OPINIóN › PANORAMA POLITICO
› Por Pablo Feldman
Termina un año en el que no hubo sorpresas pero si novedades. El triunfo de Hermes Binner en las elecciones provinciales lo transformó en una de las figuras políticas del 2007 a la que se agregan indudablemente Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri.
Que en 2007 se haya consagrado al primer gobernador socialista de la historia, y que su mandato lo ubique en la Casa Gris para los fastos del bicentenario, es un hecho que no sólo trasciende los límites de la provincias, sino también las fronteras del país. Así lo entienden, al menos, en las proximidades del despacho de la Presidenta, donde se esmeran por construir una relación seria y respetuosa con el líder socialista, que le será más útil en los foros internacionales, para construir la imagen de progresismo que esbozó CFK en su discurso de asunción frente a la Asamblea Legislativa, que el servilismo de la UCR residual que arrió el vicepresidente Julio Cobos.
Para Binner, en tanto, no es menor el desafío de desarrollar no ya su programa de gobierno, sino potenciar a partir de su figura una opción viable para el futuro en el espectro progresista que el kirchnerismo quiere monopolizar.
Binner ha dado muestras de equilibrio en ese sentido, al tomar distancia tanto de las profecías apocalípticas de "aliados" como de algunos personajes y conductas del elenco estable K, que como puede verse nítidamente no ha sufrido modificaciones.
En cuanto a la política provincial, desde la Casa Gris se sigue en silencio, pero con atención, el proceso de reacomodamiento en el PJ, que después de casi un cuarto de siglo en el ejercicio del poder deberá debutar en la construcción desde el llano. Para eso es inevitable un recambio no sólo de nombres sino generacional. Y no se trata únicamente de cuestión etárea -lógicamente también presente- sino metodológica y hasta ideológica.
Ni Carlos Reutemann, ni Jorge Obeid tienen chances de continuar decidiendo el futuro del PJ. Por diferentes razones, y no sólo por una cuestión de almanaque, ninguno de los dos ex-bi-gobernadores, puede encarnar la nueva ola peronista. Algo parecido le podría suceder a sus "delfines" Ricardo Sponozzi del Lole y a cualquier "obeidista" como Mario Lacava o Marcelo Gastaldi -por citar algún ejemplo, si tuvieran aspiraciones- su llegada al kirchnerismo fue tardía, ya que tanto uno como el otro de los "ex" siempre se sintieron más cómodos con otros compañeros: Carlos Menem y Eduardo Duhalde, respectivamente. No obstante la dinámica peronista los incluye a todos, pero la impronta "K" (exacerbada por Cristina) agrega algunos elementos que -Reutemann sobre todo- ya ha podido conocer. La lealtad de y hacia sus cuadros es más fuerte que el costo de mantenerlos en sus sitios. El caso de Guillermo Moreno es el emblemático, pero sin ese nivel de rechazo, el costo/beneficio de mantener a Agustín Rossi como presidente de bloque de diputados, abona esa hipótesis. Rossi perdió la interna y luego Rafael Bielsa (¿lo recuerdan?) fue arrazado por Binner. El "Chivo" fue el que puso la cara antes que nadie en el búnquer de la derrota, y hasta
sobreactuó optimismo con una encuesta de Julio Aurelio (¿apareció?).
Pero gestos como esos -cercanos a la inmolación- son reconocidos en el mundo K, y Agustín Rossi se perfila como el candidato a conducir al peronismo en los próximos años. Hay que decir en su provecho que fue uno de los primeros en aterrizar en el kirchnerismo y no por descarte o necesidad (como algunos dirigentes ya mencionados) sino por convicción. Cabe recordar que el diputado se había alejado del PJ, y trabajado un tiempo con Chacho Alvarez (antes de que abandone) para después del desencanto provocado por el reciclado ex-vicepresidente, se volcara a la actividad privada.
Tal vez el único que podría disputarle ese lugar sería el intendente de Rafaela, Omar Perotti. El ex ministro de Obeid, debe estar especulando con la oportunidad de hacerlo. Su rol al frente de la comuna más grande que controla el PJ lo pone en un lugar menos cómodo que el que tiene Rossi, sobre todo pensando en el trato cotidiano con el gobernador Binner.
Perotti está muy considerado en la Casa Rosada, no sólo por haber soportado el lastre de la candidatura de Bielsa y ganar en su ciudad, sino por su perfil técnico y político que más temprano que tarde podría instalarlo en el gabinete nacional. Pero aún así, y sobre todo para no afectar un ápice el vínculo con Binner, desde la Rosada dejarán que se arme el juego en Santa Fe, sin incidir, al menos a la luz pública.
En este contexto, y con un comienzo promisorio, Hermes Binner tendrá su período de gracia. Que no tuvo Cristina en la nación, ni Miguel Lifschitz en la intendencia de Rosario, quienes cosecharon un gran respaldo popular en la ratificación del rumbo trazado en los cuatro años transcurridos. Lo nuevo es Binner. Y todas las miradas apuntan hacia allí. La de los que especulan con su fracaso, pero fundamentalmente la de los que esperan que las cosas mejoren. Ha tenido un buen comienzo, con medidas arriesgadas y acertadas, siempre dentro del "período de gracia". En pocas horas más el 2007 habrá quedado atrás, y habrá que comenzar a construir el presente y diseñar el futuro, para que en la historia no quede únicamente registrado el año de los triunfos electorales.
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