OPINIóN › PANORAMA POLíTICO
› Por Pablo Feldman
Las declaraciones del gobernador Hermes Binner entorno a la aplicación de las retenciones por parte del Poder Ejecutivo Nacional fueron la noticia política de la semana. En rigor, el líder socialista no dijo nada nuevo ni diferente de lo que sostiene desde hace tiempo, inclusive desde los años en que el senador -a cargo del Poder Ejecutivo- Eduardo Duhalde las instaló en el sistema tributario argentino. A nadie entonces, ni ahora, se le ocurrió calificar de "duhaldista" a Binner, sin embargo después de sus dichos recientes, hubo quienes llegaron a imaginarlo como vicepresidente de Néstor Kirchner en el próximo período. La posición del socialismo ha sido históricamente segmentar las retenciones hasta su eliminación para el caso de los pequeños productores. Pero si se aplican, creen que son un instrumento de la política económica de un gobierno que tiene las facultades para utilizarlas como mejor crea. Dicho esto -que no es ninguna novedad- lo que vino después es más interesante de cara a los comicios del año que viene. Por orden de "mérito" las decraciones de Eduardo Buzzi fueron las más desafortunadas: Para el capataz de Biolcatti "Binner tiene que rectificar o ratificar lo que dijo", como si se tratara de una injuria, y remató con "traiciona a los productores" en un arrebato de autocrítica del subconsciente. Binner es gobernador de Santa Fe, no delegado de una entidad gremial o empresarial del campo. Como suele suceder, los terratenientes que "alimentan" a Buzzi fueron más prudentes y dejaron que su espadachín hiciera el papelón.
Desde la política, algunos se mostraron sorprendidos, pero nadie "arrojó la primera piedra", apenas una arenilla, con la excepción de la tormenta de viento y tierra -que no sirve para nada- que intento desatar Elisa Carrió anunciando su salida del Acuerdo Cívico. Como tanto le gusta consiguió la tapa de los diarios -que antes había tenido Binner- y el elogio de sectores de la prensa a los que les es tan útil como al propio oficialismo a la hora romper el arco opositor. Con argumentos repetidos, que no llegan nunca a ser una autocrítica profunda, Carrió se fue otra vez, y más allá de los lamentos públicos y de protocolo es lo mejor que podía sucederle a quienes pretenden ofrecerse como alternativa al kirchnerismo.
Si en la oposición no puede construir, con todas las ventajas que ofrece el no tener compromisos ni testimonios de gestión, no hace falta imaginarse qué sucedería en el gobierno. Por eso, es mejor que esto haya sucedido ahora y no un par de horas antes de los cierres de lista, como ocurrió otras veces con los mismos protagonistas. Así lo entendió la UCR, o el sector que no quiere ir detrás de los delirios de nadie ni del oportunismo de Cleto Cobos. Tanto que Ricardo Alfonsín estará esta semana en Santa Fe y se terminará de acomodar la "ingenieria electoral" que seguamente lo encontrará con Hermes Binner compartiendo una fórmula presidencial.
Pero eso no es lo que más le preocupa el gobernador, sino la continuidad del Frente Progresista en Santa Fe que lleva muchos años y un proceso de construcción más serio que las alquimias a nivel nacional. En ese sentido el principal enigma gira entorno a la actitud de los seguidores de Carrió, que ya no tiene el ARI, ni el GEN y que muestra diferencias entre las conductas de Pablo Javkin y Carlos Comi. El primero, legislador provincial de buena relación personal con Binner, y con una conducta irreprochable a lo largo de la gestión. Comi, en cambio depende mucho más de lo que diga Carrió -no sólo por la mala relación con los socialistas- sino porque la ve semanalmente en el Congreso Nacional y debe escuchar sus diatribas contra los "socios" santafecinos. "no podemos hacer una cosa a nivel nacional y otra en la provincia", dijo Comi apenas pasadas las declaraciones de Binner y la erupción de Carrió. El tiempo dirá si es así, o se equivocó. Por ahora, nadie del grupo sacó los pies del plato y en la provincia las cosas siguen como estaban.
Dentro del socialismo también hay cosas para analizar. Salvo Rubén Giustiniani -que probablemente pasa más tiempo dialogando con sus pares que con Binner- nadie hizo otra cosa que respaldar los dichos de Binner y sentir alivio por la salida de Carrió. El senador que fue su compañero de fórmula encontró otro punto para "diferenciarse" de Binner en su afán de sucederlo en la Casa Gris. Las recorridas que hace "Pechito" no las hizo cuando fue candidato en la elección que perdió con Carlos Reutemann, y su discurso se centra no ya en la defensa de la gestión socialista, sino en el 82% móvil, la Ley de Glaciares, y otros temas que son importantes pero que poco tienen que ver con el proyecto iniciado en 2007 poniendo una bisagra a la historia de Santa Fe. Nunca dijo ni una palabra de los siete hospitales que se están construyendo, ni de los cientos de escuelas, o del Puerto de la Música o de la nuevas comisarias que empiezan a edificarse después de 50 años sin una sola nueva. Es su elección, y seguramente no será la de Binner. Por tanto, deviene la interna, salvo que Giutiniani se de cuenta -más vale tarde que nunca- que el riesgo que corre es mayor que no resultar nominado candidato a gobernador. Binner dijo que Antonio Bonfatti sería un buen candidato, o alguno de sus ministros, y naturalmente Miguel Lifschitz sigue siendo una figura insoslayable. Ya hay encuestas, que deambulan entre el nivel de conocimiento y la imagen del candidato. Binner las mira con atención y es probable que eso ayude a definir apoyar al que esté mejor posicionado dentro del proyecto que comparten y que evidentemente no contiene al senador nacional. Ya se ven los primeros aprestos, hay mucho por delante y el camino se va abriendo.
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