OPINIóN › 7 DÍAS EN LA CIUDAD
El Partido Justicialista perdió la paciencia después de que el intendente
cordobés Luis Juez dijera que "Rosario resistió 23 años de corrupción del
gobierno provincial". Ordenó responder a todos los ataques de Binner. Lifschitz también ingresó al campo de batalla azuzado por el aumento de la TGI y reforzó la secretaría de Cultura ante el avance de la gestión provincial en ese ámbito.
› Por Leo Ricciardino
Ya está. Ni hace falta una firma: La guerra se ha declarado formalmente. El Partido Justicialista de la Provincia de Santa Fe, ha ordenado -orgánicamente- responder a todas y cada una de las críticas del Partido Socialista y, principalmente, del diputado nacional Hermes Binner. Así como el magnicidio del archiduque en Sarajevo fue el principio de la primer contienda bélica, porque estaban dadas las condiciones; las declaraciones del pintoresco intendente de Córdoba Luis Juez, hallaron en la pira política que se venía armando con paciencia, el material necesario para que el fuego comenzara.
"Rosario resistió 23 años de corrupción de los sucesivos gobiernos peronistas de la provincia", dijo el "incendiario" en Rosario y se volvió para Córdoba. Consultado por la prensa local por si quería hacer algún tipo de aclaración, Juez se negó a distinguir entre Vernet, Reviglio, Reutemann y Obeid. Todos adentro, todos peronistas. "Yo los conozco bien, no se olvide que vengo de allí", agregó el cordobés.
El cimbronazo hizo que hasta el olvidado Víctor F. Reviglio volviera temporariamente al ruedo público para recordar que fue "el responsable de que Binner tuviera su primer cargo, cuando lo nombré director en el área de Salud Pública". En un intento por abrazar al socialista contra aquellos tiempos de cooperativas y saqueos administrativos. "Le agradezco a Reviglio por el puesto", respondió Binner irónico y siguió con su caracterización funesta de los destinos provinciales.
Si bien lo de Juez es, por lo menos, una afrenta a la verdad; el PJ teme en serio que se sume a la cadena de argumentos que puedan marcar en la conciencia de los santafesinos la necesidad de un cambio de rumbo para el 2007.
Así como Binner, Lifschitz y compañía encontraron en el lanzamiento de la empresa provincial del agua un frente para dar batalla de cara a los próximos comicios; el Justicialismo halló en el incremento de la Tasa Municipal -y el aumento que se vendrá para el transporte- un pasillo estrecho (pero cree que largo) por donde penetrar la altísima adhesión de esta gestión en Rosario.
Esta "debilidad" socialista logró sacar a Lifschitz de atrás de su escritorio del Palacio de los Leones y ponerlo en la arena justo al lado de Binner. Hay dos acciones de esta semana que marcan claramente ese rumbo: La inusitada dureza contra la gestión de Jorge Obeid en el discurso de apertura de sesiones ordinarias del Concejo Municipal; y la decisión de remover a Marina Naranjo de la secretaría de Cultura para sacar del banco a su gestora "estrella" en ese ámbito, Chiqui González.
Por más que Lifschitz lo niegue públicamente, la llegada de Jorge Llonch a la secretaría de Cultura de la Provincia y, sobre todo (como se anticipó en esta columna el año pasado) la apertura de la Plaza Cívica de la ex Jefatura de Policía; dispararon una presencia en la ciudad del gobierno provincial que ni la permanencia semanal del gobernador en Rosario había logrado en los últimos años.
Los socialistas más que nadie saben cómo cosechar los frutos de una gestión cultural de alto perfil, es una marca de Rosario. Durante años, la provincia naufragó entre la abulia, la falta de presupuesto y sobre todo, el desconocimiento de las necesidades del rosarino medio. Ahora, con un hombre salido de la cultura local trabajando para el "enemigo", el panorama es para preocuparse. ¿O quién otro que no sea Llonch podría haber convencido desde una oficina pública a Fito Paéz de un recital gratis como el que anoche se desarrolló en la Plaza San Martín?. Tanto el titular del área en la provincia como Chiqui González negaron que ellos vayan a entrar en esa competencia, y destacaron la necesidad de trabajar en conjunto por la cultura de la ciudad. Pero eso no dependerá sólo de ellos. En la guerra y en el amor, todas las armas son válidad. Ya se sabe.
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