OPINIóN › 7 DIAS EN LA CIUDAD
Las dificultades para avanzar en consensos son constantes, y no sólo a nivel nacional. También la política local está impregnada de las necesidades y las definiciones para 2011. La semana pasada, la concejala Daniela León presentó un proyecto para garantizar la asistencia de los ediles, como lo hizo Julio Cleto Cobos en el Senado nacional. La puntillosidad reglamentaria tiene que ver con la coyuntura, y con las alianzas que se empiezan a tejer de cara a las elecciones.
› Por Leo Ricciardino
Está claro que el consenso no es el fuerte de este país. Se ve en cada paso que dan oficialismo y oposición en el Congreso Nacional, pero también se observa a nivel local en el Concejo, donde está la representación política de la ciudad. Así como el vicepresidente Julio Cobos -el mismo que desata la ira kirchnerista y de algunos opositores casi por igual pretendió arriar a los senadores hacia el quórum mediante una solicitada en los diarios; aquí la concejala Daniela León (del mismo partido que el vicepresidente, aunque esto sea nada más que un dato) presentó un proyecto en la misma dirección. En rigor, tanto a nivel nacional como local ya existe en la reglamentación de los cuerpos colegiados la facultad de dar a publicidad a los legisladores que faltan a una sesión, así como también el descuento de la dieta. Son ítems olvidados en el fárrago de artículos normativos que sólo se recuerdan en el marco de una gran tensión política.
Es más, el otro asunto que presentó por estos días en el Concejo Municipal la concejala León -el que se refiere a las inconductas y las agresiones verbales también está reglamentado desde hace tiempo y puede acarrear incluso la pena máxima que puede administrar el cuerpo, que es la expulsión.
Ahora, establecer por qué asoma en este momento semejante puntillosidad reglamentaria, tiene como siempre una coyuntura política. Esa coyuntura política tiene nombre y apellido: Jorge Boasso. Es cierto que la famosa iracundia del edil radical lo ha puesto en situaciones apremiantes e incluso -por motivos también políticos y jurídicos estuvo al borde de la expulsión del cuerpo en otra oportunidad. Pero lo que enoja a varios concejales de la oposición es que Boasso "está tratando ahora de volver a entenderse con el socialismo de cara a las candidaturas del año que viene, porque vio que solo con la UCR no podrá avanzar demasiado", según la sensación que recogió este periodista. Y el enojo de Boasso tendría más que ver con la exposición pública de esta situación que con otra cosa.
Sea como fuere, está claro que la responsabilidad de ir en las últimas elecciones con el sello UCR y aliado con Daniela León después de las barbaridades públicas que ambos protagonizaron; no es sólo de Boasso. Lo mismo que la relación de éste con el socialismo, tiene dos partes. Todos escuchamos la semana pasada los elogios públicos del intendente Miguel Lifschitz hacia el edil que había permitido "destrabar" la votación para la modificación tarifaria del servicio del transporte urbano de pasajeros. Con altísimo perfil, como es el caso de Boasso o con bajísimo perfil, siempre hay dos partes que acuerdan. Claro que la exposición tiene sus costos, pero esto ya lo sabe quien ha deambulado por las bancas del Palacio Vasallo durante tantos años.
En síntesis, el problema no es el concejal de mentas y su carácter. Es mucho más profundo y se relaciona con las necesidades de los distintos sectores a la hora de negociar proyectos, candidaturas y cargos de distinta índole. Cuando los números quedan ajustados, las mezquindades flotan en la superficie.
Desde diciembre el Concejo Municipal tiene la expresión política fruto de las últimas elecciones locales. Y esa fotografía dice que el oficialismo tiene que trabajar el doble para conseguir la mitad de los acuerdos que antes conseguía, en épocas de mayoría automática. Pero este 2010 es el año previo a la elección del año próximo que no sólo volverá a renovar una porción de la legislatura local, sino que también pondrá en juego el sillón principal del Palacio de los Leones. En ese contexto también hay que buscar la tensión política de estos días.
A propósito de esta situación, el peronismo sabe que ha avanzado un poco en la construcción de una imagen de alternativa de poder en la ciudad. Pero también es cierto que tiene por delante un dilema no menor: Elegir un candidato potable para disputar la intendencia, y allí resolver el debate entre los anotados no será fácil. Por ejemplo, ¿será mejor para un sector María Eugenia Bielsa o Héctor Cavallero?. ¿Qué pasará con Diego Giuliano por el otro? Es temporada de estrategias.
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