OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Hermes Binner primero y luego -con más vehemencia su ministro de Trabajo-, dejaron en claro para los empresarios de la región que no pasarán por alto ninguna decisión de las patronales que termine en despidos por la crisis. El caso testigo de la General Motors.
› Por Leo Ricciardino
El ministro de Hermes Binner que más carácter imprime a la gestión -y se sabe que muchas veces además de la solvencia técnica, en política hace falta algo más, algún plus-, ha fijado con más vehemencia la frontera que ya había trazado el propio gobernador de Santa Fe. En efecto, el ministro de Trabajo Carlos Rodríguez ha prometido defender "el empleo de hasta el último trabajador de esta provincia, con uñas y dientes, porque esa es nuestra tarea". Y además, explicó cómo va a hacerlo: Con esa herramienta que si se aplica correctamente y con decisión puede, efectivamente, poner freno a la desesperación muchas veces anticipada o desmedida de los sectores patronales. Los mecanismos preventivos de crisis.
Ese instrumento legal habilita a la autoridad laboral a exigir a los empleadores que deban acreditar los motivos de los despidos con papeles que respalden las bajas en la producción. Es decir, justificar que efectivamente y más allá de la sensación generalizada, esa empresa, en ese preciso momento, está realmente en una crisis por la que debe recurrir al despido.
Por eso es que General Motors ha decidido lanzar primero los 500 telegramas de despidos, desactivarlos después y señalar nuevamente que, en realidad, "sólo" serían 300 los trabajadores afectados a la "reducción". GM sabe, al menos lo saben sus directivos jerárquicos en la provincia y el país, que Santa Fe ha cedido mucho para que esa planta automotriz se instale en Alvear. Y es por eso mismo que la noticia, en medio del impacto de la crisis financiera global en la economía real del país, fue tomada por el gobierno de Santa Fe como algo casi personal. En síntesis: Si GM aprovechó todos estos años de beneficios impositivos que se restaron a todo tipo de servicios para los santafesinos -precisamente por los empleos que se crearon a cambio-, ahora, en medio de la tormenta, lo que se le pedirá es que mantenga a todos los marineros en el barco.
Y si la empresa, por más grande y multinacional que sea, ha comenzado a pagar solicitadas en los diarios explicando su versión de la situación es porque efectivamente el mensaje del gobierno provincial ha sido recibido. Ahora vendrán instancias de negociación para establecer que el costo sea nulo o por lo menos lo más bajo posible. Y ese gesto se les ha pedido a todos los empresarios de los rubros que primero comenzaron a verse afectados, es decir aquellos que tienen una vinculación directa con el mercado internacional, por más que la recesión terminaría por extenderse a todos los sectores. Algo que recién comienza y que tiene más o menos gravedad de acuerdo con el analista que se escuche. Hay para todos los gustos por estos días.
Con todo, lo más importante es que la administración provincial se mostró rápida de reflejos en este tema y que nadie salió disconforme del último cónclave entre gobierno, empresarios y trabajadores en la Casa Gris. Muchas veces, anticipar algunos movimientos puede ser un síntoma de reacción política, algo que este gobierno recién ha comenzado a ejercitar. En buena hora.
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