OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Ha llegado el momento de comenzar a consolidar lo actuado hasta aquí y capitalizar lo que se pueda después de tantos años de gobierno. Eso es lo que está pensando Lifschitz, quien sigue elaborando un relanzamiento de su administración que mejore sus chances de aquí al próximo año de elecciones.
› Por Leo Ricciardino
El intendente Miguel Lifschitz está decidido a tratar de consolidar este año un proceso que lo lleve a capitalizar para sus aspiraciones provinciales la mayor parte de su gestión frente al municipio. Consciente de que desde el año pasado y lo que va de este pocas han sido las buenas nuevas, el jefe comunal tratará de poner nuevamente en valor a su administración ante la consideración pública. Los problemas del gobierno provincial en varios frentes arrastraron también las dificultades que a nivel local comenzaron a verse desde hace tiempo, principalmente vinculadas a la falta de financiamiento para llevar adelante un aunque sea discreto plan de obras públicas y dejar de estar sumidos en la urgencia del cumplimiento cotidiano de los servicios como transporte y recolección y disposición final de residuos.
Nadie mejor que Lifschitz sabe que el Congreso de la Lengua ya quedó muy atrás en el tiempo, que la avenida de la Costa es un paisaje constante y rutinario para miles de rosarinos y que las obras de remodelación del área costanera central tienen sus inconvenientes antes de ser reinauguradas. El Puerto de la Música queda muy lejos todavía en el futuro y ha sido centro de las principales cargas políticas de la oposición. ¿Qué hacer entonces para volver a poner en valor su gestión y dejar de aparecer como un equilibrista que solamente sostiene el transporte y el salario de los municipales? Sin plata no hay muchas posibilidades, pero sí puede explotar la consideración de todo un período de crecimiento en la ciudad y eso se hace a través de la comunicación. Es por eso quizás que ha vuelto al elenco un veterano de mil batallas en ese frente como el licenciado Claudio Demarchi, periodista y experto en comunicación política ligado al socialismo desde hace décadas.
De habilidades cercanas y de mayor financiamiento deberá valerse el intendente para seguir proyectando su candidatura a gobernador para el año próximo. Y sabe que deberá hacerlo en lo que resta de 2010 porque el año próximo se lo "comerá" casi entero el cronograma electoral nacional y provincial. Pero primero lo primero: Si no se puede llegar a tapar aunque sea los baches más grandes de Rosario, será cuesta arriba seguir convenciendo a votantes que dejaron ya muchas partes valiosas de sus autos en esos cráteres que se profundizan con las lluvias pero también con el lento ritmo de reparación que sólo es superado por las cuadrillas que contrata Aguas Santafesinas para erradicar los corralitos. Y este no es un tema menor, no es una queja de un vecino con demasiado tiempo para observar: Es, lamentablemente, la realidad más palmaria del estado de las cuentas oficiales tanto a nivel provincial como local.
El que aparece hasta ahora como principal competidor de Lifschitz dentro del Frente Progresista en la carrera para suceder a Hermes Binner en su cargo, es el intendente santafesino Mario Barletta. Que ya ha empezado a trabajar duro en esa dirección y que tiene como ventaja sobre su par rosarino que su gestión es reciente, es un primer mandato en una ciudad que estuvo muchos años lejos de la mano de dios y en donde casi todo es inaugural. Pero tiene una desventaja: Los radicales que lo impulsan cree que no llegará a instalarse a nivel provincial y que si no se presente él mismo a la reelección municipal, pueda perder también ese bastión. Como sea, Lifschitz ya ha tomado nota de que no está solo en la carrera y -por las dudas también vigila a dirigentes de su propio partido que podrían reclamar con derechos la chance de competir en 2011.
Tampoco deberá descuidar la sucesión y en todo caso acordarla con Binner y Rubén Giustiniani porque de la fuerza que traccione su candidato a intendente en Rosario dependerá también el espaldarazo a nivel provincial. Todos estos frentes y combinaciones en un marco en el que el socialismo ha comenzado a experimentar su desgaste político en la administración de la ciudad y la provincia; en un escenario que sin duda no era el que esperaban los protagonistas.
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