Quise escribir para el aniversario del diario. Lo pedí yo. Escribir sobre el puntual acontecimiento de que un diario cumpla 18 años, y que ése fuera "el Rosario".

Pensé en decir algo específico, algo para éste diario y no otro; escribir sobre lo que significa para mí hacerlo adentro de uno más grande y más ancho con alcance nacional. Que en este caso el diario mismo fuera motivo de un escrito y no ya los muchos temas que me han convocado a lo largo de los últimos tiempos.

Tengo la sensación, la íntima convicción de que Rosario no existiría sin este diario. Estas hojas no representan: Son al ciudad, no hay una urbe que lo preceda siquiera. Y tanto es así que la lleva a todas partes, la transporta. A Los Angeles, San Francisco, Neuquén, Venado Tuerto o Pérez.

En estas pocas páginas viajan palabras propias.

Hay una cirugía que quienes lo escriben hacen cada tardecita, los que seccionan, cortan, pegan, sacan pedazos, extirpan novedades y luego arman y mandan a analizar a los lectores. La Rosario palpada. Viva.

Viaja Echesortu a España o Tío Rolo a Roma, viaja el parque Independecia a Humahuaca o la palabra Monumento o bandera van juntas a Montrevideo. Rosario se pasea por el mundo, las máquinas, los bares, las cocinas. Va la Terminal Mariano Moreno a darse una vuelta por Santiago de Chile y un rosarino con el mate no está exiliado ni dormido entonces.

Hace 18 años que Pellegrini se mezcla con hielo en Canadá y las islas con humo penetran en Iguazú o Comodoro por las páginas éstas.

La ciudad va por la ventanilla de los escritos en contratapa y es un placer contar con un matutino que le de bolilla a la poesía o a hilar frases que no caben en policiales ni en secciones frías y fijas.

Este diario hace nacer una Rosario leída.

Y hay que festejar que la autopista a Santa fe resbale por las calles de San Pablo, parte del Paraná llegue a Beijin, chupen o beban frescura húmeda en todos lados y una ciudad fresca nazca para darnos identidad y presencia cada mañana en cada vida.

Quise escribir porque la lapicera de este diario hace que la gente se agote menos cada vez que nos vamos a pensar a otra parte, a vivir a otros mundos. Y ese hecho, durante 18 años, es en sí mismo un motivo de celebración.