OPINIóN
› Por Claudia Saldaña*
En la madrugada del sábado, alrededor de las tres de la mañana, las consecuencias de la tormenta del 2 de febrero se cobraron una nueva vida. Se trata del joven Olivera, de 26 años, quien se llevó por delante con su moto una columna de la empresa Telecom, que permanecía cruzada en la calle Alvarez Condarco a la altura de Casacuberta.
La columna fue arrastrada por la caída de un gigantesco álamo. Plantas que por su tamaño ya produjeron innumerables destrozos en el barrio y cuyos pedidos de extracción por vecinales de la zona, concejales y particulares, que nunca fueron atendidos, constan en documentos.
Como consecuencia, la indignación se apoderó del barrio. A más de diez días de lo sucedido y de muchísimas intimaciones a la empresa telefónica, la columna sigue allí, cruzando la calle. Su presencia contrasta con el silencio de Telecom y la ausencia de medidas de seguridad por parte del municipio. Como siempre pasa, parece que tiene que ocurrir una desgracia para que aparezcan las soluciones. Quizás mañana la columna esté en su lugar y el tránsito sea restablecido en la calle Alvarez Condarco. Lo único que faltará será la presencia del joven Olivera, víctima de la impericia y desidia de empresarios y funcionarios que piensan más en los resultados económicos que en la vida de las ciudadanos.
En busca de relaciones con fenómenos similares, el desastre en Tartagal terminó con dos vidas y fue noticia nacional por la bravura de la tormenta. En Rosario, con Olivera, los muertos suman 9. Y según el intendente Miguel Lifchitz todo fue controlado eficazmente. Y otra vez quedó demostrado que tenemos que soportar nueve muertes más por la desidia del Ejecutivo municipal.
Muertes que se habrían evitado si el estado municipal estuviera más dedicado a proteger a los ciudadanos comunes, es decir, a los más humildes.
Son innumerables las medidas que toma el ejecutivo municipal para demostrar el genuflexo apareamiento con el capital concentrado. Por ejemplo el planteo de los costos calculados para el transporte público, como el actual de $1,95, que prepara a los usuarios (léase trabajadores, estudiantes) para un nuevo aumento. Esta medida denota que nunca entendió al trasporte público como un elemento de primera necesidad para el ciudadano, sino que lo considera un negocio, como lo piensa un empresario.
Del mismo modo, la negativa de construir en la zona cero, noreste de la ciudad, las miles de viviendas con fondos del Plan Federal que resolvería el problema de la falta de techo a innumerables familias. Así como defiende a capa y espada cada uno de los proyectos urbanísticos del capital concentrado (barrios privados, torres y complejos comerciales), sostenidos por el intendente Lifschitz, la Secretaria de Planeamiento Marta Levin y también por la corte de levantamanos, los concejales del Frente ¿Progresista?
Además, tanto en Rosario y ahora en la Provincia, cuando hay problemas o cuestiones irresueltas la culpa la tiene el gobierno nacional, la crisis mundial o algún gobierno anterior, parecería que sigue vigente la actitud de Poncio Pilatos.
Queda demostrado que en nuestra ciudad sigue reinando la irresponsabilidad. Cruda realidad de políticas para minorías que algún día sepultarán el marketing y la escenografía montada. Ese día nos preguntaremos si la Rosario socialista es en verdad la mejor ciudad para vivir como le gusta decir a los publicitarios oficialistas.
*Diputada Provincial
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