OPINIóN
› Por Luis Ortolani Saavedra*
"Pinta tu aldea y serás universal" decía León Tolstoi. Un debate originado en torno a la Causa Díaz Bessone que en este momento se lleva adelante en los Tribunales Federales de Rosario, resulta el emergente de un debate más general sobre el tema de los derechos humanos, la lógica del terrorismo de estado y el juzgamiento de los represores.
Recordemos que el debate se origina en que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, decide desincriminar en la causa a Ricardo Chomicki, quien fuera anteriormente militante y luego se transformó en torturador de sus antiguos compañeros.
Un conjunto de sobrevivientes que estuvieron igualmente secuestrados y fueron sometidos a tortura en la Secretaría de Informaciones de la Jefatura rosarina decidieron continuar constituyéndose en querellantes, a través de sus abogados y, al mismo tiempo, dirigieron una respetuosa pero firme carta a la Secretaría (publicada en Rosario/12 el 13 de septiembre pasado), pidiéndole que vuelva sobre sus pasos y mantenga la querella.
El lunes 20, salió a la palestra, la psicóloga Fabiana Rousseaux, Coordinadora del Centro de Asistencia a víctimas del terrorismo de Estado Fernando Ulloa de dicha Secretaría. Su artículo, publicado en Rosario/12 y titulado "La lógica del horror y las razones para desistir de una acusación" dice, entre otras cosas: "No podemos erigirnos en exculpadores de nadie, eso lo hará la justicia, pero lo que debemos debatir a fondo, para no convertirnos en escarmentadores modernos con disfraz de defensores de los derechos humanos, es si podemos leer las consecuencias irreversibles de los campos de exterminio, pero no solamente sobre los secuestrados y secuestradas, ya que nunca volveremos a ser como antes, luego de lo sucedido".
Y más adelante: "Porque la degradación social ha sido un efecto también de la que llevará años poder revertir. ¿O acaso no escuchamos la terrible fórmula del 'yo no sabía' o 'con los militares estábamos mejor' en alusión a los múltiples discursos de la mano dura como garante de la 'seguridad' que grandes sectores de la sociedad añoran?
"La sociedad en su conjunto está atravesada por esa degradación, obscena sin dudas, nadie quiere verla, produce espanto, nadie quiere identificarse con esa obscenidad y es verdad que no toleramos saber cómo un ex militante aplicó medidas crueles sobre otros secuestrados. Pero clamar por el enjuiciamiento que iguala a víctimas y victimarios significa que aún no hemos entendido que es un campo".
Este conjunto de ideas, que sintetizan, a nuestro juicio, el extenso artículo, está atravesado por fuertes contradicciones que derivan del carácter parcial del análisis, ya que enfoca las dimensiones morales y psicológicas del problema, pero omite la dimensión determinante: la del conflicto social.
Y por eso la licenciada Rousseaux no sabe que un campo no es algo genérico. Sino que existen campos de concentración concretos, que son muy diferentes entre sí.
Esa diferencia la apuntan muy bien los querellantes, cuando le dicen a la Secretaría de Derechos Humanos: "¿A qué universo se refiere? ¿Qué experiencias investigadas dieron lugar a estas tesis? ¿Están incluidos los gulags, Auschwitz, el Servicio de Informaciones, el Estadio Nacional de Chile, La Perla, las mazmorras de la Inquisición, Automotores Orletti, Guantánamo, Miranda de Ebro, Boer, la ESMA, Orduña? ¿Son todos lo mismo?".
No, no son todos lo mismo y no hablamos del nivel de horror, en el cual seguramente Auschwitz marcha a la cabeza, sino de la finalidad de los diferentes campos.
Porque los Centros Clandestinos de Detención de la Argentina, forman parte de un plan concreto destinado a destruir la resistencia contra una sociedad injusta, que a través de la lucha de los trabajadores y de otros sectores, a través de las huelgas, las tomas de fábrica, las coordinadoras gremiales, la aparición de organizaciones armadas que, con aciertos y errores acompañaron esas ricas movilizaciones, habían llegado a un punto en que sólo podían ser frenados mediante el terrorismo de estado.
Detrás de los centros clandestinos de detención, de las cárceles, de las mil formas del terrorismo aplicado a toda la sociedad, hay intereses de clase concretos. Los militares hicieron el trabajo sucio, pero fueron las clases dominantes las que ordenaron la destrucción de la resistencia social y se beneficiaron de ella.
Y fueron políticos como Menem y de la Rúa los que continuaron la política de las clases dominantes por otros medios, porque el conflicto social continuó y continúa.
Y cuando Rousseaux habla de la degradación social que implica el "yo no sabía" o el "por algo habrá sido", tampoco da cuenta que no toda la sociedad argentina fue ni es víctima de tal degradación.
Quienes fueron secuestrados, quienes fueron presos, quienes no fueron presos ni secuestrados, pero tampoco creyeron en el "por algo habrá sido", lucharon como pudieron contra la dictadura, siguieron luchando contra la injusticia en democracia, lucharon y luchan, por memoria, verdad y castigo.
Esa es la parte sana de la sociedad argentina, que a través de interminables luchas, a través de las marchas acompañando a las Madres y a las Abuelas, a través de la difusión de la verdad en las calles y las escuelas, ha logrado voltear las leyes de impunidad, ha logrado que cientos de represores sean juzgados, que muchos hayan sido condenados.
El conflicto continúa, la lucha continúa. No somos escarmentadores modernos con disfraz de defensores de los derechos humanos, somos los que hemos puesto a la Argentina indiscutiblemente a la cabeza del mundo entero en materia de derechos humanos y de justicia contra los represores de nuestro propio país.
Por eso consideramos justa la posición de los querellantes, que piden con todo respeto a la Secretaría de Derechos Humanos que vuelve a su posición anterior, que siga siendo digna de una trayectoria que la honra en el mundo.
Si entre Chomicki y los represores hay una diferencia, como sin duda la hay, que la establezca el Tribunal, con penas diferentes. Pero no exculpemos de antemano a quien se niega a redimirse, aportando toda la información que podría aportar y que llevaría a otros represores a la cárcel.
Por eso esta columna apoya a los querellantes y por eso nos sentimos orgullosos de ser argentinos, de haber aportado nuestro grano de arena para que Argentina esté a la cabeza del mundo en esta materia.
*Editorial del programa Hipótesis, que se emite por LT8, los domingos de 8 a 10.
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