OPINIóN › 7 DÍAS EN LA CIUDAD
Ejecutivo municipal y concejales de la oposición recrearon, a su modo, esta semana el debate de los últimos días entre el campo y el gobierno. El disparador fue el incremento de la Tasa General de Inmuebles, pero las alusiones al enfrentamiento que tuvo en vilo al país durante 20 días, estuvieron presentes en todo momento.
› Por Leo Ricciardino
Dos veces, por lo menos, se cruzó esta semana en el debate político local el extendido conflicto entre el campo y el gobierno que ahora desembocó en una tregua de 30 días que ya comenzaron a correr. Y las dos veces enfrentó al oficialismo en Rosario con la oposición. Primero, el intendente Lifschitz que le respondió al concejal del peronismo Arturo Gandolla con una chicana: "¿Cómo, el concejal viene de la Plaza de Mayo de apoyar a la Presidenta por el aumento de las retenciones y resulta que no quiere que aumente la Tasa Municipal? Es contradictorio", disparó el jefe del Ejecutivo local.
La segunda vez, fue en plena sesión del Concejo en oportunidad de tratarse el polémico aumento de la tasa. Con la barra llena de vecinos que se oponían al incremento y lo hacían a viva voz interrumpiendo el debate de los ediles; el presidente del cuerpo Miguel Zamarini se exasperó: "Eh, qué se creen, que están en Plaza de Mayo", en una chicana obvia dirigida al corazón del peronismo. "Es que Zamarini no está acostumbrado al debate, él cree que todo es aburrido y verticalista como en los congresos del socialismo", salió a cruce Gandolla.
Más allá de las razones está claro que el ánimo político en Santa Fe y en Rosario, está crispado después de los posicionamientos que empezaron a tomar unos y otros de cara a los duros planteos que hicieron los chacareros y las más duras respuestas que recibieron del gobierno.
En rigor, ninguno tiene la razón. Lifschitz, porque no se puede considerar por igual el aumento de las retenciones que el aumento de la tasa municipal. Zamarini porque la pequeña barra del Palacio Vasallo estuvo muy lejos de ser la plaza de Mayo, y Gandolla porque sabe que en muchos congresos socialistas se ha discutido mucho y fuerte.
Pero lo importante ûen este caso para la oposición en la ciudad es que han sentido como nunca antes que "las balas pueden entrarle al intendente". Si bien el incremento de la tasa terminará siendo inferior a los 20 pesos para casi el 90% de los contribuyentes rosarinos; el retoque impositivo no es gratuito. Tiene un costo político y sobre todo si se lo pone en la perspectiva de que en 100 días de gobierno Lifschitz debió retocar también el costo del boleto del transporte y la tarifa de taxis que está cercana a otro incremento.
La oposición siente por primera vez que puede dar pelea aún contra un esquema de mayoría absoluta como la que tiene el oficialismo en el parlamento local. Se puede levantar en bloque y dejar al oficialismo solo votando en el recinto o puede, como hizo esta última vez, llenar la barra del Concejo de vecinos enojados que aplaudan sus discursos antes de pasar a la votación. El sufragio era un trámite, pero igual los canales de la TV local estuvieron allí transmitiendo en directo.
Como sea, tanto el intendente como el presidente del cuerpo Zamarini, saben que tendrán que buscar los consensos por más que tengan los números para imponer sus posiciones, sobre todo cuando éstas tengan un impacto social importante. Más allá de la justeza o no de la medida, está claro que gestionar muchas veces incluye retomar la práctica más vieja y noble que pueda tener la política: el diálogo.
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