OPINIóN › PANORAMA POLíTICO
› Por Pablo Feldman
Una vez más Carlos Reutemann fue tapa de los periódicos, no sólo de la región sino de los medios nacionales. Inicialmente por el desencuentro con su ex-vicegobernador Marcelo Muniagurria, y superado -no sin costos para ambos- por una serie de definiciones sorprendentes, como por ejemplo su ubicación ideológica "en el mismo lugar que Lula", o su crítica cerrada a las candidaturas "testimoniales" sin que sus interlocutores le recordaran su rol de pionero en ese aspecto. En cualquier caso, al menos hasta el 28 de junio cada paso del ex-piloto de Fórmula Uno será seguido con especial atención dentro y fuera de peronismo. Al día siguiente, con "los porotos contados" -como él mismo dice- habrá que ver qué rol le cabe. Sólo una victoria en su disputa por la banca en el Senado le permitirá sentarse en la mesa de la sucesión presidencial, y dada la relevancia de la contienda no parece buena idea "gastar a cuenta" como puede verse a su alrededor. Más que la disputa con Agustín Rossi, la gestión socialista es un escollo que la subestimación reutemista parece no contemplar y que puede resultarle gravosa.
Pero antes de avanzar en lo que será el "mano a mano" que el reutemismo presagia con el socialismo, vale la pena detenerse un instante en el episodio que marcó la semana. ¿Muniagurria pudo inventar lo de la candidatura del Lole? ¿Cómo es posible que haya "entendido" tan mal la respuesta de Reutemann? ¿Hace falta que diga algo más que "si Carlos sigue macaneando no tendrá chances en el futuro? Preguntas desde el "ángulo invertido": ¿Después de tres años sin hablarse -dijo Lole- la "conversa" era únicamente para hacerle saber que le tenían simpatía?, ¿no le dio Lole la más mínima esperanza, no habría una nueva llamada?. ¿Para qué llamó Reutemann a funcionarios muy cercanos al matrimonio presidencial, antes de la gran difusión del tema?
Y para rematar algunas "imágenes" desde afuera: ¿No será que Reutemann creía que los votos se podían sumar, y que algún colaborador le hizo saber que después de que le birlaran la banca a Alfredo Bravo a manos del PJ porque los votos de dos boletas que llevaban su nombre no se sumaron se sentó un precedente para la elección de senador? Porque además había un riesgo extra, no fuera cosa que cosechara más votos la papeleta del PRO que la del Frente Federal, aunque ese punto estaba salvado porque -según fuentes del PRO- el Lole había acordado con Muniagurria que el ex-presidente de la Sociedad Rural de Rosario no fuera candidato.
Pero todas estas conjeturas, y otras tantas, cedieron paso a los hechos: Reutemann le cortó el rostro a su amigo Muniagurria y sobreactuó su equidistancia política: "Si Lula es de izquierda izquierda de ahí soy yo también", dijo sin que le pesara en absoluto y repitiéndolo como si eso lo tranformara en realidad. No vale la pena desmontar semejante decorado, ya se sabe quién es y cómo piensa Lula y más todavía cómo piensa y qué hizo Carlos Reutemann.
Pero a la luz de las tapas de los diarios y del tratamiento que recibe el dos veces gobernador de Santas Fe, su estrategia no parece desacertada. Desde la portada de ayer de Clarín, Reutemann "cuestionó las candidaturas testimoniales" y no precisamente reclamando "derechos de autor", sino objetando la conducta de quienes se presentan para un cargo que no asumirán. Exactamente lo que él hizo en 2003 cuando encabezó la lista de diputados provinciales, mientras era gobernador en funciones y senador nacional electo unas semanas antes.
Pero eso pasó hace como seis años, casi una eternidad, cuando todavía era de derecha.
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