Mar 22.07.2008
rosario

OPINIóN

Coincidir con Carlos Menem no escandaliza, pero define

› Por Colectivo de Mujeres La Verdecita (*)

Ante los votos negativos del inundador sojero Reutemann, Latorre y Giustiniani, haber votado en contra de la derogación de la resolución 125 implica ni más ni menos que:

*Profundizar el modelo arrollador del monocultivo de soja y sus secuelas irreversibles para la salud humana, para la tierra y el medio ambiente

*Persistir en la expulsión de miles de argentinas/os del campo ya que la soja emplea una persona por cada 500 hectáreas condenándolas/os al desarraigo y a un destino de pobreza en las ciudades

*Negar al Estado la facultad ﷓a través de los derechos de exportación﷓ de amortiguar la suba de los precios internos de los alimentos

*Favorecer a los sectores liberales de la economía que siempre se han opuesto a la intervención del Estado para regular políticas en defensa de los intereses de los sectores más vulnerados.

Reutemann ﷓ese "pequeño productor santafesino" como se autocalificara sin ruborizarse en su exposición en el Senado defendiendo la siembra directa y el modelo sojero "imparable" (sic)-; Roxana Latorre, su ladera incondicional ﷓al menos por el momento, por allí todavía perduran algunos afiches de su candidatura a gobernadora que la muestran sonriente junto a CFK﷓ y Rubén Giustiniani ﷓a quien no le recordamos en sus dos mandatos como diputado nacional ni en el actual como senador haber impulsado ninguna ley que defienda el derecho del pueblo al acceso a la alimentación y a las divisas﷓ no dudaron ni se escandalizaron al coincidir con Menen dentro del recinto y con Cavallo, Duhalde, Lopez Murphy y la Sociedad Rural fuera de él, para dar su voto negativo al proyecto enviado por Diputados.

Santa Fe ha dejado de producir alimentos en aras del paradigma sojero y de las millonarias ganancias de los agronegocios. ¡Y pensar que Giustiniani impulsó la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos! Habría que preguntarle a este socialista si hay un nuevo derecho humano: a la rentabilidad extraordinaria y si el derecho al acceso a los alimentos ha sido borrado como derecho inalienable, al menos de su universo discursivo, ideológico y legislativo.

Las retenciones no son otra cosa que derechos de exportación que permiten capturar parte de la enorme renta del agro. La producción agraria tiene una particularidad sobre la industrial, tiene a la tierra como factor de producción que no es producida por el trabajo humano ni es reproducible. La tierra es patrimonio social y por lo tanto el Estado tiene legítimamente la facultad de regular la forma en que esa renta agraria se distribuye.

Por supuesto que las retenciones en sí mismas no implican un cambio del modelo rural ni constituyen per se una política agraria. Pero sí constituyen un avance para frenar la sojización. ¿Con qué autoridad moral algunos legisladores se amparan en el argumento que es facultad del Congreso no del Ejecutivo fijar las retenciones (dicho sea de paso, discusión aún no zanjada entre los juristas) cuando desde ese mismo Congreso no se hizo nada para frenar a las multinacionales de los agronegocios, la extranjerizacion de la tierra ni se legisló para un modelo agrario alternativo? Un Congreso ignominioso que permitió por acción u omisión el remate del patrimonio económico y social de las/los argentinas/os.

Las mujeres, al sostener la soberanía alimentaria como principio y como derecho de los pueblos a definir sus políticas agrarias y alimentarias, defendemos el desarrollo sustentable que se basa en el respeto a la tierra, que implica la protección de los mercados locales, la disponibilidad de alimentos diversos, sanos y seguros, el resguardo de las semillas amenazadas por los transgénicos como la soja. Porque la tierra es un bien común que no debe ser mercantilizada ni degradada. Porque el derecho a la alimentación no puede ser soslayado o negado frente a la ponderación del supuesto derecho a la rentabilidad que esgrimen las cuatro entidades del campo y que los legisladores con su voto negativo convalidan. Defender estos principios no nos convierte en oficialistas sino en mujeres comprometidas en la lucha contra un modelo agrario que contamina, excluye, extranjeriza, y beneficia a unos pocos, esos que siempre han estado en contra del los intereses de los intereses de las mayorías nacionales y populares.

Detengamos la sojización y luchemos por la soberanía alimentaria: la tierra, los alimentos, las semillas, no se negocian. Sí a la rebaja del IVA a los alimentos y No a la rebaja del IVA a los agroquímicos. Por otro modelo rural que alimente a las/os argentinas/os y no a los chanchos de China. No a los agrocombustibles, la tierra para producir alimentos en forma no contaminante y respetando a la naturaleza. Porque tenemos a derecho a comer lomo a precios accesibles para todas y todos los argentinos.

(*) Organización no gubernamental de la ciudad de Santa Fe.

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