de la pulsión, y que no moviliza al síntoma como mensaje al Otro. También nos dice que no es la anulación del mundo exterior de la psicosis, sino como la introducción del desorden. Tratar mal, hacerse maltratar, hacer algo de manera repetitiva como modos distintos de satisfacción. No es una modificación del sujeto sino que moviliza al entorno, incide en el lazo social.
--Qué relación guardan estos niñosamos con el Otro? La perturbación del lazo social, de su relación a los otros, a qué extremos puede llegar?
--Son niños que creen ser artesanos de su propio destino, pero no saben cuán comandados están al no reconocer las marcas del Otro. El trabajo con ellos nos hace ver que el capricho que creen suyo no les pertenece. Son ariscos a los significantes que les ofrece el Otro y, frente a su interpelación y su deseo, responden principalmente con el cuerpo, desde la abulia hasta la hiperactividad. Ellos toman lo que el Otro dice, no están fuera de ello, pero con su actitud de indiferencia destituyen permanentemente los semblantes del Otro. Desafiar es responderle al Otro. Se podría preguntar simplemente si son niños desafiantes. Sí, es así, pero esta forma de desafío toma en todos ellos una versión muy particular. En los niños amos, el lugar del Otro causa estragos, pero en relación al Otro. Miller, a propósito de esto, establece que la gloria se refiere a la resistencia solitaria a las exigencias del Otro, solo contra todos. Esta gloria fuerza al sujeto a igualarse en el espejismo de su omnipotencia.
--El título de la conferencia habla de "paradigmas clínicos" para referirse a estos niños problemáticos. Por qué?
--Si ubicamos el lazo al Otro, el trayecto pulsional, pensamos en cómo es el niño en relación al deseo y al amor y que estos niños no se presentan con síntomas. No parece que haya una invención que sea una solución. Tener en cuenta estos puntos permitirá al analista seguir el camino de ello para construir una respuesta que muestre al Otro de una manera diferente. Se trata de despejar algo para que aparezca su invención allí donde la lengua no se transmitió, de captar la lengua propia del niño y de insertarlo en una secuencia que dé cuenta de él. Cómo hacer ceder ese goce que ahoga. El analista interviene con el tono, la voz, el gesto, la mirada, presencia que hace aparecer la chance del amor de transferencia.
--Cómo pensar la constitución narcisística en estos niños y lo pulsional?
--El narcisismo es indispensable para la constitución del sujeto, el Otro produce una herida. Pero estos niños pareciera que van al mito de Narciso, que los lleva a jamás unirse al Otro, quedando como el mismo Narciso prisioneros de su cuerpo. Narcisismo que nos hace recordar las neurosis narcisistas freudianas: no es sin Otro. Pero ellos se colocan como su Otro. El es él, y él es el Otro. En estos casos hay una relación especular que soporta las identificaciones imaginarias. El Otro no le hace enigma, y ellos parecieran presentarse también como si no tuvieran algo que les falta. Pretenden tener los objetos del Otro, como por ejemplo la mirada, pero para ser mirados, y es así como los padres quedan en la posición de testigos de estos excesos, de esta lucha por separarse del Otro, dando prueba de prepotencia y omnipotencia todo el tiempo. Justamente el planteo es cómo se constituyó esta relación al Otro, porque pensar en esto nos va a permitir pensar en el niño que tenemos que abordar. Estos niños caprichosos muestran que el yo quiero es anterior al yo pienso y, como nos plantea Miller, yo quiero lo que me pulsiona. Hay un cierto cortocircuito en el pasaje por el Otro, no esperar la voz del Otro, hay una soledad pulsional, su yo queda muy ligado al goce y no lo podemos leer como una elección.
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