OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Los jóvenes del movimiento Giros son de las pocas organizaciones que en Rosario están planteando un debate central: ¿Quién se queda con las pocas tierras urbanas que aún quedan?. Un dilema que enfrenta a los megaproyectos privados con las necesidades sociales reales. Casi nadie habla de los barrios cerrados y de la emergencia habitacional.
› Por Leo Ricciardino
La inauguración esta semana de la "Central Rebelde" (en Avellaneda al 1.200) de los jóvenes del Movimiento Giros, constituye un hecho que si bien no tuvo la más amplia difusión, es un fiel reflejo de lo que puede y consigue un accionar tan silencioso como persistente en pos de los debates fundamentales de la ciudad. Mientras mucho tiempo se ocupa en discutir la regulación del cucurucho, o ver quién paga la videovigilancia como si eso solo fuera una garantía de seguridad, o establecer alrededor de qué ítem se pelearán esta semana con los taxistas; hay otra agenda que pasa desapercibida. Uno de los temas de ese sumario difuso pero clave es el que los jóvenes de Giros intentan poner sobre la mesa: ¿Quién se queda con las pocas tierras que quedan en la ciudad de Rosario?.
Ellos mismos han elaborado un estudio que dice que un mismo grupo económico controla hoy casi el 10% de las tierras del egido urbano. Entonces, el dilema no es muy complejo y es sumamente político: O se siguen habilitando emprendimientos privados hasta que ya no quede más que un centímetro de terreno o bien, se pone un límite ya a esa privatización de la ciudad y se establecen clarísimas fronteras para el desarrollo de las viviendas sociales. Además, si se expulsa población de sectores de ingresos bajos y medios bajos que ya no podrán encontrar una vivienda en Rosario, hacia los pueblos cercanos que también siguen habilitando barrios cerrados, ¿qué lugar quedará entonces para esos vecinos?
Del debate organizado por Giros participaron los diputados provinciales Oscar Urruty, Claudia Saldaña y Alicia Gutiérrez; y también los concejales María Eugenia Bielsa, Oscar Greppi y Alberto Cortés. Todos conocían de cerca la problemática y expusieron los proyectos, ideas y participaciones que tuvieron -cada cual en su ámbito- en la disputa por las tierras. Urruty fue muy claro al expresar que esta provincia "no tiene aún una ley sobre el uso del suelo" y propuso enriquecer un proyecto que ha aparecido en el Senado santafesino. La diputada Gutiérrez volvió sobre las obras de infraestructura que demandarán las decenas de barrios privados que comenzaron a levantarse en el gran Rosario, sobre todo en Funes y Roldán, en virtud del complejo escurrimiento de las aguas que no ha sido tenido suficientemente en cuenta. Bielsa habló de esa "plusvalía urbana" que se genera con las obras de saneamiento que después terminan beneficiando a estos emprendimientos. Y explicó cómo éstas iniciativas que parecen ofrecer a cambio obras para la ciudad, en realidad, terminan reinvirtiendo en calles y plazas para uso de ese mismo proyecto inmobiliario. Pero una de las intervenciones más emotivas fue la de una vecina de Nuevo Alberdi que contó qué se siente al estar permanentemente amenazada por el desalojo, después de décadas de vivir y producir en ese mismo lugar.
Como conclusión, uno de los referentes del Movimiento Giros -Juan Monteverde- propuso dos ejes concretos como para afrontar la problemática en serio: La prohibición para la habilitación de más barrios privados en la ciudad y la declaración de la emergencia habitacional. De esta manera no se afectaría lo que ya hizo en la materia y además se podrían elaborar proyectos destinados a complejos habitacionales dignos para los sectores de menos recursos.
La idea fue además revalorizar la política local como elemento transformador de la realidad. Es decir, dejar de pensar que sólo los planes nacionales o provinciales son los que pueden establecer determinada planificación sobre la vivienda de uso social. Antes que nada hay que preservar la tierra pública cada vez más escasa y valiosa en la ciudad.
Hay debates que no se ven, pero que involucran situaciones mucho más sensibles y profundas que las que muchas veces nos ocupan y que son en realidad -la mayoría de las veces-, la defensa valedera pero mezquina de intereses sectoriales.
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