OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Hoy la palabra memoria estará en todos los discursos, en todos los actos que recuerden el Golpe de Estado de marzo del '76. Pero la memoria tiene caprichos, extrañas formas y, a veces, gestos tiernos y humorísticos que permiten recordar. Lo importante es tener presente ese pasado que siempre nos alcanzará.
› Por Leo Ricciardino
Mi hija Cecilia sabe lo que me interesa y yo sé que a veces finge interesarse por cosas que a mí me interesa que le interesen. A los 11 años, su inteligencia y su sensibilidad le han enseñado eso de mí y es un regalo enorme que siempre espero con sumo placer. El otro día, el miércoles pasado, me dio uno de esos regalos: "Hoy en clase hablamos de ese general Vidalesi", me dijo con media sonrisa que soltó entera y transformó en carcajada cuando yo pregunté ¿de quién?, aunque sabía perfectamente a la persona que se refería. Es como un chiste interno entre ella y yo: Videla fue una vez Vidalesi en una rápida clase de historia casera, a ella le salió así y ahora no puede pensar en el dictador sin antes pensar en su apellido deformado que le causa tanta gracia.
Yo también me acordé del chiste cuando lo dijo y pensé que esa era otra forma de la memoria. Acordarse de un chiste que actúa en una nena de 11 años como disparador del repaso de una de las tragedias políticas argentinas más dolorosas. Lo pequeño, lo nimio que alcanza para recordar, en un mecanismo involuntario.
Por supuesto, el interés sobre el tema de parte de mi hija no difiere del de cualquier otro niño de su edad y grado escolar. Pero yo (y quiero suponer que ella más tarde) siempre tendremos ese secreto disparador de esta etapa de la historia argentina. Para ella la clave será ese inexistente general Vidalesi, a él no lo olvidará y eso la llevará a otros recuerdos, a otras indagaciones a medida que crezca y entonces estará cumplido el ciclo de la memoria. Y yo estaré más que satisfecho.
La memoria es caprichosa y tiene atajos inesperados como este para mí, pero habrá cientos, miles, para muchos otros. El tema es que se pueda contar, que este período histórico vital para comprender incluso a la Argentina de hoy, tenga un relato. Una narración que permita comprender a una generación, a una Nación, y a una atrocidad tan grande que no pueda repetirse jamás.
Y por eso está bien que el día feriado para recordar -por más que sirva a muchos para el miniturismo sea el día del Golpe de Estado y no aquel en el que se recuperó la democracia, como se propuso en un debate público en estos días. La historia de los pueblos también esta hecha de derrotas y de vergüenzas, y es necesario recordarlas. Quien sólo está dispuesto a recordar los buenos momentos de su vida o es demasiado vanidoso para reconocer las pérdidas que todos sufrimos o es un perfecto idiota.
Los actos podrán ser hoy más o menos multitudiarios, el recuerdo como sociedad más o menos profundo; pero todos tendremos -según nuestras edades algún detalle que nos haga recordar lo que pasó.
Ya recorrimos distintas etapas de la memoria, del no te metás, a los dos demonios, de ahí, a las leyes del perdón y los indultos, de ahí a los juicios orales que empiezan a llegar. También pasamos por el "basta, no quiero saber más nada". Pero el tema vuelve, cuando menos lo esperamos y habrá entonces que seguir dandole vueltas como sociedad hasta pulir el recuerdo de la mejor manera posible. El general Vidalesi, por lo pronto, ha sido el primer paso de mi hija en el largo camino de la memoria colectiva. Y un regalo para mí, por supuesto.
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