OPINIóN › PANORAMA POLíTICO
› Por Pablo Feldman
El mensaje de Eduardo Duhalde llegó hasta a Carlos Reutemann a tal punto que el ex piloto de fórmula uno aceptó la visita de Felipe Solá con la condición de que el encuentro no se publicitara previamente, y que luego "según el contenido de la charla" se diera a conocer con la explicita aclaración de que "no se habló de candidaturas para el 2001". Los operadores del encuentro, entre quienes se destaca el ex gobernador santafesino Jorge Obeid, hicieron las cosas de tal modo que el "gran organizador" -como definen ahora al ex presidente provisional Duhalde-quedó satisfecho y se atreve a imaginar un binomio que enfrente con chances de ganar a la fórmula que integre Julio Cobos a quien Duhalde ve hoy como el dirigente de mayores perspectivas presidenciales.
Se organizó un asado en Guadalupe, y a la misma hora que encendían el fuego en el quincho, la atención de la opinión pública se centraba en el Congreso donde Cleto Cobos reunía a "la oposición", con las ausencias de Reutemann, Solá y Elisa Carrió. En el caso de la diputada electa por la Capital Federal, nadie se sorprendió porque ya se sabe lo que piensa de su correligionario, pero sí se esepeculó sobre las razones del faltazo de Reutemann, nada menos que en el Senado de la Nación. Una de las razones era que nadie que se sienta con expectativas de ser Presidente puede "ir al pie" ante el llamado del bueno de Cleto. Ni los socialistas se hicieron presentes, aún cuando anunciaron que "así como está la ley de medios la votamos en contra".
Pero lo más llamativo no fue el faltazo del Lole y de Felipe Solá -estaba su "socio" Francisco De Narváez- sino la absoluta ignorancia acerca del paradero de ambos por parte de algunos dirigentes "del palo" que evidentemente no lo son tanto. A la hora de organizar la reunión, estuvieron los hombres de Duhalde, Raúl Rivara (diputado electo de Union Pro) y Obeid, que parece haber recuperado el entusiasmo perdido en los últimos años. A lo largo de un par de horas, y con el compromiso de no dar mayores detalles y unificar declaraciones entorno a "buscar la unidad del peronismo y no hablar de candidaturas", Felipe Solá le dijo a Reutemann que él aceptaría ser candidato a vicepresidente unicamente si el candidato a la Rosada fuera él. De ese modo Felipe se reencuenta con Duhalde, le mete presión a Lole -lo que quería el caudillo bonaerense- y se posicionó como el "plan B" de ese sector que hoy se agrupa contra el kirchnerismo pero que tiene un origen común que se remonta a los años de Carlos Menem, cuando Reutemann ingresó a la política, Felipe fue secretario de Agricultura y Ganadería, Jorge Busti era electo en Entre Rios, y Juan Schiaretti era el número dos de Domingo Felipe Cavallo, figura central de la política de los 90.
Este grupo, más un contigente de gobernadores y ex gobernadores es el "tanque de ideas" de la dupla que no termina de armarse. Como pasó hace algunos años, la última palabra la tiene Reutemann, sólo que esta vez en lugar de salir a buscar un muleto -si dijera otra vez no- el reemplazante está ahí nomás, y se llama Felipe Solá. Ese es el acuerdo primordial al que se llegó en la reunión de Guadalupe, y si bien no estuvieron todos los que son, a los dirigentes mencionados se pueden agregar Ramón Puerta, Mario Das Neves, los hermanos Rodríguez Saá, Juan Carlos Romero y otros caciques provinciales. Todos ellos adhieren a la metodología que surgió desde el duhaldismo: "Es Lole con Felipe, y si no es Felipe con el apoyo del Lole y todos nosotros", mandó a decir el "organizador" que según sus operadores está dispuesto a aceptar de regreso a todos los compañeros que no estuvieran "quemados por la actual gestión", entre los que podrían aprecer algunas sorpresas como funcionarios de primera línea del actual gobierno y figuras que aún revistan formalmente en el kirchnerismo. La "reorganización del peronismo" que apareció en la pública como el motivo central de la reunión, es en realidad una manera de "tomar lista" para saber de ahora en más "quién está de este lado" según dijo uno de los participantes del almuerzo.
No obstante los buenos augurios y -paso importantísimo- que definió el operador, las dudas rodean al personaje, y la actitud de Reutemann sigue siendo una incógnita indescifrable. Para los bonaerenses la reunión fue una bisagra en la conducta del ex piloto, cuya últimas apariciones públicas lo ubicaban entre la pena y la nada. Después del "episodio Latorre" pareció mucho más golpeado el Lole que la Senadora a la que demonizaron los acólitos del Senador que no se quería quedar atrás después de haber visto como a su jefe "se le salió la cadena". Pasaron unos días, un poco de encierro, guardando silencio -es lo que mejor le sale a Reutemann- y un "reset" político que parece haber puesto otra vez en la cancha al corredor. Los peronistas que lo consideran "la esperanza blanca" están contentos, algunos un poco más críticos se preguntan hasta cuándo dura esa primavera y qué sucedería si sobreviniera otra tormenta. Es muy difícil predecirlo, lo mismo si Reutemann será finalmente el candidato. No lo sabe él, cómo podrían saberlo aquellos que elucubran fórmulas en la laboratorios políticos en condiciones de estabilidad que generalmente no se reproducen en la vida real.
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