OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
Si bien este último turno electoral fue de carácter exclusivamente nacional, es imposible despegar a candidatos y resultados de lo que se viene en Santa Fe. La proyección nacional de Binner y la consolidación de un peronismo, ahora más kirchnerista, que buscará su revancha aquí.
› Por Leo Ricciardino
Si bien parecía todo jugado de antemano en las primarias abiertas, en Santa Fe y en Rosario, subsistían algunos interrogantes para la elección de ayer. La décima banca en disputa y si Hermes Binner terminaría por imponerse a la presidenta en su territorio. Más allá de los simbolismos y de los cargos concretos en disputa, hay otros elementos que parecen prefigurar tiempos diferentes. Para el caso del peronismo los nuevos legisladores representan, al menos en algunos casos, un cambio sustancial. Y en eso tuvo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner un protagonismo central: Después de la batalla por la 125 con la ruptura que encabezaron Jorge Obeid y Walter Agosto; el oficialismo tenía por delante la necesidad de contar por un lado con diputados más leales pero sin tampoco teñir la nómina de un kirchnerismo acrítico que se pusiera lejos de las tradiciones del PJ provincial. Eso y la performance de Omar Perotti en las internas provinciales, convencieron a Cristina de que el intendente de Rafaela era el mejor hombre para sintetizar el nuevo período, incluso en el marco de una reconciliación verdadera con el sector de la producción agropecuaria. El mismo Perotti entendió que la presidenta tuvo "la virtud de influir decisivamente en la unidad del peronismo provincial", y en ese sentido la mayoría de los dirigentes destacan la prescindencia que tuvo la Rosada en aquel Congreso Partidario de febrero de este año donde el PJ evitó la sangría y decidió competir internamente en una elección interna ejemplar. Una vez terminado ese proceso, Cristina eligió y equilibró las cargas entre los aspirantes a una banca en el Congreso.
Si bien el electorado en la provincia demostró una madurez a prueba de todo, que se adaptó a la Boleta Unica, a las primarias nacionales, a las distintas categorías que tuvo que votar en cada oportunidad; más allá de las distinciones en cada caso, esta elección nacional deja una huella en la realidad provincial. El socialismo y el Frente Progresista en su conjunto saben ahora que hay un peronismo que se repone de otra manera de su dolorosa derrota en las elecciones a gobernador de 2007 y 2011. La certeza de ese reposicionamiento se cifra no sólo por la identificación del PJ santafesino que viene con el kirchnerismo, sino por haber hallado nombres concretos a la hora tener candidatos potables de cara al 2015 en Santa Fe. Perotti ahora y María Eugenia Bielsa el 24 de julio pasado, son indicadores concretos de ese recorrido.
Hay que notar también que en las cuatro elecciones de este año en la provincia de Santa Fe tuvieron poca o nula incidencia dos hombres que parecen ser parte de un pasado político provincial. Jorge Obeid y Carlos Reutemann están hoy no sólo muy lejos del kirchnerismo y del gobierno nacional, sino que también parecen haber tomado una distancia excesiva del centro de la escena política santafesina.
Ayer, por un momento que se extendió aproximadamente por un par de horas, el socialismo se vió venir una jornada complicada en la provincia. Hasta las 20, las caras en el bunker del FAP en Rosario no eran precisamente las mismas que se podían vislumbrar en la misma fuerza pero en el comando de campaña de Buenos Aires. Y es que mientras Hermes Binner confirmaba las mejores cifras a nivel nacional que lo ratificaban como segundo -aunque muy lejos de la presidenta-; aquí la lista de diputados nacionales parecía perder terreno ante un fenómeno que nadie podía dimensionar correctamente por esas horas: El corte de boleta en Rosario era lo más comentado de la elección desde temprano. Y en esa dirección Pablo Javkin de la Coalición Cívica era el hombre a consultar por los medios para poder establecer si efectivamente se estaba produciendo el "milagro" de alcanzar una banca en el Congreso en una lista que llevaba como candidata presidencial nada menos que la dirigente más repudiada en la urnas últimamente: Elisa Carrió.
La distribución final de los escaños terminaba, a la luz de cómo se dió el proceso del escrutinio, siendo un motivo de festejo para la lista que encabezó Juan Carlos Zabalza. El mismo candidato tuvo la prudencia a media tarde de moderar sus expectativas porque recién habían llegado a proyectar el 50 por ciento de sus famosas mesas testigo en la provincia. Estaba claro que Binner iba a destacar como lo hizo, el crecimiento del FAP en todo el país en tan poco tiempo. En rigor, el gobernador de Santa Fe no tuvo mucho más que hacer que llenar el mayor espacio que pudiera con la prudencia que rifaron los otros candidatos opositores. Le sumó además, una importante cuota de militancia política y construcción territorial que muchos dejaron caer en el olvido después del contundente resultado de las primarias de agosto. En ese sentido, tanto Binner en todo el país como Javkin en la provincia de Santa Fe entendieron que había margen para mejorar si se trabajaba en la dirección correcta y no estuvieron equivocados. Un porcentaje apenas perceptible parece haber premiado esa dedicación que muchos otros ya habían entregado en pos de los consejos de algún publicista de renombre.
Está claro que Federico Pezz se concentró en el último tramo de su campaña en consolidar su capital electoral en el norte santafesino. El actual senador provincial del radicalismo entendió que no tendría ni tiempo ni recursos como para penetrar más profundamente en Rosario y jugó con lo que tenía. Y por un momento, en las proyecciones de las distintas fuerzas políticas, logró aparecer al lado de Javkin con casi idénticas posibilidades. Pero cuando empezaron a computarse las mesas de Rosario, su barra de crecimiento empezó a frenarse en los gráficos que mostraba la página oficial del escrutinio.
Por el lado del PRO, quedó claro que el fenómeno Miguel Del Sel tuvo la fugacidad de su estrella artística. Una cara conocida y dos o tres slogans preparados por un publicista, parecen muy poca cosa como para transferir votos a otra persona. Y más complejo aún si esa persona es un dirigente gremial tradicional como Vicente Mastrocola, un nombre que viene pegado al peronismo más tradicional como casi todo lo que terminó por buscar un lugar bajo la sigla que orienta Mauricio Macri a nivel nacional. Da la impresión de que son aquellos que -a diferencia de Felipe Solá- ya no tienen retorno. Aunque en el peronismo, nunca se termina de saber a ciencia cierta.
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