PSICOLOGíA › ENTREVISTA AL PSICOANALISTA JORGE ALEMAN. PARTE II
Jorge Alemán reside actualmente en España y es Consejero de la Embajada Argentina en ese país. Aquí habla de la angustia en la época actual y también sobre los sentidos de la vergüenza.
› Por José Manuel Ramírez*
Luego de la Conferencia que dictó sobre Angustia y Etica, invitado por el Centro Cultural del Parque de España y el Consulado de España; el psicoanalista Jorge Alemán -residente en España y actualmente Consejero Cultural de la Embajada Argentina en España- habló con Rosario/12 de Filosofía, Política y Psicoanálisis. Alemán acaba de publicar "El porvenir del inconsciente. Filosofía, política y época del psicoanálisis" (Grama ediciones).
-Después de su conferencia sobre Angustia y Etica, ¿qué diría de la angustia en la época actual?.
-La época actual ha elegido otras cosas, los ataques de pánico, la falta de autoestima, la depresión, y ha intentado borrar - ésta es para mí una de las grandes cuestiones de la política - progresivamente han intentado borrar la diferencia entre el animal y el ser parlante. Quieren disolver esa frontera, es además el negocio de la técnica que esa frontera se disuelva. Y, me parece, que el psicoanálisis es un discurso para resistir esa disolución. No puede haber una disolución de la frontera que separa al ser parlante del animal. Eso no quiere decir que en el ser parlante no haya vida, no haya cuerpo, ni que... uno de los motivos de la angustia es que hay que habitar un cuerpo, pero una cosa es que el ser parlante no pueda más que, está condenado a, habitar un cuerpo, y otra cosa es que se disuelva la frontera y que sea tratado como una gradación distinta que la rata y de los seres vivos.
-Los desarrollos de las neurociencias...
-Que están ligados a proyectos corporativos, proyectos de aseguradoras, proyectos de control, nuevos dispositivos de la biopolítica, nuevos dispositivos de disciplinamiento y mantienen, o fuerzan, o intentan mantener los afectos impropios -para utilizar la expresión de ayer- a la subjetividad.
-¿Qué idea tiene hoy sobre la última parte del Seminario 17 de Lacan, sobre la vergüenza?
-Bueno, hay dos sentidos de la palabra vergüenza. Uno que creo que hay que defender que es que la vergüenza es un afecto que no se debe perder porque es una manera de establecer una frontera con respecto a lo real, yo pondría, inscribiría a la vergüenza en la misma serie del pudor, es decir, todo lo que vemos de la estructura mediática y de la sociedad del espectáculo está organizado en función de que la vergüenza no exista, tiene un empuje falsamente desinhibidor. Yo creo que la catarsis es reaccionaria. Que lo que se promueve catárticamente de: hacer hablar, hacer explotar el afecto, dejar que todo se exprese, es ejercitar una ideología reaccionaria y que, al revés, la verdadera experiencia de lo que significa habitar la lengua exige pasar por estos obstáculos del pudor, la vergüenza; y que puede haber un más allá de eso, pero que efectivamente, en primer lugar hay que respetar el orden que la vergüenza y el pudor implican.
Y después hay otro intento por parte de las sociedades que los propios psicoanalistas se avergüencen del psicoanálisis, como si fuera una práctica que no tiene ya las cartas de legitimidad. Es decir que el siglo XXI intente que el psicoanálisis sea una rama de la cultura y que no haya psicoanalistas. Que sea como un gran aporte, una gran contribución, una gran teoría literaria, un gran aporte filosófico, y entonces que al psicoanalista se lo avergüence, pero ahora en otro sentido, que tenga una actitud tímida y vergonzante de lo que ha sido su práctica. Y bueno, Lacan de algún modo había anticipado... es curioso que en el momento en que Lacan era más famoso, y más prestigio tenía, considerase incierto el porvenir del psicoanálisis.
-Y respecto del problema de la debilidad mental, digo en relación a las masas y a las políticas que considera a la gente puesta sólo en relación a la necesidad.
-Es un problema muy serio. En la película "Crash", una película excelente, hay una serie de personajes a lo largo de un mismo día se comportan como canallas, traidores, héroes, buenas personas, seres terribles, seres encantadores, el mismo personaje pero en una configuración que no deja de mostrar que hay a lo largo del día una lucha de todos contra todos, por el pequeño espacio, por la pequeña parcela, entonces yo no veo otra posibilidad frente a esta desintegración de los lazos sociales, frente a ese estado de debilidad mental flotante, que hacer volver el discurso político. La única posibilidad de enhebrar de nuevo algo que pueda jugar como un suplemento y que le de al lazo social un soporte, y lo veo en los países donde el discurso de la política ha vuelto a tomar forma. Es la única posibilidad de inscripción para un montón de sujetos que si no se quedan afuera. Ahora, de todas maneras el discurso político no garantiza en absoluto la salida de eso, porque ya hemos comprobado que no puede haber un discurso político pleno de sentido, como se propuso en los 70, un proyecto que pudiera inscribir a todos, y que todo el mundo lo hiciera propio y que todo el mundo reconociera su identidad en ese proyecto. Hay que pensar otras cosas para el proyecto político. Hay un doble problema, frente a esa disolución de los lazos sociales yo no veo que haya otra forma que no sea establecer de nuevo las condiciones de la política. La política, como dije ayer, es la tragedia, es la idea de que las cosas se puedan transformar aunque a la vez sean imposibles de transformar.
*Psicoanalista. Coordinador de la página de Psicología Rosario/12. La primera parte del reportaje, fue publicada el 12 de octubre de 2006. También participaron de la entrevista con preguntas los psicoanalistas de la EOL Rosario Rubén López, Marcela Errecondo y Héctor Tarditti.
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