Lun 05.12.2011
rosario

OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD

Las reglas del juego

En la semana que María Eugenia Bielsa perdió la presidencia de la Cámara de Diputados de Santa Fe y Mónica Fein las facultades cedidas por el Concejo para aumentar el boleto del colectivo; los espacios legislativos de la provincia y la ciudad mostraron como hacía mucho no pasaba, el rostro más crudo de la negociación y la disputa política.

› Por Leo Ricciardino

Los espacios legislativos de la provincia y la ciudad de Rosario se convirtieron en noticia en la semana que pasó, no tanto por la apretada agenda que como todos los años esos cuerpos deben despachar al final de un período -sobre todo si se viene la renovación- sino por los debates políticos que pusieron en juego nuevamente el rostro menos amigable y más crudo de la negociación política. Los entretelones de cómo Luis Rubeo se convirtió en el presidente de la Cámara de Diputados de Santa Fe, y los detalles de cómo y por qué fracasó la cesión de facultades que solicitó la intendenta electa Mónica Fein al Concejo para aumentar el boleto de colectivo; son claros síntomas de que la política nunca alcanza a cambiar del todo. Aunque haya mejorado mucho desde la recuperación de la democracia.

Ante estos arrebatos, generalmente la gente "huye" del conocimiento y mucho más de la discusión de estos hechos. "Son todos iguales" o "siempre es lo mismo", es la frase que cierra los debates y vuelve a poner al electorado en otra parte, más lejos de las preocupaciones. Lo cual no es precisamente beneficioso, más si se tiene en cuenta que en ambos conflictos el electorado estuvo presente como argumento político.

En la Legislatura provincial, el principal argumento de María Eugenia Bielsa para sostener su candidatura, minada desde adentro del PJ, fue precisamente señalar que ella había sido la más votada en las elecciones de julio y que había que "respetar el mandato popular". Por su lado, en el Concejo Municipal de Rosario los opositores señalaban que si bien la intendenta Fein había sido electa con más del 50 por ciento de los votos, hubo muchos votantes que quisieron que "exista en el Concejo una representación más opositora para controlar sus acciones". Y bajo esa consigna se negaron a ceder las facultades que tiene el cuerpo para decidir la tarifa del transporte urbano.

Los dos son buenos argumentos pero el contexto en el que se desarrollaron no es precisamente el que hubiera deseado el electorado que no se interesó demasiado en ninguno de los dos conflictos. Aunque de todas maneras, sí hay quienes toman nota de lo sucedido y hasta pueden recordarlo para los próximos comicios.

La acusación de "golpe institucional" que se dirigió a la intendenta electa del socialismo parece por lo menos exagerada. Pero no es desmesurado apreciar que el Ejecutivo actual y el que se viene se tentaron con la posibilidad de no tener que pasar por los largos debates parlamentarios a la hora de decidir los incrementos tarifarios que, a lo largo de 2012, pueden ser varios. Y el elemento menos elegante de la cuestión es la especulación de querer aprobar la cesión de facultades para Fein a pocos días de la renovación de ediles que dejará al PS en franca minoría. El apuro tenía un motivo muy claro y ahí radicó en parte la vergüenza de los tres concejales del sector que orienta el senador Rubén Giustiniani, que se levantaron justo en el momento que había que decidir la cuestión permitiendo a la oposición suspender la sesión por falta de quórum. Se puede pensar también que estos tres ediles hayan visto la posibilidad de ser resarcidos después de la tremenda derrota interna que sufrió su corriente partidaria, notoriamente en baja tras el enfrentamiento con el binnerismo. O simplemente se trató de una cuestión de orgullo, ya que aseguraban que se habían enterado de qué venía la maniobra, en el mismo momento que sus pares opositores.

La verdad es que tanto Miguel Lifschitz como la propia Fein deberían haber evaluado que demasiadas cosas ya habían quedado allanadas para la próxima gestión. Presupuesto 2012 aprobado, incremento de Tasa General de Inmuebles de más del 60 por ciento, aprobado también. Aumento de taxis, remises y colectivos, también. Era mucho pedir que lo de la cesión de las facultades pasara también.

En ese punto, los concejales Jorge Boasso (UCR) y Fernando Rosúa (FpV) tuvieron un argumento que eran muy difícil de revertir. Fue algo parecido a esto: "Por qué nosotros esta noche, después de más de 20 años, vamos a impedirle a los concejales nuevos que asuman en pocos días más, que opinen sobre la tarifa del transporte. Por qué nosotros vamos a determinar que ellos serán ediles de segunda porque ya no tendrán esa facultad de la que nosotros gozamos durante todos estos años".

Las reglas del juego

Lo dijo la diputada Bielsa, "son las reglas del juego" después de aceptar que las antiguas prácticas del peronismo santafesino habían retornado por un instante para arrebatarle la presidencia de la Cámara baja. Las reglas tienen que ver con el motor de la política, con la disputa que la nutre y la configura. La cantidad y calidad de esas normas muchas veces no escritas, son las que le dan mayor o menor decencia y civilidad a esa tensión cotidiana.

De todas maneras está claro que lo que Bielsa perdió es nada más que el sillón principal de la Cámara baja santafesina. Un escaño menor para quien ostenta la cantidad de votos que tiene la arquitecta que incluso puede ver reforzado su potencial electoral después de haber caído por una trama hilvanada por Luis Rubeo, Alberto Maguid y Oscar Cachi Martínez, entre otros.

A esta altura del desarrollo democrático de nuestro país nadie debe horrorizarse por lo que pasó en la Legislatura y el Concejo municipal. Ni Bielsa es la víctima más sufrida de la maquinaria política provincial, ni Fein se transformó de golpe en una mujer autoritaria y sin convicción para generar consensos. Las dos -de las mujeres más votadas este año junto con la presidenta Cristina Kirchner-, conocen las reglas y juegan dentro de una cancha que tiene sus límites bien definidos.

Lo que no es aceptable es la pose y el dedo en alto que señala que los demás son todos feos, sucios y malos y que toda la bondad, transparencia y buenos hábitos radican en un partido o dirigente determinados. Y, lamentablemente, esta práctica está bastante extendida por aquí. Se critica una falta de diálogo que muy pocas veces profesan quienes acusan, se pide una distribución de recursos de parte de quien después requiere para sí todo el manejo de esos fondos, se critican procesos económicos con incrementos de precios que son consecuencia de un crecimiento del mercado interno, pero después no se tienen demasiadas contemplaciones a la hora de fijar determinados aumentos. Y de esto no hay partido o dirigente que se salve. Siempre el que quiere dialogar es el que está más lejos del poder, el que quiere más recursos quiere más poder y el que señala para arriba errores superiores lo hace para ocultar los propios. Las excepciones son poquísimas. Por eso es importante ver qué se dice, quién y en qué ocasión. Una vez que se conoce el circuito, se podrán determinar las verdaderas intenciones. Esta es otra de las reglas.

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