PSICOLOGíA › LOS SíNTOMAS CONTEMPORáNEOS QUE OCULTAN LA ESTRUCTURA SUBJETIVA.
El sujeto no se pregunta por lo que le
pasa sino que el síntoma resulta una
solución de goce, alejado de lo simbólico.
› Por Graciela Sobral*
En la clínica de esta época surgen cierto tipo de síntomas que llamamos "síntomas contemporáneos", que muchas veces ocultan la estructura subjetiva y que, más que mostrar un significado reprimido para el sujeto muestran un nudo opaco de goce que no admite preguntas. El sujeto no se pregunta por lo que le pasa y el síntoma aparece más claramente del lado de una solución de goce, alejado de lo simbólico.
Entonces a partir de los años 70 hablamos de discurso capitalista, de síntomas contemporáneos, del sinthome, de la "cosificación" del sujeto: efecto de la producción de subjetividad que determina el neoliberalismo.
Si el sujeto de los años 50 se movía con soltura en relación al lenguaje y trataba de que la verdad de sus síntomas fuera revelada, esa posición no es la que caracteriza al sujeto actual, que es menos dado a la interrogación subjetiva. Aun los que somos mayores vamos cambiando en el sentido de la época, entre otras cosas, por ejemplo, también vamos firmemente adheridos a nuestros gadgets como si lo hubiéramos hecho toda la vida.
En mi práctica clínica, hay un tipo de casos que ilustra bien este anudamiento de la sociedad actual y los síntomas contemporáneos: la anorexia. Decimos anorexia pero, evidentemente, no todas las anorexias son iguales. A grandes rasgos podemos pensarlas en relación a los dos tipos de síntomas que hemos descrito. Hay una anorexia que se inscribe en la lógica del síntoma metafórico, freudiano. Es un síntoma que tiene en cuenta al Otro, que se dirige a él. Se trata del sujeto neurótico, por ejemplo una joven histérica, que hace un síntoma anoréxico pero éste no constituye ni el centro de su vida ni de su ser, se inscribe más en la línea de un mensaje dirigido al Otro. Puede padecer anorexia durante un tiempo más o menos largo pero en este caso la anorexia se comportaría como cualquier otro síntoma, sería susceptible de ser interpretada y podría perder su virulencia o desaparecer más o menos fácilmente cuando su valor en relación a la demanda y el deseo se esclarezca.
En cambio, hay otros casos que muestran una estructura diferente. Cuando hablaba de los síntomas contemporáneos decía que en muchos casos éstos ocultan la estructura, que puede ser una neurosis o una psicosis. Ahora bien, no es lo mismo tratar un síntoma en una neurosis que en una psicosis. El síntoma en la neurosis tiene la capacidad de desplegar una verdad y de ser interpretado. En la psicosis, en cambio, es mejor no intervenir directamente sobre el síntoma o no tratar de contrariarlo porque es posible que éste cumpla una función de suplencia, es decir que el propio síntoma constituya un anudamiento, algo que le permita al sujeto seguir adelante con lo insoportable, con el horror. El sujeto neurótico tiene un recurso para hacer con lo imposible que es la significación fálica. El psicótico, no. Frente a determinado encuentro con lo real el psicótico, al no disponer de algo que vele lo real, puede desencadenarse o, en el mejor de los casos, puede hacer un síntoma que evite el desencadenamiento.
Como hemos dicho, hay toda una suerte de síntomas que proliferan actualmente, los llamados síntoma contemporáneos (anorexias, bulimias, toxicomanías, agresividad, etc.) que pueden estar cumpliendo esta función. Los sujetos están cada vez más desabonados del inconsciente, cada vez tienen menos recursos simbólicos. En ese sentido podemos hablar de la abolición subjetiva.
En estos días una joven paciente me contaba un episodio que puede ser interesante para ilustrar esta cuestión. No se trata de una paciente anoréxica pero frente a un acontecimiento trágico de su vida, del que le cuesta hablar, comenzó a preocuparse por su imagen, a verse gorda. Esto le ocurre durante el transcurso del verano pero ella no contó nada en sesión. Lo cuenta ahora, el día en que se dio cuenta de que mientras padecía este temor a engordar, en el transcurso de 3 meses, íle mandó 1000 fotos a su novio! No se trata aquí de presentar el caso pero me pareció interesante pensar, por un lado, que usa el síntoma "verse gorda" en lugar de hablar de lo que le pasa y, por otro, que frente a esta carencia en lo simbólico, aparece la prevalencia de la imagen tan característica de nuestra época tecnológica. í1000 selfies en lugar de una palabra!
Entonces, para concluir, el malestar en la cultura actual, el discurso del neoliberalismo empuja al sujeto a esa posición de sujeto abolido. Un sujeto que es dócil frente al discurso capitalista y su capacidad para producir subjetividades, subjetividades "artificiales", podríamos decir, que no están en consonancia con lo verdadero del sujeto sino con los significantes de la época o con los ideales impuestos, que luego resultan insostenibles. Más allá del ejemplo de la anorexia que es muy interesante porque tiene dos patas (la del síntoma metafórico, más vinculado al deseo y la del síntoma epocal, más vinculado al goce) esto que estamos señalando lo vemos a diario, sujetos que hacen carreras universitarias que en realidad no les interesan, que tienen novias o esposas que no les gustan, que no saben por qué han tenido una vida que no deseaban realmente. Se trata de sujetos que no se hacen responsables de su lugar de sujeto y deponen su deseo. Gozar, se goza. Lo difícil es desear y sostener un deseo que nos permita disfrutar.
En muchos casos el psicoanálisis puede servir para que el sujeto se encuentre con sus deseos más íntimos y se responsabilice de ellos, para emprender una vida orientada desde dentro (de sí) y no desde fuera.
El psicoanálisis nos puede ofrecer una gran ventaja terapéutica y su teoría, por otro lado, nos muestra de qué manera el sujeto actual puede verse atrapado en unas redes que lo posterguen subjetivamente.
*Miembro ELp y AMP. Madrid. Fragmento de "La abolición subjetiva en el mundo actual" del blog de la autora.
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