OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
Pocos son los que estamparon la firma, pero la mayoría de la clase política santafesina acuerda en secreto con la idea de limitar la Boleta Unica para las elecciones. El sistema tiene el pecado de haber funcionado demasiado bien, otorgando mucho poder al votante. Lo que dejó la visita de Ricardo Lorenzetti y la batalla de la intendenta con los taxis.
› Por Leo Ricciardino
Que nadie se confunda: La limitación a la Boleta Unica que presentó el radical aliado Santiago Mascheroni, atraviesa el pensamiento de todas las fuerzas políticas en Santa Fe. Que la iniciativa que se conoció el fin de semana no haya sido consultada con el gobierno provincial, no quiere decir que no haya socialistas que estén de acuerdo en reducir de cinco a tres cuerpos las boletas provinciales para las elecciones. De hecho el diputado Eduardo Di Pollina acompañó con su firma el subrepticio expediente y hasta lo defendió. Que no haya peronistas firmando el proyecto y que el presidente de la Cámara baja Luis Rubeo haya salido a manifestar su postura contraria; no significa la inexistencia absoluta de peronistas de acuerdo con limitar a la Boleta Unica. De hecho, desde hace meses hay senadores del PJ queriendo profundizar una reforma electoral que incluye una sumatoria de candidatos en una suerte de reedición de la malévola Ley de Lemas.
Es importante recordar también que meses antes del debut de la Boleta Unica en Santa Fe, la misma fue impugnada en la justicia por el Movimiento Evita. Sostenían que la novedad atentaba directamente contra los partidos políticos y anulaba prácticamente la tarea militante. Este sector aún no se ha expresado al respecto en esta etapa.
Acá hay pocos inocentes y es claro que muchos nombres con expectativas electorales no saldrán a ponerse en primera fila del debate. Por eso son los más "politiqueros" los que aparecen tirando de una nueva lista sábana. Total tienen poco que arriesgar porque pocos los conocen y su juego se potencia colagándose de alguna figura estelar de la política. Como sea, hay que decirlo con todas las letras: La mayoría de la clase política santafesina está convencida de que la última reforma electoral fue demasiado progresista y le ha otorgado mucho poder al votante. Aumentando el voto cruzado, destrozando el voto cadena y condenando para siempre al arrastre que tenían las primeras figuras. Por eso más que nunca, será la presión popular la que impida el avance de esta y otras normas que se preparan. No serán muchos los dirigentes que salgan a condenar las oscuras maniobras de sus colegas.
Visita de supremo.
El paso por Rosario del presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el rafaelino Ricardo Lorenzetti; dejó novedades que endulzaron los oídos de muchos en Santa Fe. Primero ratificó que el máximo tribunal que preside tiene a fallo el diferendo de esta provincia con la Nación por casi 12 mil millones de pesos. De esta manera tranquilizó a las autoridades santafesinas que se esfuerzan políticamente por una reforma tributaria que les deje apenas 900 millones de pesos. Cualquier mal arreglo con la Nación sería un salvavidas enorme para Santa Fe. Pero además, Lorenzetti ratificó el rumbo que habían puesto en duda sus pares Eugenio Zaffaroni y Elena Higthon de Nolasco; que manifestaron públicamente que la Corte no era el ámbito para resolver los asuntos de coparticipación. Es más, la ministra de la Corte insistió con el tema el mismo jueves en que Lorenzetti disertaba en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, sobre el nuevo Código Civil y su unificación con el Comercial.
"El tema está a fallo", fue la frase que eligió Lorenzetti para dar a entender que falta poco para que la Corte se expida por el reclamo santafesino a la Nación. Lo que sí no pudo fue precisar los tiempos: "Son causas muy complejas", dijo el presidente del máximo tribunal nacional.
El otro tema que sedujo a parte de la dirigencia provincial pasó por al reforma constitucional. Lorenzetti no quiso insistir en su posicionamiento que es público sobre la necesidad de la reforma a nivel nacional, sin siquiera ingresar en el espinoso terreno de la re-reelección presidencial. "Yo ya hablé del tema y todos saben que no soy partidario de impulsar una reforma a nivel nacional", disparó pero se apuró a aclarar que en Santa Fe "la situación es distinta, porque es una Constitución que fue reformada en la década del '60 y que todavía espera su adecuación a la reforma nacional de 1994", aclaró.
Por lo que pudo saber este cronista, hay en Santa Fe consultas permanentes por el tema de la reforma a la Carta Magna provincial. Muchos lamentan que el 2012 se esté yendo sin la posibilidad de impulsar el debate en un año no electoral, pero ya piensan en 2014 como escenario propicio. Lo que hizo Lorenzetti en ese sentido es ni más ni menos que dar un argumento de peso para aquellos que podrían sentirse un tanto incómodos a la hora que tener que impugnar un proceso reformista a nivel nacional y a la vez propiciarlo en esta provincia. Que puede ser el caso del socialismo, tentado por estas horas de integrar este entente que encabeza la UCR a nivel nacional para "parar al kirchnerismo" como lo dicen los diarios afines sin eufemismos.
La parada de Fein.
La intendenta municipal Mónica Fein decidió enfrentar a los taxistas en el conflicto por la tarifa, con el peso de la opinión pública. Sabe la jefa comunal que los choferes de este servicio no ganarían ningún concurso de popularidad, y que no serían "estrellas" en las redes sociales donde se reclutan "amigos" y un número indeterminado de adhesiones a través de los consabidos "me gusta".
Los choferes capitaneados por Horacio Boix hicieron todo mal. Desoyeron la conciliación obligatoria, patotearon a otros peones y bajaron pasajeros a los empujones para garantizar la medida de fuerza que persigue, claramente, un mandato acordado con los titulares de licencias: Arrancarle al Ejecutivo y al Concejo municipal un incremento de tarifa igual al acuerdo salarial que ambas partes firmaron. No hay otra explicación para pelear el 65 por ciento de incremento que -por supuesto- nunca otorgará el Concejo que maneja un estudio que marca un tope del 47 por ciento. Por eso el titular del sindicato de los peones se enoja tanto con los "inorgánicos" autoconvocados que plantean claramente: "Nosotros peleamos por nuestros salarios, que la tarifa la peleen los titulares de licencias".
La intendenta decidió redoblar la apuesta en un servicio que -sabe de antemano- deja mucho que desear en la ciudad. Más allá de los reclamos por hechos de inseguridad y de las denuncias de corrupción en la inspección técnica de los autos que hace el propio municipio; el servicio en esta ciudad está lejos del nivel no ya de centros urbanos extranjeros sino de otras localidades cercanas y comparables. Por eso Mónica Fein insistirá con impulsar 300 chapas más de taxis porque entiende que se terminaron las excusas en la prestación y que -verdaderamente- no alcanzan los vehículos para cubrir un servicio digno en Rosario. La ciudad capital de la provincia, por caso, acaba de votar en su Concejo Municipal 110 nuevas chapas para taxímetros. Si se tiene en cuenta que para Rosario casi todo se triplica, comparando administraciones, 300 chapas más parece un número lógico.
Nadie discute en Rosario que los taxistas estaban ganando poco, pero no parece lógico que si el salario representa menos del 50 por ciento de la tarifa del servicio; se pretenda conseguir el mismo porcentaje del acuerdo salarial para el precio de los viajes. Da la impresión de que el sindicato quería hacer todo el gasto ahora, desdoblar el 65 por ciento y evitar ingresar en nueva discusión para marzo del año próximo. Pero eso no va a suceder. A lo sumo, se desdoblará un incremento que no superará el 45 por ciento, unos 20 puntos menos de lo que estaban pidiendo los choferes. O, para ser más precisos, que estaba reclamando el gremio que tiene sobrados problemas internos a la hora de consensuar posiciones.
La idea del Ejecutivo de desenganchar el salario de la tarifa parece acertada. Pero el "negocio" de los taxis en Rosario tiene tantos componentes distintos y pasaron tantos años con escasos controles que ahora parece un mundo acomodar las prestaciones a normativas que -por lógica- deben ser cada vez más exigentes en pos de mejorar un servicio que necesariamente debe ser complementario del Transporte Urbano de Pasajeros y los remises para unificar una política de movilidad en la ciudad que permita de manera concreta, que cada vez más automovilistas particulares opten por desplazarse a través de los servicios públicos.
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