OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
El gobierno de Antonio Bonfatti se dispone a negociar en las mejores condiciones que pueda su proyecto de reforma tributaria. A los problemas con sus aliados radicales y con los peronistas por los avalúos fiscales, surgieron ahora cuestionamientos a las alícuotas de Ingresos Brutos. El significado político de la derrota en el Comité Olímpico.
› Por Leo Ricciardino
La reforma tributaria que pensaron el gobernador Antonio Bonfatti y su ministro Angel Sciara es, a esta hora, una tímida sombra de las aspiraciones iniciales por incrementar los recursos en Santa Fe. Primero, los senadores del peronismo pusieron reparos al revalúo automático de las tierras en un período de tiempo que excede el mandato de este gobernador. Adujeron razones constitucionales incluso. Después, la rebelión creció en el interior mismo del Frente Progresista cuando los senadores radicales comenzaron a objetar directamente el revalúo fiscal más allá de los períodos hacia el futuro. Finalmente, el paro que la Mesa de Enlace intentó nacionalizar terminó por acobardar a más de uno en la Legislatura que no quería ver una reedición de la batalla con los patrones que se vivió en La Plata.
Las explicaciones que dio Bonfatti en torno del perjuicio que generaría para algunos productores mover su avalúo fiscal parecieron no alcanzar pero no carecen de sinceridad. "No podemos seguir engañándonos", dijo el gobernador. Y lamentó si esas modificaciones complican a algunos con impuestos nacionales como Bienes Personales. "En algún momento hay que empezar a sincerar la cosas", dijo el mandatario en relación al costo real de una hectárea en la zona núcleo (alrededor de los 20 mil dólares) y su valuación fiscal (fijada en no más de 3.000 pesos). "Este no es el momento", se escuchó decir a algún senador del justicialismo. Pero sucede que nunca es el momento. En provincia de Buenos Aires las actualizaciones llegaron después de 70 años, en Santa Fe ya van más de 30 años sin novedades. Otro dato no menor es que muchos de los senadores que deben opinar sobre estos temas son, a la vez, productores agropecuarios, con lo que también emiten opiniones que se relacionan con sus propios intereses. No es ilegal, pero es un elemento de peso a la hora de analizar el escenario en el que se discute.
Esta semana parecía que el gobierno había tomado la iniciativa y lograría un pedido de preferencia en el Senado para tratar el tema la semana próxima. Eso no pasó y si no sucede esta semana que se abre peligra el compromiso de dar tratamiento a la reforma tributaria antes del receso invernal de los legisladores. Por su lado, Diputados mira el desarrollo de los acontecimientos en la Cámara alta y desde el peronismo la única ambición es llegar a una postura unificada que no acentúe las diferencias entre los distintos bloques del PJ.
Lo curioso es que las críticas que recibió el gobierno provincial al que le decían que este proyecto no era una reforma tributaria, sino un mero aumento de impuestos; terminará -como viene- por convertirse lisa y llanamente en eso. No es posible creer que los recortes que viene sumando el proyecto oficial terminen por equilibrar los porcentajes de recaudación propia con lo que coparticipa la Nación, hoy en un orden desigual de 60 a 40.
Ingresos Brutos
Todo parecía reducido al problema de los avalúos fiscales. Pero esta semana surgieron otros inconvenientes en el segmento de los Ingresos Brutos. Allí se suman contribuyentes que no estaban contemplados anteriormente y aumenta la alícuota del 3,7 al 4,2 lo que representa una modificación importante. Pero además --sostienen algunos opositores--, se da un doble incremento al no poder descontar el 10 por ciento en concepto de Derecho de Registro e Inspección (Drei), que con la reforma pasa a sólo el 5 por ciento de compensación.
Con todo, la oposición parece haber ganado en peso argumentativo en sus objeciones al proyecto del oficialismo. La presión de los intendentes y presidentes comunales ávidos de fondos frescos terminó por hacer que los legisladores se esforzaran por estudiar a fondo las cuestiones tributarias restándole terreno a las argumentaciones políticas de ocasión. En las últimas semanas casi no se ha escuchado lo que el peronismo repetía desde el inicio de las deliberaciones: La necesidad de que el Ejecutivo mostrara una importante recorte en el gasto corriente. Esta es una preocupación que el peronismo no oculta, pero que por el momento decidió reservar para más adelante.
Al respecto, el ministro Sciara había sido contundente: "Muchos creen que el éxito de una gestión se mide por el tamaño del superávit. Y nosotros creemos que no es así, que una gestión exitosa también puede tener un déficit controlable", aseguró el titular de Economía.
Un duro golpe
La confirmación de que la ciudad de La Punta, en San Luis, fue la seleccionada por el Comité Olímpico Argentino para competir como sede de los Juegos Panamericanos 2019; fue un durísimo golpe para el gobierno de Mónica Fein en Rosario. Y es correcto decirlo así, porque si bien puede leerse como un impacto negativo para toda la ciudad que había depositado sus expectativas; como horizonte político para la actual administración fue casi dramático. La desazón, la sospecha y la bronca podían adivinarse claramente en estos días en el rostro y en las declaraciones del secretario de Gobierno Fernando Asegurado.
La pérdida es grande en un momento en que los anuncios escasean y cuando Rosario no puede escapar por más que quiera, a una situación general que marca un ritmo de retracción en las inversiones públicas. Si, por ejemplo, la poda y escamonda dio lugar a una serie de apariciones públicas de la intendenta, se puede armar un correcto informe de situación. No porque el servicio de mantener los árboles sanos y contribuir a la seguridad pública no sean importantes, sino porque en el marco de otra situación el intendente estaría ocupado en otro tipo de anuncios públicos. Por eso, que Rosario hubiera podido aunque sea competir por esa sede panamericana con Miami, San Juan de Puerto Rico o Santiago de Chile; constituía de por sí una ocasión fabulosa para volver a poner a la ciudad --y a su gestión-- en situación de consideración nacional e internacional. ¿Qué intendente no quiere para sí un evento de esta naturaleza?. La realidad marca que sólo Miguel Lifschitz tuvo su Congreso de la Lengua. Y vaya si lo capitalizó.
Por eso se los vio en estos días a Asegurado y a Fein tratando de reponerse de la mala nueva. Sabían perfectamente lo que perdían, cosas que muchos rosarinos ni siquiera hubieran sospechado pero sí apreciado en un futuro. Algunos concejales de la oposición aprovecharon el impacto para señalar que la presentación que hizo Rosario ante el Comité Olímpico pudo haber sido mejor, pero en rigor nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que realmente ocurrió. Habrá que barajar y dar de nuevo para seguir atendiendo los problemas cotidianos y esperar con optimismo que aparezca alguna otra oportunidad que pueda ser aprovechada.
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