Jue 14.01.2016
rosario

PSICOLOGíA › SOBRE EL MANDATO DE LA ACELERACIóN

Cuatriciclos mortales

› Por Sergio Zabalza*

Resulta ominosa la cifra de púberes y adolescentes muertos a bordo de cuatriciclos. Si bien acuerdo en destacar la responsabilidad de los padres por estas tragedias que acontecen cada verano, vale indagar qué tipo de significaciones y valores prevalecen cuando un chico se sube a un móvil cuya potencia y autonomía excede la responsabilidad y los recursos de un púber. Por empezar, la clínica atestigua que los autos suelen constituir un símbolo de la potencia del varón. Es sabido el interés que muchos hombres depositan en esas cuatro ruedas que obedecen sus demandas sin chistar, al punto de que en los países de habla inglesa al automóvil se lo trata con el pronombre femenino "she". Ni hablar de las publicidades que apelan al goce que experimenta un varón al superar a su rival en plena ruta. Se trata de un amor acorde con el narcisismo macho; claro está, hasta que llega un nuevo modelo y así sucesivamente. No es de extrañar entonces que, al entrar en la adolescencia, el joven muchacho siga los pasos del papi, tío, o cualquier otro agente que el entorno haya ubicado a tiro para imitar, admirar o competir con el rugido del mar como telón de fondo. Precisamente, en su texto "El arte del motor" (1), Paul Virilio destaca el valor de la aceleración en la mirada social que hoy invisibiliza lo fijo y privilegia lo móvil. Un movimiento que Walter Benjamin supo destacar con la aparición del cine y que hoy el ciberespacio encarna por excelencia. El adulto responsable de orientar los pasos de un joven se enfrenta entonces con su propio narcisismo (frase paradigmática: "no sabés cómo maneja mi pibe"), pero también con la carga de un entorno que estimula este riesgo insensato ( "total si lo hacen todos, qué va a pasar") Desde ya, es esperable que un adulto esté dispuesto a ceder algo de su narcisismo a la hora de poner límites al hijo, pero delegar sólo en los padres la tarea de contrarrestar esta impronta social que privilegia la aceleración no me parece una actitud prudente. El estado también debe hacerse presente, a través de la educación y las normativas, para evitar que los chicos continúen exponiendo su vida.

* Psicoanalista. Hospital Clemete Alvarez.

(1) Virilio, Paul. "El arte del motor. Aceleracion y realidad virtual". Buenos Aires, editorial. Manantial, 1996.

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