OPINIóN
› Por Leo Ricciardino
Con las cifras en la mano, el intendente reelecto de Rosario Miguel Lifschitz eligió las palabras justas para esgrimir su más secreto desquite: "No hay dos ciudades, hay una sola y eligió continuar con el desarrollo, el crecimiento y las políticas de inclusión social", disparó eufórico el hombre del socialismo que desde ayer está sentado sobre casi el 60% de los votos de los rosarinos. La mayor diferencia que un jefe comunal haya sacado en las historia de las elecciones de la ciudad.
Que duda cabe, Lifschitz ha sido una pieza clave para el Frente Progresista en la elección provincial. La diferencia enorme de Rosario, más las sorpresas de Villa Gobernador Gálvez, San Lorenzo y distritos de gran corte como Rafaela; terminaron por confeccionar un mapa indescontable para el Frente para la Victoria.
Temprano, fue el propio presidente del Concejo Municipal y cabeza de lista de candidatos a concejales del socialismo (una nómina sin extrapartidarios); Miguel Zamarini el que se animó a quebrar el silencio impuesto para los bocas de urna y cerca de las 19 vaticinó: "Estamos sacando en Rosario una diferencia de más de 27 puntos". Y con esas cifras se animó a poner en combate "al octavo concejal de nuestra fuerza", dijo eufórico. Y este es el otro dato, el socialismo contará con una clara mayoría en el cuerpo legislativo local y sólo si se decide a disimular semejante hegemonía, tendrá que tender lazos hacia los bloques opositores para sacar las ordenanzas que el Ejecutivo considere importantes.
Héctor Cavallero, el segundo lejos en esta elección, optó por una sumatoria que amortigue el impacto de los números cuando dijo que a Lifschitz "lo votaron dos de cada tres rosarinos y a mí uno de cada tres". De todos modos, el ex intendente no decepcionó respecto de lo que se esperaba de su performance para contribuir a la sumatoria que acerque y, en el mejor de los casos, pusiera en expectativa al Frente para la Victoria en toda la provincia. La elección no se perdió en Rosario solamente, pero esta ciudad fue la inclinó la balanza de manera definitiva.
Pero Lifschitz también sabe otra cosa: Nunca dudó de su reelección, pero muy diferente hubiera sido el mandato que comenzará el 10 de diciembre si Hermes Binner no se hubiese alzado con el Ejecutivo Provincial. El socialismo acuñó la frase "vienen Buenos Tiempos", pero el intendente conoce de sobra que deberá esforzarse mucho para superar sus primeros cuatro años de gobierno en la ciudad.
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