OPINIóN › PANORAMA POLíTICO
› Por Pablo Feldman
Justo al momento de cumplirse el primer aniversario del histórico triunfo del Socialismo, el gobierno de Hermes Binner enfrenta el primer encontronazo de relieve con la oposición. Hasta ahora, en los 9 meses de gestión aparecieron y luego se esfumaron algunos nubarrones entre los que se destacan el último conflicto con los docentes, que si bien parece superado, inflingió al gobierno un costo político mayor al esperado por el mismo, y de apariencia innecesario y evitable para la opinión pública. Más aún, el propio gobernador sobredimensionó la incidencia del conflicto y hasta llegó a plantearse como "un mojón" en el vínculo gobierno/gremios, en una exageración peligrosamente parecida a la que guió al matrimonio Kirchner en su disputa con la entidades que nuclean a distintos sectores del campo. Pero como ya se dijo unas líneas más arriba, el incidente parece superado y encaminado a partir de la instauración de la "paritaria docente" que permitirá discutir salarios dos veces al año, lo cual representa un cambio estructural en la relación Estado/sindicatos. Tras cartón, el gobierno se abocó a presentar el aumento tarifario que más allá de lo antipático que es en sí mismo, fue amplificado por la inadecuada presentación que se hizo del mismo, en un yerro que repite la falta de una explicación firme y contundente a la hora de anunciar el mes pasado la "nini reforma tributaria".
Esa falencia en la exposición ante la opinión pública por parte de los ministros involucrados se vio "corregida y aumentada" por la sorpresa que significó para los propios legisladores del oficialismo enterarse por los diarios. Así se lo hizo saber al gobernador el vicepresidente del bloque, el radical Darío Boscarol, que fue de todos modos sumamente cuidadoso en el reproche para no darle "pasto a las fieras". Es evidente que el Ministro Ciancio ocupa la cartera por los conocimientos técnicos que el gobernador le reconoce, porque de manejo político tiene para aprender, y no sólo por cómo hizo los anuncios sino por la manera en que intentó respaldar la necesidad y justicia de los incrementos, cosa que quedó expuesta en un par de reportajes en los que además los periodistas no tenían un interés especial de acorralar al ministro.
Más ajustada fueron las explicaciones del ministro Coordinador Antonio Bonfatti, que agregó elementos al "latiguillo" esgrimido hasta el momento de que "la demagogia del gobierno anterior que no aumentó impuestos nos obliga a esto". Seguramente hablando con los números sobre la mesa esa sería la razón principal, pero a esta altura es necesario acompañarla de datos y elementos que hagan participar a los santafesinos de la decisión tomada.
"No se aumentaron los impuestos pero se dejó de vacunar contra enfermedades que estaban superadas y ahora reaparecieron", dijo Bonfatti a este cronista y agregó un dato lapidario: "En Santa Fe aumentó la mortalidad infantil en los años 2007 y 2006" y lo atribuyó a la "suspensión de programas de Salud Pública". Si esto es así realmente, el gobierno no sólo debe darlo a conocer -como cuando se encontraron miles de preservativos y anticonceptivos en los depósitos del Ministerio de Salud que debieron ser distribuidos- sino también avanzar en presentaciones judiciales contra los funcionarios anteriores por el incumplimiento de sus deberes. Sería muy bueno, ya que se está sobre el asunto, que se diera a conocer qué pasó y qué sucede ahora con los programas de educación sexual y salud reproductiva que por ley deberían estar funcionando a pleno.
Volviendo a la cuestión de la presentación de las acciones del gobierno, en los últimos días -no antes- tanto Binner como sus principales colaboradores han abandonado la actitud defensiva para intentar conducir las discusiones. Es lo menos que se espera, sobre todo si del otro lado -como en el caso de Ingresos Brutos y la eliminación de los privilegiados- están personajes que revistaron en las filas de los gobiernos dictatoriales y algunos se reciclaron en la democracia. Dar por sobreentendidas algunas razones es permanecer en un microclima impropio de un gobierno popular y progresista. Más aún es necesario hacer expresas las diferencias con aquellos que se presentan como progresistas y no se comportan como tales. En ese sentido, es auspicioso el "despertar" de algunos legisladores del peronismo, algunos con más períodos legislativos que Juegos Olímpicos de los que participó Juan Curuchet. Parece que han descubierto la justicia contributiva, la distribución del ingreso y hasta la importancia de la obra pública. Después de tanto tiempo de ejercitar la articulación escápulo-humeral es bueno que hagan lo propio con el cerebro. Pasar de levantar la mano a elaborar un juicio crítico es un gran avance que tal vez experimenten algunos legisladores santafesinos.
Por las dudas reapareció en la escena provincial Agustín Rossi después de haber sobrellevado las alternativas del conflicto con el campo. Con el jefe de la bancada de Diputados Nacionales sucede algo extraño: La mayoría de los intendentes de su partido -más de un centenar- se cruzaron de vereda y si bien la interna se sofocó a instancias de Néstor Kirchner, la dualidad de liderazgo -en el mejor de los casos- no es fácil de sobrellevar. Carlos Reutemann no quiere asomar la cabeza por ahora, y Ricardo Spinozzi no tiene peso específico, más allá de la chapa de presidente del partido. Rossi, en cambio no sólo asoma la cabeza -a veces la "pone" innecesariamente- sino que tiene peso propio, pero en esta coyuntura se parece mucho al lastre. Reutemann puede y no quiere y Rossi que quiere no puede. Dentro de este esquema, en el que a Rossi lo respalda el PJ de Rosario que conduce Luis Daniel Rubeo, su candidatura de Diputado nacional no correría peligro. Así lo quiere el matrimonio K, que también anhela que Reutemann figure en la boleta como candidato a Senador nacional. Ni Rossi se atrevería a cuestionar la presencia de aquel que "al primer cacerolazo se pasa de bando" (sic Rossi), sobre todo porque sin resolverse los problemas con el campo, una lista con Rossi como principal "llamador" no sólo perdería la elección sino que difícilmente llegaría a retener el caudal cautivo del PJ.
Es por eso que de ahora en más se verá un mayor énfasis en la cuestión provincial, aún cuando las responsabilidades de "El Chivo" lo ubican en el escenario nacional. Hacer eje en la cuestión provincial le permitirá recuperar el apoyo de los jefes comunales peronistas, últimamente más cerca de Binner que de Rossi en tanto representa la política de Cristina de Kirchner.
El socialismo a su vez deberá unificar criterios no sólo para los comicios del año que viene, sino para sostener la gestión. La relación con el gobierno nacional no parece que sea un problema, más allá del rol de cada uno, todos saben que no hay mucho que esperar. Sin embargo, Binner sigue intentando mejorar un vínculo que desde la Casa Rosada ya no despierta el interés de otros tiempos. No porque la estrella del socialista se haya apagado, todo lo contrario, sino porque se han resignado y saben que Binner no será nunca un aliado incondicional. Esto debería alcanzar también a la interna del socialismo; y dejar de sobreactuar la oposición que en esta semana pudo verse cuando el senador Rubén Giustiniani recibió a Alfredo De Angelis, para quien es lo mismo un senador socialista que un nazzional socialista como Biondini con quien coincidió en la defensa de "la patria" con horas de diferencia del encuentro con el legislador santafesino. Evidentemente para el dirigente de Federación Agraria todo sirve si se opone al gobierno. Es de suponer que el senador Giustiniani tiene un pensamiento político más elaborado.
Tanto a nivel nacional, como provincial -si es que alguna vez se esperó contar con el apoyo del reutemismo- la "no-nata" transversalidad ha pasado a la historia, frente a esto el peronismo que ha sido beneficiario de estos "ententes" sabe reacomodarse. Los integrantes del Frente Progresista, en cambio, repiten viejas mezquindades que pueden costar muy gravosas, no sólo en términos electorales sino pensando en la gestión. Después de casi un cuarto de siglo de gobiernos el PJ, tenerlo enfrente debería ser suficiente como para tener que lidiar también internamente.
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